REPERTORIO AMERICANO 163 Para todo dolor AFIASPIRINA BAYER)
el producto de confianza báculo y la mitra, el clero leonés había venido deteriorándose lamentablemente, y de los hijos de Loyola tan vago era ya el recuerdo en León que, cuando se decía la Compañía. los leoneses enten(BAYER)
dían la empresa aguadora o la de la luz eléctrica. La instrucción que Mario debía recibir le ofreció al obispo problemas que ya le preocupaban, agravados ahora. Para la enseñanza del latín contaba con sólo un maestro capaz, el padre Emigdio, tribulación constante suya.
Veinte veces había tenido que suspender a este presbítero por mantener ideas liberales y por demasiada indulgencia que se daba en correrías nonsanctas, y cada vez se había visto obligado a levantar prematuramente la suspensión para no provocar escándalo en su diócesis. ΕΙ obispo era granadino y León le cobraba caro que fuese severo para con padre tan mente la blancura de su seno. Ponía loleonés: Porque al padre Emigdio lo ado cos a los muchachos y ella se conservaba raba León y le celebraba la afición al cuerda.
guarito curado con hojas de higo, a la ivy, qué calor. decía la taimada, al compañía de los herejes desterrados de acabarse una pieza de baile mazurka o Colombia, y, de vez en cuando, a men polka y melindrosamente tomándose la galitas olorosas a reseda, a magnolia y blusa con las yemas de los dedos se saa heliotropo. Con los colombianos el pa. cudía la ropa, dándose aire al cuerpo.
dre Emigdio solía ponerse de acuerdo en ¡Qué olor trastornador el que esparcía litterae humaniores: Con las mengalitas entonces. se comportaba como hi o verdadero del Los mejores partidos se enamoraron Renacimiento, o como excelente romano de ella. aunque no había motivo verde cualquier época. Los cuentos que se dadero, bastó su excesiva popularidad y decían de él corrían en cuchicheos y su natural desenfado para que la socierisas: dad aristocrática definitivamente se hi Te digo que se arremangó la sota iera de granito para recibirla. Luego le na iy lo hubieraj vijto con la guitarra en inventaron cuentos: el regaso. Mialma, le dan dinero. dejpuéj. Serán regalos, niña. Vaya la pregunta! Por sólo tocar. Regalos. Qué regalos! Vasos de guitarra no lo hubiera sujpendido el olor, mediaj, fujtanes de seda, camisones granadino. Dicen que la tijera crujiva de dormir. Pero si no me lo querej como una tespestad y de repente se rajó. creer, decime que tengo larga la lenLa mujercita creyó que la tierra se hun gua. Atrevete a defender a una tal!
diya para tragársela y pegó tamaño gri La Villanita provocaba pasiones, de Así se supo.
amor entre los hombres, de odio entre las No obstante tales circunstancias, el mujeres.
obispo le confió Mario al padre Emigdio Mario se enamoró de la rubia alegre para que lo empapase de latín. El latin y garbosa. Se enamoró de veras, con era requisito indispensable para ingresar afán de adoración. Llegó a sentir asco al Pío Latino. El padre Emigdio le co por todas las queridas que había tenido bró cariño al estudiante. Lo hizo su dis antes y a desear haberse conservado cascípulo.
to para merecer a esta criatura. La Vi.
Mario, a los veinte años, ya había co llanita era dulce e ingenua. Si ardía metido calaverada y media, y se había como llama, esa llama sería la de cirio hastiado de mujeres. Aconteció por en pascual. Mario se le declaró. Le juró tonces que al general Villena, caudillo que se casarían.
de Masaya, gran jugador de gallos, lo Allí fue Troya. La mamá de Mario se expulsó del país el supremo gobierno, y desmayó al saber la resolución de su rue la hija de este hazañoso militar, ru hijo. El padre de Mario, abogado, se enbia coquetona, dc lindo cuerpo jovenci fureció. Mario abandonó la casona pato, se trasladó a León, con su madre, a. terna y se fue a vivir a casa de sus tías.
solicitar ayuda de parientes que allí te la mañana del día siguiente a este trasnían, o creían tener, hasta que el Presi lado Mario recibió una cartita: dente diese amnistía y el desterrado pu Cabayero, espero que de beras lo sea diese volver a cuidar de sus gallos y de y que no querrá causarle aflicción ha ellas. La Villanita, como le pusieron en quien usted dise querer tanto. Cuando León. hizo furor. Los parientes no ha estas linias yegen a sus manos, ya mi bían ido a encontrarlas a la estación, mamita y yo no estaremos en Leon. En se hospedaban en el decente hotelito del Masaya tengo prometido y usted debe maestro Molieri músico y laborioso. Pa comprender. Se despide de usted saban los días y la cuenta, sin pagar, de la Villanita.
ja señora y de la niña, preocupaba al Mario corrió al hotel. Se comentaba buen italiano. Pero la Villanita ahogaba allí que alguien había pagado la cuenta toda tribulación en frivolidades. Le gus de la señora y de la hija. Mario se dio de taban los corpiños de cuello ancho y en trompadas con un tipo que hacía alusioinocente descuido solía exhibir discreta nes indecorosas. Vuelto a casa de sus to.
tías, envió por su cabalgadura peruana, en que acostumbraba pasarle por las tardes a la Villanita, y se fue a la hacienda de su papá, hacia el mar. Cuando volvió, a las semanas, traía la determinación de hacerse cura. En su casa quisieron disuadirlo, pero el muchacho acababa de cumplir los veintiún años y les espetó su mayoría de edad a los papás.
La mamá de Mario lloró largo arre.
glándole el baúl de abolengo, el único que había en casa, porque nadie en la familia había viajado nunca, y luego lloraba cada vez que del Seminario le devolvían los paniquines de pinolillo fino, de cacao que ella misma había preparado con sus manos delicadas, y los botes de rosquillas y cosa de horno que había mandado a pedir expresamente a Chinandega. Mario se había vuelto asceta.
La buena señora se quejaba con el marido. No debiste de haber hecho eso.
Le quitajte la ilusión. Le robajte el rejpeto a la mujer. La señora no seya majadera, replicaba el abogado. Si hubiera sido para esposa de mi hijo, no hubiera consentido esa mujerzuela en escribir esa carta por dinero. Si ella no quería. Si fue la mama la que la obligó porque estaban en la pura lipidia.
El marido daba la vuelta. La señora lloraba más y más.
Mario, que ya era bachiller y nada lerdo, aprendía latín con facilidad. Mescs y meses se mantuvo en encierro. El padre Emigdio no desesperaba, sin embar.
go, de hacerlo enteramente suyo, y celebraba sus progresos. Le gusta Horacion anunció una tarde el padre Emigdio en la tertulia de los colombianos donde ya se le quería a Mario como se quiere a un ideal.
Un día cundió en León la noticia de que ya Mario se dejaba ver. Había que madrugar, eso sí, para ir a la misa del obispo, tempranito, con el alba, en la ca.
pilla de la Inmaculada, en catedral: Mario la ayudaba a decir. La misa del obispo se hizo popular entre las muchachas. Mario aún no había recibido ór.
denes sagradas: Le faltaban años para eso: Podía, a la hora que quisiera, colgar la sotana y volver al mundo. Su romanticismo le había creado aureola. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica