102 REPERTORIO AMERICANO de ortiga tropical, nos colamos penosa cuden entrañadas alegrías bullidoras, ni videz de su pureza, yacen linfas cadá.
mente a través del breñoso hondón que la incitan obstáculos lejanos. Tan hon veres, inmemorialmente difuntas, dentro cercan en torno altas murallas natura do es su reposo, que ya nada fuera eficaz de sus sarcofagos de roca, bajo la cárdeles. Apremiados por lo avanzado de la a infundir en ella nueva inquietud. Nada, ina irradiación que de ellas mismas dihora, sólo echamos una ojeada, a lo lar nada la turba ni altera su intimo sosie fluye.
go, a la pozuela intermedia, oprimida en go; tan tranquila está que parece inauna angosta hendidura de la roca. Mu nimada.
cho más chica que los otros dos ojos, Ni es suyo el temblor interminable Caverna milenaria: emergemos de tu posee sin embargo el rasgo familiar inque parece agitar los lívidos matices que solitario seno llevándonos en la retina. confundible: la azulada transparencia su diapreado seno encierra. Los rayos la indeleble ofuscación de tus azules con el característico cromatismo que, en de luz que la atraviesan son quienes ateridos, y en el alma un poco del sobregamas acordadas, comprende desde el tiemblan y palpitas dentro de aquella humano silencio que en ti se recoge. En más claro cardenillo, en los sitios menos agua, impartiéndole una ilusión de vida; tu desierto ámbito hemos vuelto a senprofundos, hasta los violados más opa quieres titilan en ella con mortecino tir, inopinadamente, una emoción pare cos de la parte honda.
fulgor, gradualmente minorado a medida ja al pavor que alguna vez habíamos exCuando ya casi hemos apurado el que, sin apenas cascarse, la trasverbe.
perimentado en las salas egipcias de los. fragoso trecho que separa las pozas ma ran. Unos atolondrados rayos solares viejos Museos; allí donde, entre canopes yores, nos desviamos adrede y escalaque, por penetrar en esta gruta, se tami de alabastro guardadores de vísceras in.
mos un poco el flanco de la cueva, que zan entre las pensiles guirnaldas que tactas, en bálsamos secretos maceradas, en esta parte está de musgos y menu caen al precipicio, trenzadas de sarmen y estáticos simulacros de pórfido y bados culantrillos tapizada, por sorber, en tosas plantas que se estiran desde el salto, merced al patético cálculo de geuna pileta que allí se hace, un poco de campo sobrestante y, salvando el cantil neraciones locamente codiciosas de peragua pura. como no cesa de destilar de la hoya, se descuelgan flexibles, por duración, nos cruzamos hoy con amojasus isocronas gotas la estalactita que sus propios tallos, como curiosas de son madas momias impasibles, venidas hasta paulatinamente la alimenta, mientras de dear la sima.
nosotros desde remotísimos días y avia.
bruces apagamos nuestra sed en la con Aun más que frente a las otras pozas, das ¡todavía. hacia el futuro. En tu chezuela en perpetuo desbordamiento, aquí sentimos que esta linfa sin pulso, umbroso asilo hemos inhalado levísimo nos acribillan la nuca perdigones de de sin voz, sin aliento; esta linfa sin onda, vaho de eternidad, tónico a nuestro esrretida nieve. Repuestos por la breve ni rumor, ni dirección; esta linfa tan píritu porque la esencia de nuestro es.
tregua, proseguimo quieta, tan pasiva, tan inerte, está muer píritu es imperecedera, siquiera sea so.
Tenemos que avanzar cada pisada con ta. No la estremecen las caricias de la focante para la endeble contextura de particular cautela, porque el terrero es brisa, ni la individual punzada de las. nuestro pecho mortal. sobre todo. oh tan hostil y caótico, que el menor des gotas que la acrecen la irrita. Hurgan caverna milenaria. en tu callada honcuido podría precipitarnos por un despeen ella los rayos del sol como si procu dura hemos recordado que, como las ñadero. Ya sólo nos encubre la visión de raran animarla, como si intentaran des efímeras gotas de tus altas bóvedas, nos.
la hialina poza un áspero peñasco que pertarla, como si quisieran galvanizarla. otros también somos hechos a brillar un parece estar apostado aquí para guardar Pero el empeño excitador, cada día reno breve espacio, clarificados en el filtro el paso.
No poco trabajo nos cuesta vado, es renovado cada día en vano, doloroso de la Vida, para luego caersortearlo, mas cuando a fuerza de maña porque esta linfa muda, helada, inmó cacaso no más que para tornar a depulogramos ocupar su cresta y abarcamos vil, desde hace centurias de centurias rarnos, como ellas, en venideras filtracon la vista todo el entreclaro ámbito de está muerta. En verdad, criptas sepul ciones dolorosas. los unos como los la gruta, el espontáneo, inevitable ah. crales son estas grutas, en donde, vir otros, unos ayer y otros mañana, en la de quien atónito divisa un tesoro porginales e incorruptibles en la frígida li linfa inconmovible de la Muerte.
tentoso, se escapa de nuestra garganta.
Es que allá abajo como tiritando de Américo Lugo Romero azul, la poza palpita levemente en su roqueño caliz. Ebria de reflejos y camLugo Romero, hijo del conocido escritor dominicano Américo Lugo. Es un biantes, nuestra ávida mirada no se canjoven de vasta cultura artística y literaria; ha escrito poco hasta ahora, Noviembre de 1931.
sa de seguir la refracción de los haces luminosos que, franqueadas las ingentes moles interpuestas, van a hincarse en la cristalina sobrehaz para perderse luego en la glacial hondura, entre vórtices de SAN JOSE, COSTA RICA glaucas vibraciones.
Durante no sabemos cuantos minuAgentes y Representantes de Casas Extranjeras tos, fascinados por el mágico azulear del agua, no acertamos a apartarnos de este risco tan afanosamente conquistado. Dejando al fin el vericueto que nos ha serThe National Cash Register Co.
vido de atalaya ocasional, nos acercamos a la poza por la parte donde una gavilla Máquinas de Contabilidad BURROUGHS de retorcidas estalactitas desciende hasBurroughs Adding Machine Co.
ta llegar a empotrarse en el acueo pavimento de pulido lapislázuli, intermitenEscribir iROYAL temente rizado de ligerísimos expansiRoyal Typewriter Co. Inc.
vos círculos concéntricos. Sobre nuestra cabeza, abierto escotillón en la techumbre de roca que sustenta la campi.
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ña, la breve grieta de una furnia deja pasar hasta nosotros un cerúleo guiño de de Goma cielo inesperado, de cielo viejo.
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Aquella agua, sin embargo, no se mueve; antes bien, considerada con deMaquinaría en General tenimiento, parece estar tan rígida, tan desmayada e insensible como si ya nada James Montley, New York existente fuese poderoso a vencer JOHN KEITH, RAMON RAMIREZ serenidad. Ni es probable que fuerza Socio Gerente.
Socio Gerente.
alguna consiguiera estimularla o alcanzara impelerla, puesto que ya no la sa1 JOHN KEITH Co. Inc.
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