REPERTORIO AMERICANO 191 La crisis económica y el maquinismo Envio del autor. San Salvador, El Salvador Se ha querido atribuir al maquinis. duce simplemente a lograr que una mo el origen de la crisis económica. hectárea de tierra rinda tantos hectóliCreemos que se trata de una suposición tros de avena, o que una máquina de arbitraria, sin fundamento en la cien tejer entregue tantos metros de tela acacia. Los ciclos económicos existirían bada. Máquina, es decir, instrumento de aunque no hubiese maquinismo, aunque que se sirve el hombre para defender el hombre estuviese produciendo con su vida, para ampliar su vida, para afirsus manos, como en épocas de barba mar su hegemonía sobre la tierra, para rie. Lo que el uso de la máquina aca prestar mayor impulso a su vuelo interrea es una mayor productividad del lectual, es también la prensa que multitrabajo; y gracias a ello ahora no pue plica las palabras escritas o dichas por de haber hambre en el mundo, y las los sabios, el bisturí que salva una vida, crisis económicas son crisis de super la onda invisible que lleva el angustioproducción.
so llamamiento de la nave perdida enEl maquinismo libera a la humanidad tre la borasca.
del espectro del hambre. Gracias a las Con o sin maquinismo, tendríamos cimáquinas el poder productivo del hom. clos económicos, es decir, variaciones bre se ha centuplicado, y gracias a las entre la productividad de hoy y la de máquinas las relaciones entre los dis mañana; entre los precios de este motintos pueblos de la tierra se han estre mento y los precios de después. Trabachado, hasta convertir el planeta en el ja allí un factor desconocido que está hogar de una sola familia. Una cosecha más allá del poder humano. Pero. con cuantiosa de trigo en Rusia, en Cana maquinismo sabemos que estos ciclos dá o en la Argentina, mueve el indica no se resuelven con explosiones de hamdor de los valores en todos los mercados bre, de carestía total, sino con superdel mundo, con absoluta y matemática producción.
exactitud. Puede la naturaleza negar Naturalmente, la máquina, cuando llea un país la lluvia necesaria para levan ga por primera vez, desplaza a más de tar las cosechas, pero los medios de un trabajador. Si la irrupción de un nuetransporte, no digamos entre pueblo y vo mecanismo significa el desplazamienpueblo sino entre hemisferio y hemis to de masas considerables de obreros, coferio, son tan perfectos, tan poderosos, mo aconteciera con la introducción del tan eficaces, que la espiga de Australia telar mecánico, corresponde al Estado sirve para mitigar el hambre en Europa. señalar un plazo para permitir la nueva Maquinismo. de que blasfeman los máquina a fin de que las clases obreras.
incomprensivos de la transformación so no sufran quebranto. Esta limitación, sin cial, significa eficiencia del trabajo hu embargo, no deberá llevarse jamás al mano, elevación de la especie. No se re extremo. El individuo no tiene derecho a negar el progreso social. La fedención misma del trabajador exige al estado moderno conformarse a la evolución de la técnica de la producción industrial y obedecer al precepto excelso de impedir, a toda costa, en obsequio de la dig.
nidad misma del hombre, que el trabajo que pueda hacer una máquina, sea realizado por un hombre.
Ahora, para quien analiza la cuestión social desde un punto de vista elemental, lo lógico es clamar contra la máquina, cuando sabe que con ella se pueden producir más zapatos, o trajes, o artefactos, que por medio del trabajo manual. cuando llega un pánico industrial, la suposición inocente es que las máquinas están haciendo las cosas, y como las máquinas no comen, la super.
producción aumenta y los trabajadores se quedan sin trabajo.
Pero no advierten que si es verdad que la máquina viene a sustituir brazos humanos, esos brazos encuentran destino en las múltiples necesidades humanas que nacen cada día gracias al desarrollo industrial. El número de hombres que ahora se dedican a construir máquinas, radios, automóviles, arados, fonógrafos, etc. es inmenso, e inmenso el número de aquellos que tienen que servir en distintas necesidades creadas por el mismo maquinismo, y como resultado de la plusvalía creciente del trabajo del hombre.
Con máquina o sin ella, la civilización contemplará las subidas y los descensos de los valores. N. Viera Alta mirano Setlembre, 1932.
ΕΙ santero don Julián Envio del autor. Santiago de Chile. Setiembre, 1939 Cerquita, más allá del sequión, hacia el lado donde el sol se acuesta, No recibía dinero. Nos traían ciruelas, palomas, dalias rellenas.
en una casita de adobes, sin siquiera revoque de cal, La dulzura de doña Victorita así llamaban a mi madreyiyia el santero don Julián.
limaba aristas de lágrima, vencía las gangrenas.
Recuerdo que era de color bronceado, los dientes ralos Ahora que me acuerdo, don Julián tuvo una hija, la Manuela.
y los ojos legañosos, con los párpados revueltos, colorados.
Mi mamá no me quiso decir nunca de qué se murió.
Cojeaba del reumatismo, tenía las manos tullidas Pero un día sentí llorar una guagua detrás de la cortina.
y fabricaba dioses con esas manos viejecitas. Es un recuerdo de la tal, hija de tal, me dijo don Juliás, La casa no erg sino un cuarto dividido por cortina mugrienta. ojalá se la cargue el Diablo, todas son tan.
Atrás, fuera del cuarto, el gallinero y una perra sarnienta.
Otra vez mi mamá le encargó a don Julián Yo era amigo de Ajiseco, el gallo de pelea de don Julián.
que nos hiciera un burrito y una vaca así de grandes.
Vivía amarrado al pie del catre como el perro de San Día a día fui a ver cómo le nacían las patas.
Roque: cabeza fina, agudos espolones y juhón de candela.
Eran horribles. Pero yo le decía: Están muy lindos, don Julián.
Era el clarín del vecindario: daba las 5, daba las Cuando ya estaba armado el nacimiento: trigos en tazas sin asa, No cubría las pollas. Por qué le pone traba don Julián. linaza en cajas de gardina, el Señor San José con su sonrisa El techo de la casa en ángulo era de paja, consentida en la puerteja una cruz de flores secas para espantar a las brujas y el suspiro de la Virgen al recordar la Palomitase nos llenaba la casa de vecinas con sus niños dioses cholitos.
y encima de la techumbre las nubes, maravillosas ubres repletas.
Yo había hecho esas casas de cartón con tantas ventanitas, Cuántos años tendría yo? Cuántos años don Julián?
y esos lagos de espejo, lo fácil que me era hacer patitos. juzgar por sus dedos mil años, a juzgar por mis miedos años.
Cuántos Cristos, Dios mío, rociados por el suelo!
En Reyes, a veces, mi papá Cuántos ángeles gordos como fetos, feos, impúdicos, sin sexo!
se prestaba de alguna comadre, un caballo grande y un chiquito y me llevaba hasta Tiabaya a sacudir los perales.
Me escalofrío cuando pienso en aquellos Santo Cristos!
Claro que yo nada sacudía no soy el viento! y a mí si me sacudía Los tallaba en madera de sauce con formón.
el caballito.
Enseguida los cubría con músculos de yeso. el yeso a veces lo mojaba en los labios resecosOh, qué grande era el mundo y cómo trotaba el maldito!
y pintaba. a los Cristos! sonrosados con carnes de aurimelo.
Me daba vueltas el sistema planetario, pero tenía un coraje!
Pero las llagas, qué tremendas! Parecian alaridos!. Vas bien. decía mi padre. Claro que si, perfectamento. las rodillas con soyos azules, y las ojeras moradas.
En Tingo tomábamog Kola y a nosotros nos tomaban los mosquitos.
Me espantaba la indiferencia con que manipulaba sus Cristos.
Veraneaba allá mi prima Isela, gorda, fresca.
Por unos cuantos soles para chicha.
Me miraba dulcemente las polainas y se quedaba en el reflejo.
se los llevaba como en pañales, envueltitos.
Al volver me dolia el caballo y me dolian sus ojos negros.
Una vez se cortó con el formón no sé cual mano.
La noche borroneaba los caminos, la luna enseñaba los cuernos.
Mi mamá lo curata. Saata paciencia. Era el doctor del vecindario. Alberto Guillén Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica