284 REPERTORIO AMERICANO que pudiera haber entre él y Byron; Goethe no disimuló la superioridad del inglés en espíritu, conocimiento del mundo y fuerza creadora. No puede compararse a estos dos poetas dijo. sin que el uno aniquile al otro. Byron es el tizón ardiente que reduce a cenizas el sagrado cedro del Líbano. La gran epo: peya del italiano ha guardado su fama durante siglos; pero una sola línea del Don Juan acabaría con toda la Jerusa.
lem libertada.
la progresión.
ha hecho usted bien levantándole en Helena el monumento inmortal del Amor. No podía elegir a otro que a él dijo Goethe como representante de la nue.
va edad poética, pues sin duda hay que considerarle como el primer poeta del siglo. Además, Byron no es ni antiguo ni romántico; es como la época actual misma. Yo necesitaba un hombre como él. Era también el indicado por su na: turaleza insaciable y su tendencia guerrera, que lo llevó a morir a Missolonghi.
No es fácil ni recomendable escribir un estudio sobre Byron; pero tampoco en lo sucesivo dejaré de mencionarlo ocasionalmente, tributándole la honra debida y citando algunos de sus pasajes.
Ya que la Helena había venido a ser objeto de la conversación, Goethe siguió hablando de ella. Anteriormente había pensado de otro modo el desenlace, me lo había representado de distintas maneras, y una de las veces me había salido bien; pero no quiero decirle más. En tonces ocurrió lo de Byron en Missolonghi, y abandoné todo lo demás.
Domingo 15 de julio de 1827. I, pág. 330. En cambio, nosotros conocemos perfectamente a Shakespeare y Byron, y sabemos apreciarlos quizás mejor que los ingleses mismos Martes 16 de diciembre de 1828.
II, pág. 48. Luego, la conversación pasó a Byron y a algunas de sus obras, y durante ella Goethe halló frecuentes ocasiones para repetir sus anteriores manifestaciones de reconocimiento y admiración por el gran talento del poeta. Estoy conforme de todo corazón, repliqué yo en cuanto vuecencia dice de Byron; pero por grandes y valiosas que hayan podido ser las dotes de este poeta, dudo mucho que de sus escritos pueda sacarse un provecho decisivo para una educación humana. Tengo que contradecirle a usteddijo Goethe. Pues qué. el atrevimiento, la osadía y la grandiosidad de Byron no son educativas? Tenemos que librarnos de buscar lo que educa exclusivamente en lo decididamente moral. Todɔ lo grande educa, con tal que nos demos cuenta de ello.
Martes 18 de mayo de 1824. III, pág. 64. Se produjo una pausa, que interrumpió Riemer, recordando a lord Byron y su muerte. Con este motivo Goethe hizo un brillante análisis de sus obras y se mostró lleno de alabanzas y de reconocimiento. Por lo demás, añadió. aunque Byron haya muerto muy joven, la literatura no ha perdido nada esencial en su obra futura malograEn cierto modo, Byron ya no podía ir más allá. Había llegado a la cúspide de su fuerza creadora, y fuese lo que fuese lo que hubiera podido hacer aun, no hubiera ampliado los límites tra zados a su genio. En la incomprensible poesía de su Juicio final ha dado el máximum de su capacidad.
La conversación vino a parar al poeta itaiano Torcuato Tasso y a la relación Goethe o (Viene de la pág. 280)
ración de fugar, aunqu sólo sea en el nervios la suerte la continua escahumo de la hoguera que se apaga. pada. Borraba los caracteres de ayer, No está en el Fausto el conocimientɔ quería fijar los del presente, hacíase de universitario ni sólo la disciplina de los memoria y olvico. La imagen de este viajes mentales seguros (1. Hay algo sabio, aparente o absolutamente frustramás, en desigual armonia que ha para do, es parecida a la de Mefistófeles, 21 cido desorden, arrancando de los guar cual buscaba un tesoro escondido y en dianes del precepto el juicio de que ca vez de oro sacó solamente horribles car.
rece de unidad ese poema inconexo y bones. fragmentario. Es un libro proteico, de Mezcla de esperanza y de escepticisconfesiones y de símbolos, en el cual mo, de campo frío entibiado a trechos se extienden, con sinuoso avance y ca por rápidas lumbraradas de fe. lo larpricho de alegoría, la poesía y la verdad. go de las escenas del Fausto se plantea El mismo Goethe no quiso dar otro sub la vida unilateral del sabio y su inanitítulo al folio de sus Memorias. Fausto dad para sentir y gozar, en plena pose.
ha buscado, con absorta mirada, en to sión de los seres y de las cosas, aun dos los libros, el secreto de la juris. cuando no se sepan o se desdeñen las leprudencia, de la medicina, y también, yes reguladoras del Universo, los prin para su mal. de la Teología. Se dice cipios biológicos. Qué se le da, en demaestro y doctor y bien pronto la ron finitiva, al gustador sibarita, de la proda de sus discípulos crece y crece como funda elaboración de la tierra y qué al una marejada. Querrá conducirlos de dueño de la tarde plácidamente recalenlos cabezones. a la memoria de la teo tada o al poseedor de los tesoros, del ría, a la vida insegura de la hipótesis, parentesco de los dioses y los metales?
al dominio de la astrología, a la expli El cobre: Venus; el hierro: Marte; el cación de las proposiciones de Tales y estaño: Júpiter; el plomo: Saturno; cl Anaxagoras, al peripato o a la intuición?
oro: el sol; la plata: la luna. Esos térmi Veo que nada podemos saber exclama nos habían fatigado a Fausto y el apreel doctor Fausto, añadiendo en tono de cio goethiano del saber inactivo y copropia condolencia, y esto llega casi pioso se concreta en la figura del hoa consumirme el corazón. Igual la ex múnculo, cerca de cuya vida exáltase el presión socrática e idéntica la vertiente descubrimiento de la procreación rebeque trae aguas de lejanos orígenes y se lada. Wagner lo contempla adquirir precipita a su término en cascada que movilidad en la redoma mágica y el será se ignora a sí misma, aunque reviente quien en breve interprete un sueño de en espuma millonésima. Ese pobre lo milenio del Doctor Fausto. Los viejos co, tan sabio como antes al buscar, in libros nos han dado una idea del hoquietamente, al profesor Nostradamus, múnculo: transparencia que se dijera ingritaría con la voz apagada y consumi corpórea, endeblez, existencia biológica da por las mil imágenes que salen de artificial e inteligencia extraordinariar sus libros para danzar extrañamente por mente lúcida. Al subrayar, con sonrisu estancia gótica. La magia. el ma sa, esta nota, pensamos en el moroso crocosmo! Abandonará los volúmenes afinamiento de la mentalidad que despara darse a Mefisto y cuando retorne, truye la forma amada de los gimnastas, en la segunda vida de la tragedia, a la la vida olímpica de Píndaro. Dolíase el residencia de su antigua sumersión de Doctor Fausto de llegar, en la redoma buzo de las ideas, le saludarán burlode su vigilia, a la expresión del honamente los gusanos y ante el gesto múnculo, y a cambio del conocimiento asombrado del fámulo, el Bachiller que tangible y del reflorecer de la juventud, confunde a Mefistófeles con Fausto ha enajenó su espíritu, decapitó su terror, y de dudar de la ciencia del antiguo hués si de ascender y expandirse se trataba, ped de la cátsura. Duda que levanta, no vacilo en aceptar, para subir, el aire con la gracia de los soplos moceriles, el ignífero que le ofrecía Mefistófeles. Tampolvo que recubre los muebles por lar bién en otra vez el diablo homúnculo y go tiempo abandonados, que ha enca cojuelo, llevó por el espacio madrileño necido a los murciélagos, pero que no al travieso estudiante Cleofás.(1)
ha cegado el ojo de las luciérnagas. DuEse Mefistófeles que se daría al da de jovenzuelo que no podía herir la diablo si diablo no fuera él mismo. de.
delicadeza o el entero dominio de Faus.
signará la marcha de Fausto. Otra vez, to, pues su misma visión, la de avanzar, sobre la infinitud del universo, el alla de renovarse, solía imprimir en sus bedrío y la tentación, los frutos de la da. 1) Si Goethe no ha podido aceptar la ciencia universal de Leipzig, a lo menos ha sacado indirectamente partido de ella. Bossert: Goethe, sus precursores y sus contemporáneos. 1) Luis Vélez de Guevara: El diablo cojuelo (1611. Novela de la picaresca que participa de la leyenda médioeval de alquimistas y demonlos, como la posterior del francés Lesage, Le dlable boiteaux. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica