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82 REPERTORIO AMERICANO Por las tardes, confúndense con las nu jado ambiente de paredes blancas: unas rrocamientos sin gloria: hasta asamblea bes del poniente y se convierten, ya fa flores, un retrato, una sentencia mural.
y congresos gloriosos derrocados a los.
bulosas, en montañas de plata y de oro. Por ejemplo ésta: Haz las cosas peque, vientos del odio. El Año Veinte, encruo en extendimientos de fuego. Hasta que ñas como si fueran grandes, y llegarás cijada de envidias, de rencores, de odios.
todo se lo traga la noche, y vuelta a a hacer las cosas grandes como si fueran La inútil aparición de Rivadavia. La tocomenzar al otro día. Ulpi era en un pequeñas. Un gran ulpiano, un perfecto tal anarquía después de la caída det tiprincipio una de esas nubes de pedago. devoto de Ulpi nos lo dice con tal acento tán generoso. El patíbulo de Dorrego; gia utópica que andan errátiles por los que volvemos a pensar: De. Rosas. Odio vivo, odio implacable, hasta aires a la busca de alguna soñadora tie cuatro siglas puede salir un nombre, y las mismas vísperas de la fundación de rra propicia, Tales quiméricos espejismos de un nombre hasta una religión. esa providencial ciudad de La Plata.
pedagógicos no dejarán nunca de inos Pero discuten hoy todavía los que Odio también después. Horrorizado po: trarse a los hombres. Proceden, cono creen conocer el pensamiento ulpiano. su dantesco viaje a través de esa selva cidamente, de esa como niebla que sin es que se puede a discreción sembrar sangrienta, el fundador de Ulpi oponía duda se levanta de Crotona, la comarca y recoger en materia de destinos. este dogma de amor: Conocernos pa.
que eligiera Pitágoras, allá en la Mag no tiene razón el árabe fatalista uand ra comprendernos; comprendernos para na Grecia, para su singular cofradía de dice que cada uno lleva el pájaro de su amarnos. quería que Ulpi fuese como iniciados. Ello fué que la nube se posó suerte atado al cucllo? Hacer tales blan el primer núcleo de esta honda recomentre los eucaliptos del Bosque platen cos en el porvenir. y cómo. El ar posición de la patria; que en estos inse. fué el Internado; es decir, Ulpi: co, la enseñanza. La flecha, cualquier ternados se congregaran niños de todas una república de estudiantes soñada pri vida de aquéllas. Ay! La teoría con las partes del país. Como lo hubiera mero por las nubes erráticas y realiza frontada con la realidad haría sonreír no imaginado algún místico del Oriente, se da después por un místico de la peda. ya a los hombres: a las piedras. Mu propuso él ir creando fraternidades gogía.
chos, muchos de aquellos educandos de cofradías de amor de que fueran miemRegenteaba la original república un la libertad. no renegaron y maldijeron bros, niños de costumbres, clases sociaTutor claro varón, el cual tenía otros de ella. Digamos de una vez que to les y fortunas distintas; comunidades claros varones que lo secundaban. Los dos los sueños pedagógicos acaban ma en suma de un patriotismo de tipo nuemaestros parecían pensados por Rodó en recidamente despedazados.
vo, de un patriotismo resueltamente ele.
la más bella página de Ariel. Los. Así hablan y así hablaron siempre los vado a religión. Año por año se celealumnos, diseñados por Cané en la más que ni saben ni supieron qué era Ui braría el día de Ulpi; todos los años la recogida anécdota de Juvenilia. Maes pi; los que ignoraron la clave de su cita sagrada de los nuevos con los viejos.
tros y alumnos sentían la trascendencia pensamiento. Pensamiento tan alto, tan Ved por ahí si era Ulpi uno de tantos de su particular destino, y todos vivían bello, tan claro, tan fácil, que de ser artificios pedagógicos.
horas de resplandeciente belleza moral extranjero no pocos libros se hubieran Pero lleguemos hasta el fin.
en aquel paradójico internado de puer escrito en la patria para encarecerlo, y tas abiertas. Porque eso era Ulpi, desde que siendo una realidad argentina acaotro punto de vista: el internado que bó tristemente deshecho en la nada. JusDesde que, conocí y hube de meditar no lo es. Ni vigilantes, ni celadores, ni tamente cuando ya era Vipi como una la historia de Pitágoras, estos ensayos determinadas horas de estudio. Por en torre sobre otra torre.
casi iniciáticos parécenme ineluctablecima de todo, la enseñanza viva de ja mente peligrosos. El mundo no está lislibertad. Los alumnos se daban como Todo está No. Uipi no era uno de tantos artifito para tales realizaciones.
en ofrenda a un porvenir mejor, se ofre. cios pedagógicos que el saco roto ofilisto, en cambio, para que se frustren lo3 cían cándida y sinceramente para sabios, cial va sembrandu. Tenía una profunda mejores intentos. Se teme oscuramente para apóstoles, para héroes; y los maes razón de ser. Su fundador sentía toda que un poder nucvo, desconocido, puetros, bajo el simple aspecto de unos bue. la amargura del drama histórico argenda surgir dominador, con nadie sabe qué nos hermanos mayores, se disponían. a tino. Había descubierto la fuente de los extrañas ramificaciones. Una reforma que ser los maestros creadores que se necemales: el odio. Odio, odio y siempre involucre lo político y lo religioso y sea sitaban, los autores de hombres que ha odio. Llamaradas de odio, acaso más alcapaz de dar una renovada síntesis de.
cían falta. Entretanto, y con esta mira, tas, marcaban la separación de las épociencia y vida alarma por manera pro. cómo se remedaba la vida pública en cas. Entre Saavedra y Moreno, odio; funda a los hados. Némesis vigila. Asi aquella deliberada y voluntaria colme entre Montevideo y Buenos Aires, odio; en la historia de Pitágoras contada por na! Allí sociedades cooperativas, allí ca. la segregación del Paraguay, egoísmo Schuré. Así en la historia de Vipi.
jas de ahorros, alli teatro, ateneo, gim y odio; entre la Junta y el Triunvirato, Acaso por recorrer siquiera en fragnasio; allí gobierno, cámaras, tribunales. odio. Entre las provincias y su natural mentos de arco esta órbita vedada, Ulpi también. debió sucumbir. fué lo más Allí presidente de la república y minis capital, desconfianza, mezquindad y odio.
tros. Allí visitas de grandes hombres. De uno a otro Triunvirato, odio. Del dramático que en cierto modo sucumPor bandera, una grímpola con los co Directorio en adelante, una serie de debiera a manos fraternas. Más allá de las lores violeta y blanco. El violeta simboanécdotas está el episodio grande. Ava.
lizando el altruismo; el blanco, la pureza.
salladora, y con las banderas adelante, INDICE Todos creen saber las cosas de Ulpi, una columna juvenil ansiosa de reforbien lejos de conocerlas, y piensan: D: mas se había puesto en marcha desde Córdoba hacia el futuro. Hurrah, herlas muchas nubes de utópicas excelen.
manos! Habían exclamado los de Ulpi: cias que deambulan por los cielos una Mas por la fuerza de las cosas aquella vino a posarse al medio de tu viejo bos6 LIBROS QUE LE INTERESAN: falange pasaría destruyendo, sin erer.
lo ni saberlo. cierto: no lo supieron, Romain Rolland: Vida de Ramakrishna. Ensayo sobre la mistica y la acción de no lo quisieron; pero Ulpi, la torre que Universidad, La Plata, India viviente. estaba sobre otra torre, cayó.
Internado. De cuatro siglas puede sa Otto Ruhle: El alma del niño proleCon todo, el alma de Ulpi no ha lir un nombre, y de un nombre hasta tario. 50 muerto. Vaga desde entonces en el bosHenri Rollin: La revolución rusa II: Del una religión.
marxismo al nacionalismo. 50.
que platense esperando el día en que La casa reía en el bosque a pleno sol, Henri Rollin: La revolución rusa I: Su cien Ulpis, a imagen de la que fué, se en una dicha de ventanas abiertas. Desgénesis histórica. 50 levanten por cofradías en las grandes de los balcones se divisaba o una calle Pavlov: Los reflejos condicionados.
extensiones de la patria.
Lecciones sobre la función de los hasta lo infinito, o la extensión inmensa del Plata. Una cama blanca, un ropero grandes hemisferios. rologo del Prof.
Porque bien lo dijimos: De cuatro siG. Marañón.
15. 00 glas puede salir un nombre, y de un de roble, un velador, un escritorio y dos Armand Praviel: La vida trágica de la nombre hasta una religión.
sillas eran el mobiaje de cada educando. emperatriz Carlota 50 Poca cosa más completaba aquel dospe.
Solicitclos al Admor, del Rep. Am.
Arturo Capdovila que, Ciudad. 3. 50 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica