72 REPERTORIO AMERICANO darse el inicuo placer de servir los fines de su ira. En un mundo de esta catadura, sólo se puede ser feliz, según Schopenhauer, en el más completo aislamiento, haciendo que el centro de gravedad caiga sobre sí mismo. En los hombres, como en los diamantes, sólo los extraordinariamente grandes sirven para solitarios; los ordinarios tienen que estar juntos y obrar sobre la masa. Para el tétrico filósofo nada vale lo que se representa, sino aquello que se es por sí mismo. Muchas objeciones podrían oponerse a este axioma. Todos dependemos de la apreciación en que nos tiene la opinión ajena, y acaso todo lo que somos dependa de este juicio. Pero abandonemos un tema que nos llevaría muy lejos.
Schopenhauer viejo Vizcacha su el Prometí hace algún tielapo a los lectores un breve y sucinto ensayo comparativo acerca del pesimismo de Schopenhauer y del viejo Vizcacha, mentor y consejero de Martín Fierro, a quien, junto con los perros famélicos, legó su profunda experiencia del mundo y de la vida aquel Diógenes pampero.
La razón de que la filosofía de Schopenhauer se halle más extendida que la de Vizcacha no estriba en su mayor profundidad pesimista, sino en haber sido lanzada desde las universidades y centros culturales alemanes, donde, por Iarga tradición, se forjan los sistemas filo sóficos, mientras el conjunto doctrinal de Vizcacha, maravillosamente sintético, fué disparado en la soledad y solamente recogido por el despierto y atento oído del buen Martín. En la difusión de una doctrina influye mucho la tribuna desde la cual se alarga, y siempre correrá con mayor celeridad la que parta desde la Sorbona o de la Universidad de Berlín que aquella que partió desde una tapera.
Pero para los iniciados en las grandes creaciones éticas y filosóficas, ni el punto de partida ni la rapidez en su circulación tienen un supremo interés.
verdadero valor es independiente de cstas circunstancias.
Schopenhauer ha traído aterrado ai mundo no sólo por el fondo tétrico de su ideología, sino por la forma dura y cru.
da de expresarla. Pero en los mismos recursos verbales, asaż espantosos, supe: ra, como pronto veremos, el filósofo gaucho al autor de Parerga y Paralipomena.
Vizcacha y Schopenhauer fueron con temporáneos y aunque sus sistemas filosóficos son en el fondo coincidentes, priede afirmarse que los autores no mantuvieron relación epistolar ni libresca. Separados por distancia antipódica, ninguino de los dos sabía cómo el otro iba elaborando su negra doctrina. Ahora bien.
sabido es que la filosofía de Schopenhauer deriva del brahmanismo y del budismo. La de Vizcacha, sin contacto alguno con estas normas del pensamien: to misantrópico, es, por lo tanto, com pletamente propia y original.
El fundamento esencial de la escuela pesimista consiste, como se sabe hasta en General Acha, en desear el exceso de mal para llegar al bien. Schopenhauer no sólo es pesimista por su concepción filosófica del mundo, sino personalmente, por su, agria propensión, fruto de los azares de su propia vida, a verlo todo en forma detestable. El destino es cruel y los hombres son miserables. Este mundo es una especie de infierno, y sólo hay que procurar encontrar en el sitio al abrigo de las llamas. Es el mundo la obra de un demonio que lanzó a los seres a la vida para recrearse con el espectáculo de sus males. La vida es una constante persecución entre angustias, gritos y aullidos, y esto sin respiro alguno hasta el fin de los siglos. No cree en el altruísmo, ni en la generosidad, ni en virtud alguna. Los hombres están entregados a un ojeo continuo, a cazarse unos a otros constantemente. La mujer, a su juicio, no es más que un animalito de pelo largo y entendimiento corto. En el amor sólo ve la El pesimismo de Schopenhauer, por su fondo radical y su áspera forma, parece insuperable. Sin embargo, no le llega ni a la cola al de Vizcacha, así en el contenido como en el estilo. nadiedice Schopenhauer se quiere de buena fe más que a sí mismo y, a lo sumo, a su hijo. Oigamos a Vizcacha. De Caras y Carefas. Buenos Aires Dejá que caliente horno El dueño del amasijo.
preparación de las generaciones próxiLo que es yo nunca me aflijo mas. Nada en la vida es digno de consY a todito me hago el sordo.
tancia. Todo está sujeto al azar y al El cerdo vive tan gordo error. Lo que llamamos experiencia no se come hasta los hijos.
pasa de ser una triste filosofía hecha a tropezones. Toda la inteligencia del mun Schopenhaeur resulta un alegre opdo es inútil al que no la tiene. Cree, como :timista comparado con el filósofo gau. Helvecio, que no gustamos de la estima cho. Todas las enormidades de expresión: ción por ella misma, sino únicainente del autor alemán, todo su vigor de estilo, por las ventajas que procura. La misma palidecen ante esos versos en que el periqueza merece su más completo despresimismo alcanza su forma más espancio. Es como el agua salada, que cuan.
tosa.
ta más se bebe, da más sed. Con cierta Cuando Schopenhauer quería insultar delectación habla de las aves noctívagas a su perro le llamaba hombre. exprey carnívoras. Para cazar de noche so sando con ello todo el desprecio que éste bre los durmientes vuelan los buhos prole merecía. Pero también en esta previstos de pupilas desmesuradamente ferencia perruna le superaba Vizcacha.
grandes que les permiten ver en la osEl aislamiento de Schopenhauer nunca curidad, y con plumas muy blandas que, fué completo; vivió en constante pelea haciendo silencioso el vuelo, no despier filosófica con los hegelianos. Vizcacha, tan a los que duermen. Los insectos por el contrario, no quiso tener más provistos de aguijón es para que puedan. compañía que la canina.
Andaba rodiao de perros Que era todo su placer; Jamás dejó de tener Menos de media docena.
Mataba vacas ajenas Para darles de comer, Sólo a última hora, herido de muerte por el tabernáculo. como decía la culandrera. admitió en su rancho a Martín Fierro, a quien instruía, iluminado por el doble pesimismo del dolor y de su concepto del mundo, en la difícil ciencia de la vida: un Educándome seguía, Hasta que al fin se dormía Mesturao con los perros.
Ya hemos visto la pobre idea que Schopenhauer tenía de la mujer y del amor. También en esto es muy superior el pesimismo de Vizcacha, absolutamente incrédulo en la fidelidad femenina. Pasa a la página 79. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica