Anarchism

REPERTORIO AMERICANO 45 El poeta Ismael. Enrique Arciniegas Discurso pronunciado por Gonzalo Zaldunbide en el Salón Máximo de la Universidad Central, Quito. El acto en homenaje al señor Arciniegas, actual Ministro de Colombia en el Ecuador, lo organizo la Sociedad Juridico Literaria de Quito, el de Noviembre pasado Tomado de la interesante revista America, de Quito.
en. Mi querido poeta: Amistades como la nuestra tienen la virtud y el encanto de perdurar a través de todos los cambios y vicisitudes. Si es verdad que el Ministro de Relaciones os llamaba, más cierto aún es que el amigo os deseaba. Es pues el amigo de siem pre quien ahora os saluda. Felizmente vuestra misión, aunque múltiple en aspecto y atenciones, es una sola en el fondo; y me bastará hablar aquí de vuestra condición de poeta para dar a entender el espíritu de cordialidad y sinceridad que inspirará la labor de acercamiento que tan acertadamente se os ha confiado.
Os recibo rodeado de algunos 3migos para vos nuevos, pero para quienes vuestro nombre y obra son familiares de tiempo atrás; todo aquel que estrecha vuestra mano franca, tendrá la sensación de conoceros de an:iguo: pues, quien ha leído una estrofa vuestra, de esas que andan volando de hoja en hoja, vale decir como de boca en boca, ya no os olvida.
Vuestro renombre os ha precedido y así estáis aquí como en casa vuestra. No neIsmael Enrique Arcinlegas cesito presentaros. Mas si tuviera entre los dedos la pluma de vuestros Pa to y familiar como la aldea nativa. Porliques, contaría varias anécdotas espiri que si se ama a París aun antes de cono, tuales de vuestro paso por París, en cerlos, cuánto más dulce y fuerte es su donde me pareció tan natural encontra imperio cuando se ha convertido, en ros por primera vez, que fué cual si des fuerza del hábito y la comprensión, en de antes hubiéramos comenzado. la sauna especie de prolongación de nosotros brosa charla que todavía no acaba. Lle mismos. Pues si París es la ciudad del gasteis a nuestro viejo París tan embe mundo más difícil de explicar y debido de lo mejor de su espíritu que no finir, es la más fácil de asimilar subhacíais sino continuar la línea de vida concientemente. No hay sino que reque os habías trazado en el arte, Deamcordar cuán difíciles son de domar bulabais por calles y salones como las otras grandes capitales y cuán un ambulante florilegio francés jen refractarias al extranjero son las pecastellano, prodigando el tesoro poéqueñas, para apreciar ese don de captar tico que habíais acumulado antes de voluntades que París ejerce sin esfuerzo llegar. Viestras traducciones de los alguno. Ciertas ciudades patéticas de poetas franceses, vuestras propias poe nuestra España, ciudades de sugestiones sías, eran las elegantísimas credenciales perturbadoras de Italia, de Oriente, de que todo el mundo os reconocía.
Africa, nos hacen pensar repentinamenComo emblema y símbolo de lo que te en lo extraño del destino errante os debía la poesía francesa, recordaré como sin raigambre, nos ponen en el cosólo el beso, accolade con que, nues razón un lacerante deseo de felicidad o tro viejo Haroucourt, el hosco poeta re de un olvido estable.
Mientras que en cluído entre las antiguallas del Museo París ni siquiera uno necesita ser feliz Cluny, os agradeció efusivo uno de los de veras para estar contento. Es la vimomentos de más grata emoción de su lla de las consolaciones innumerables.
vida, cuando rodeándolo en vuestra ca Entre las infinitas compensaciones que sa de un auditorio escogido, recitasteis ella nos ofrece, alguna se encuentra en su presencia la versión que mucho siempre, que basta a volver la vida inteantes de conocerlo habíais hecho de alresante; ya sea el arte, o la ciencia, o el gunos de sus poemas. Por una parte, re placer, o la sociabilidad todo os convida cordaré tan sólo cómo, en mi casa, inti en apropiado ambiente y no forzado steis con Unamuno, que andaba hura intermitente como en otras partes. uno ño entre franceses como buen español ni se pregunta si es París quien ajusta que era y desahogaba su murria de deslos espíritus y los corazones más descterrado hablando entre americanos como mejantes a su ritmo propio, o si somos entre los suyos, y os convencía en un nosotros quien calla, en el París múltirincón aparte del alto valor literario de ple y flexible, un París especial a imaEfigenia cuando vos creíais, viendo a Tegen y semejanza de las propias inclinaresa tan bella, que con eso le bastaba y ciones. Porque París complaciente, teje que todo lo demás le era por demás. y desteje la misma tela que nuestros Mas, no hablemos aquí de París, aun sueños.
que para vos como para mí nos era gra Recuerdo cómo gustabais de él. Mas, yo se que al recordar todo esto, y por eso lo hago, no avivo vuestra nostalgia. Ni quiero tampoco aludir al contraste entre la universal hospitalidad de la capital del mundo y la intimidad de este aprisco de.
casas adormecidas en un regazo recóndi. to de los Andes. Quiero sólo decir, y esto en honor vuestro, que en todas partes sois el que sois y valéis lo que valéis; y que, como andáis, ora absorto en vuestra ensoñación de artífice de versos puros, bra atento, con los ojos del cuerpo o del alma, únicamente a lo que en redor vuestro suscita en vos una sensación de poeta o una inspiración de artista, sabréis encontrar aquí como cualquier parte vuestro pasto espiritual, color para vuestra paleta, metal para vuestra forja. de antemano os agradecemos por lo que de nuestra tierra habréis de cantar sin duda y en forma tal que perdurará, inmune al paso del tiempo, acaso más que lo que se construye en otros terrenos sujetos a lo deleznable de todo lo material o a lo versátil de la fortuna.
Enamorado sois del arte no perecedero. trabajáis, trabajáis la forma como una prenda de perennidad.
Cultor de la forma; escultor de la imagen poética, artista amante de la perfección: palabras que en estos tiempos se ha pretendido vaciar de su contenido, tomándolo como un juego de paciencia o una manía de esteta lleno de escrúpulos y remordimientos. Hoy hay que hacerlo todo comú a la carrera. No importa que asimismo desaparezca. Pocos son ya los que como vos, hacen, deshacen, rehacen un soneto cinco o diez veces. Una asonancia, la más leve semiasonancia, os obseden; y hasta que no fulja primurosa y neta la pulcritud de la orfebrería, vuestro buril se afana infatigable.
Vuestro afán ejemplar es recomendable como norma de probidad intelectual y artística a las nuevas generaciones. Recordando el arduo ideal, perseguido, alcanzado a veces por Leconte de Isle, por Joseph María de Heredia, y más cerca de nosotros por vos mismo, decía yo, no hace mucho, en alguna parte, cuán deseable habría sido que en medio dc nuestra anarquía tan prematura, persistiera el viril influjo de los Parnasianos, no porque su escuela encerrase el secreto de la poesía, pues no hay escuelas sino poetas, y el poeta de verdad lo es, por extravagante o absurda que sea la forma de expresión que adopte. sino más bien por cierta necesidad pública de ejemplos de conciencia artística, de exigente prurito estético y de vocación univoca. Ahora el rigor de un soneto parece a muchos impacientes sólo un abuso de la tradición y despierta en ellos sonrisas de ironía fácil y satisfecha ignorancia. Mas, por ajenos que sean al secreto de la perfección, nadie puede desconocer esa especie de milagro que es un soneto logrado. El soneto es vueso Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica.