44 REPERTORIO AMERICANO Poesías de. Ismael Enrique Enrique Arciniegas Envio del autor Del libro El sol en los caminos: Cromo vespertino En alto risco de la oscura falda Al viento un árbol su ramaje inclina, el campo, entre la calma vespertina, Tiene un verde sombrio de esmeralda.
Brilla ancha ceja de zafiro y gualda En el poniente, sobre gris neblina, el sol, para morir, más se ilumina, en rojos. arreboles se enguirnalda.
Desde el rio, al rumor de la floresta, Subiendo van, de campesina fiesta Çantos alegres y animadas voces; al fulgor de la tarde, azul y puro, Se ven brillar entre el trigal maduro, Como vivos relámpagos, las hoces.
Cromo, matutino Al rlo bajan en tropel las greyes, De polvo entre un oscuro remolino, se estremece, al viento matutino; Dando aromas, hilera de mameyes.
Como mástiles se alzan los magueyes En el azul repos campesino, ante la venta, a orillas del camino, Pasa un carro que tiran niansos bueyes. misa toca la aldeana esquila, detrás de la clueca, en larga fila, Cual puntos suspensiyos van los pollos; Bramar en el corral se oye una vaca, se esponja, entre olores de albahaca, La voluptuosidad de los repollos. orillas del Magdalena.
Un arenal, y otro arenal.
Un arco De bronce ardiente, finge el cielo: El río Se va extendiendo con color de charco Hasta los troncos de un palinar sombrio.
En el agua dormida reverbera El sol. en la aridez de la ribera, Junto a sonbria zarza. Esbelta, blanca y sola, cual si fuera Lirio del arenal, se ve una garza.
Croquis campesino Entre la sombra, un resplandor del alba Ya con la estrella matutina asoma. el horizonte lentamente toma Un vago tinte, sonrosado y malva.
Helado viento de la cumbre calva Viene; en los huertos al pasar se asoma, el raudat que entre peñas se desploma Saluda al dia con rumor de salva.
El bosque todo es música de trinos, Mientras que sube en el confin distante El humo de los techos campesinos; el gallo, firme, y la actitud enhiesta. Finge que el cielo, con el sol radiante su clarin en el azul contesta, El hijo del Virrey «El Chorro del Fiscal» en la sombria Noche turba el silencio; en la calleja Aulla un perro, y una candileja Vacila lejos, en la noche fria.
La bruma envuelve la alta serrania, la luz de una alcoba se refleja, Con vagos resplandores, en la reja De hierro de doña Ana de Mejía.
El hijo del Virrey pasa embożado; En el negro sombrero, rica alhaja, el manto, por la espada levantado; mientras su cendal rompe una nube, La luz dormida de la luna baja, la canción de una guitarra sube. 1931)
La hija del Virrey En el Palacio virreinal, un dla Bordando estaba, al lado de su duena, El blanco velo de un altar. risueña, La hija del Virrey, doña Mencía. el doncel don Beltrin, señor de Chia, De Cajicá y Sopo, como quien sueña Miraba en la almohadilla de estameña Que un alfiler y otro alfiler hundia. temiendo el enojo de su orgullo Le dijo don Beltrán con voz de arrullo. Cuántos quisieran ser vuestro acerico. Dejó el bordado, se encendió en sonrojos, un fulgor de relámpago en sus ojos Pudorosa escondió tras su abanico. 1931)
Lápida sepulcral 41. 700» dice la piedra abandonada. 720» después. La piedra rota Agrega. Mari». Fulgida visión entonces Aota, Flota en el pensansiento como visión alada.
Maria.¡Ya dos siglos!. Quién fuiste, for tronchada?
Tu nombre mutilado, como una esencia ignota Viene a evocar ensueños desde una edad remota. Quién ſuiste. Blanca y rubia. Bella y de azul mirada?
Te veo, y me imagino tu plácida agonia.
En mañana de lluvia, tu faz reflejarla La luz ultraterrena con que soño tu anhelo. serias entonces como incienso que sube, Como aroma de lirio, como callado vuelo, como en alba de oro, níveo como de nube. 1931. La Calle de El Arco (Cuadro de 1700)
En el «Arco» que va desde el Convento.
Sobre la calle, a «La Tercerai, oscila Una trémula luz. Toque de esquila Vibra en el claustro acompasado y lento.
Es media noche. Ni un huniano acento Se oye en la paz de Santa Fe tranquila, la Comunidad, en doble fila.
Se despereza entre el silbar del viento. la luz vaga de la luna, como na pulida làmina de plomo, Junto al «Humilladeros, brilla un charco.
Rafaga fria cual lebrel aulla, los monjes, alzada la cogulla, Van pasando en silencio por el «Arco. 1931)
Tarde campestre Del libro Tiempos coloniales: Dama colonial Como radiosa evocación lejana, En marfil, cuyo brillo ya amortigua La edad, se ve la miniatura antigua, Entre un circulo oval de viva grana.
La diadema en airón que la engalana, De su raza los timbres atestigua, aún se percibe bajo luz ambigua Su belleza ideal de sevillana. Noches de la Colonia. La imagino ante el Virrey Solis, en reverencia, Con su donaire y su perfil divino, Cuando entre niveas blondas, como espumas, De los minues marcaba la cadencia Con su abanico de carey y plumnas. 1931)
Español aventurero Si escudo no me veis de roja barra, Señora Encomendera de «Pasquilla. Pechero os juro que no fuí en Sevilla, Cual Pero Antúnez mentiroso narra.
Coinbati contra el moro en la Alpujarra, Fui a Flandes con los tercios de Castilla, lo mismo que esgrino la cuchilla Punteo en el estrado la guitarra.
En mi linaje y mi valor fiaos, Que esta gente locuaz santafereña Enredos siempre en los corrillos forja. si el fin no sabéis de alos. pijaosa. Preguntad, doña Elvira, a vuestra dueña Lo que dice de ml Jon Juan de Borja.
Como un enorme tajó corta el monte la zanja Que de la serranía lleva el agua al molino, entre las altas rocas. y el cielo vespertino Destella de arreboles una encendida franja.
Dora un fulgor intenso de color de naranja El trigal; hay aromas de huerto campesino; como roja mancha, lejos, junto al camino, Se ve en medio de árboles el techo de una granja, El trabajo del dia terminado en la siega, Van, lentos y seguidos del gañán, por la vega Ya sin yugo los bueyes al conocido pozo; a la luz de la tarde, repleto de gavillas De trigo, avanza un carro; y el carro es alborozo De cantares y música bajo rojas sombrillas.
Impresión dominical Tras la bondad del cielo que socorre, Con el toque final de la campana La gente a nisa por entrar se afana. Luego al mercado de la plaza corre.
Se ve después al Cura que recorre Las ventas bajo ardiente resolana: Una limosna con unción cristiana. Pidiendo va para acabar la torre. Trigueñas aldeanas, por la calle Luciendo pasan, con esbelto talle, Trajes ligeros y bordadas golas; en el billar, ante la grey sumisa, El Alcalde reviéntase de risa Después de hacer catorce carambolas. 1931. 1) La tribu de los pijaosa, la mis aguerrida que encontraron los españoles en lo que es hoy República de Colombia, fué sometida y exterminada a principios del siglo Xys, sien lo Presidente del Nuevo Reino de Granada, don Juan de Borja. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica