REPERTORIO ALIERICANO 87 El entierro de Isaías Gamboa Envío del autor José Santos Chocano me dió la noti.
cia, Isaías Gamboa había muerto tísico en un hospital del Callao. Acababa yo de llegar al Perú y no sabía que Isaías estuviese allí. Habíamos sido muy buenos amigos en El Salvador, ocho o nueve años antes, cuando el gran público lo admiraba ya por La sonrisa del retrato y por su traducción de El Cuervo de Poe.
En nuestras horas frecuentes de juvenil intimidad aprendí a amar ante todo su alma delicada y triste, al hombre nacido para la desgracia. Uno de aquellos homEres para quienes el amor es todo en la vida, y que por el timido refinamiento de su espíritu no logran alcanzarlo. Maestro de escuela, poeta y en fe de ello pobre y sin atrevimientos. Un soñador, segú. la fórmula corriente; es decir, alguien que marcha por el mundo sin zapatos de doble suela y sin fijarse en las piedras del camino.
Chocano, que según la leyenda es un ente de razón que no se conmueve, como si la poesía se crease al modo que se filtra un preparado farmacéutico, me conto intensamente emocionado el acto final de la tragedia. Isaías, que se había refugiado en Chile al amparo de su calidad de pedagogo para poder seguir cantando como poeta, se dio cuenta de que se moría, y quiso volver al Cauca donde había nacido. En el Callao lo desembarcaron, para no echar su cadáver al mar dos o tres días después. allí murió en un honor, como en Costa Rica la bondad.
máxima de nuestro clima y la belleza insuperable de nuestras mujeres y del Teatro Nacional. Un paraguas o un impermeable asume las proporciones de un insulto a la nación.
Llovía. y que el Perú me perdone el sacrilegio. No el agua de la zona tórrida, que cae a borbotones como golpes de hombre enfurecido. Una lluvia menuda e insidiosa, al modo de venganza de mujer que se solaza en la idea de matar a alfilerazos al hombre que la quiere y a quien ella no ama.
Me es imposible precisar, a través de tantos años de distancia, los detalles del cortejo. En mi memoria no ha quedado sino la imagen de un mezquino coche do muertos todo obscuro, y José Santos Chocano y yo que, empapados y sin cruzar palabra, seguíamos la lenta trayectoria de sus ruedas. Luego un hoyo TIPO cuadrangular, a cuyo fondo manos encallecidas por la indiferencia del oficio cotidianamente practicado bajan un ataúd Isaias Gamboa negro; unas paletadas de tierta para que Dibujo de Povedano la uniformidad del suelo del cementerio se restablezca; y Chocano y yo de rehospital, simple ficha de un registro que greso a Lima, satisfechos de comprobar ocupa una cama, diariamente reclama que la vida continúa su curso desdeñoso, da por otros anónimos moribundos. a pesar de la muerte de un poeta y de De Lima fuimos Chocano y yo a su que está lloviendo en el país donde no entierro. En el Perú, país de leyendas, llueve.
existe la de que en la faja costeña no Ernesto Martin llueve. El que no llueve es puntillo de Costa Rica, 1932.
Eres la madre de un niño.
Tiene Ud. Dispepsia?
SAL UVINA lla, el arreglo de la casa, la cocina y el pozo rena no le gustan los cambios. Piensas en la lleno de agua, que tú sacas, y la escoba y camisa que estás cosiendo, en un chaleco, en la lejía. los recados al tendero, al pana un pantalón y en la sopa de la tarde. Piendero y a todos los vendedores. el repaso sas: las cinco tendré que cortar el pan y confección de la ropa. Son trabajos senci para la sopa. Escuchas a mi padre, que hace llos que se extiendea delante de tu vida y quo ejecutas sin cesar. Después de cada uno, miras al siguiente y vas a donde te conduce, dócil y serena. Franqueas el tiempo y nunca tienes las manos vacías. yo te veo, marná, te veo, con tu frente de mujer buena que encierra algunos pensaSe cura fácilmente usando mientos, con tus ojos de ama de casa que no miran más lejos de su hogar, y con tus labios de madre, inquietos y dulces. Te veo con tus mejillas tierras, donde se hunden mis besos. Veo tus manos, un poco rugosas, que en su dieta.
la vida ha frotado con todos sus trabajos. tu cofia que rodea tu rostro y limita su con AGRURAS. FLATULENCIA. MAL torno, como tus sentimientos rodean tu vida ALIENTO. DOLORES DE CABEZA y Jimitan tus acciones. Por la tarde, te arreglas un poco y te punes una cofia adornada.
Síntomas todos de que Yo prefiero aquella que tiene una cinta de terciopelo negro. Estás sentada, muy limpita, su digestión anda mal.
y formas parte de la habitación, y como ella parece que brillas. Así es como yo te quiero.
No eres bella como una mujer, pues tú eres Desaparecen RAPIDAMENTE con mama.
el uso de la Mama: cuando estás sentada delante de la ventana, coses y piensas. Yo sé bien lo que piensas. Tus pensamientos se parecen a una avenida de grandes tilos, siempre llena de sombra, y tú te paseas por ella respirando. HERMANN ZELEDON Te paseas, porque el dia es gris, porque tu alma es tranquila, y porque a una alma se.
BOTICA FRANCESA (Viene de la página 85)
zuecos, y charlas, porque charlar es bueno.
La calle entra en tu pensamiento, con sus gallinas. y con sus viandantes. Las gallinas hacen compañía a los que están solos, y los transeuntes les dan emociones. Piensas en ayer, en hoy, en mañana, y en el tiempo que pasa y atraviesa los sucesos, sin que uno se de cuenta.
Pero sobre todo piensas en mí. Tus otros pensamientos, son los pensamientos de todas las mujeres que continúan viviendo sin saber por qué, sencillamerte porque han empezado. cuando piensas en mi, mamá, tu vida es una cosa necesaria. Quieres vivir, no tan.
to para verme crecer como para ayudarme a ello. Tu corazón está lleno de fuerzas, y quieres emplearlas todas. Tu corazón, es hermoso como un monasterio, donde todos los monjes de rodillas, se unen para enviar a Dios el pensamiento de cada uno y para decirle que es el bien amado de los hombres.
Me amas como el fin único de todas las co.
sas. Soy un depósito que la naturaleza te ha confiado, diciéndote: Mujer, te he dado un hijo, al cual enseñarás mis leyes; le he de.
positado en tu seno, porque soy buena y para que le enseñes a conocerme. entonces mamá, ya no eres una buena mujer que cose y que piensa; eres la madre de un niño de doce.
años, y te recoges y trabajas para la huma.
nidad, tú, madre, que preparas un hombre.
SAL UVINA Charles Louis Philippe (De La Madre y el Nino. Publlcaciones ATENEA, Madrid. 1920. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica