84 REPERTORIO AMERICANO gones. Presentáronsela al general Ro de tal índole. Esta hazaña extraordina reció una broma demasiado pesada, y le sas, quien me contestó muy atento, y el ria ha sido realizada también por Rosas. pregunté por qué no volvíamos a casa.
secretario volvió a verme muy sonrien Por estos medios, y acomodándose al Me sobresalté cuando respondió: Ya te y afable. Establecí mi residencia en el traje y costumbres de los gauchos, se volveremos; pero en una dirección que rancho o vivienda de un viejo español, ha granjeado una popularidad ilimitada nos lleve cerca de un pantano, en el tipo curioso que había servido con Na en el país, y consiguientemente un po que podemos lanzar los caballos a todo poleón en la expedición contra Rusia. der despótico. Un comerciante inglés me galope, y luego apelaremos a nuestras aseguró que en cierta ocasión un hom piernas; de modo que no hay cuidado.
bre mató a otro, y al arrestarle y pre Yo no me sentía tan seguro, y quería El general Rosas insinuó que desea guntarle el motivo respondió: Ha ha. que aceleráramos el paso. Pero él me diba verme, de lo que me alegré inucho blado irrespetuosamente del general Ro. jc: No, de ningún modo, hasta que lo posteriormente. Es un hombre de extrasas, y por lo mismo le quité de en me hagan ellos. Cuando nos ocultaba alordinario carácter y ejerce en el país dio. Al cabo de una semana el asesi guna pequeña desigualdad del terreno avasalladora influencia, que parece pro no estaba en libertad. Esto, a no dudar. galopábamos; pero mientras permanebable ha de emplear en favorecer la lo, fué obra de los partidarios del ge cíamos a la vista continuábamos al paprosperidad y adelanto del mismo (1. neral y no del general mismo.
so. Al fin llegamos a un valle, y torcienSe dice que posea 74 leguas cuadradas En la conversación es vehemente, sen do a la izquierda galopamos rápidamende tierra y unas 300, 000 cabezas de ga: sato y muy grave. Su gravedad rebasa te hasta el pie de un cerro; dióme su nado. Sus fincas están admirablemente los límites ordinarios; a uno de sus di. caballo para que se le tuviera, hizo a administradas y producen más cereales characheros bufones (pues tiene dos, a los perros echarse, y luego. gateando que las de los otros hacendados. Lo priusanza de los barones de la Edad Me sobre manos y rodillas, se puso a recomero que le conquistó gran celebridad dia) le bí referir la siguiente anécdota: nocer a los jinetes sospechosos. En esa fueron las ordenanzas dictadas para el Una vez me entró comezón de oír cier posición permaneció por algún tiempo, buen gobierno de sus estancias y la dis ta pieza de música, por lo que fuí a pe y al cabo prorrumpió en una carcajada, ciplinada organización de varios cente dirle permiso al general dos o tres ve exclamando: Mujeres. Las conares de hombres para resistir con éxito ces; pero me contestó. Anda a tus, nocía: eran la esposa y la cuñada del los ataques de los indios. Corren muchas quehacerés, que estoy ocupado. Volví hiio del comandante del fuerte; que anhistorias sobre el rigor con que se hizo otra vez, y entonces me dijo: Si vuel daban buscando huevos de avestruz. He guardar la observancia de esas leyes. ves, te castigaré. Insistí en pedir el descrito la conducta de este hombre con Una de ellas fyé que nadie, bajo pena permiso, y al verme se echó a reir. Sin. todos los pormenores porque obró bajo de calabozo, llevara cuchillo los domin aguardar salí corriendo de la tienda, pe la impresión plena de que eran indios gos, pues como en estos días era cuan ro era demasiado tarde, pues mandó, a enemigos. Sin embargo, en cuanto se do más se jugaba y bebía, las penden dos soldados que me cogieran y me pu dió cuenta de su absurda equivocación cias consiguientes solían acarrear nu sieran en estacas. Supliqué por todos los me expuso un centenar de razones por merosas muertes por la costumbre ordi santes de la corte celestial que me sol. las cuales no podían ser indios; pero tonaria de pelear con el arma mencionataran, pero de nada me sirvió. cuando das ellas se le pasaron por alto en el.
da. En cierto domingo se presentó el el general se ríe no perdona a nadie, sa momento oportuno. Después de esto segobernador con todo el aparato oficial no o cuerdo. El buen hombre ponía una guimos marchando, al paso y con toda de su cargo a visitar la estancia del ge cara lastimosa al solo recuerdo del tortranquilidad, hacia un pico de escasa neral Rosas, y éste, en su precipitación mento de las estacas. Es un castigo, se elevación, llamado Punta Alta, desde por salir a recibirle, lo hizo llevando el verísimo; se clavan en tierra cuatro pos donde podíamos ver casi todo el puerto cuchillo al cinto, como de ordinario. El tes, y, atada a ellos la víctima por los do Bahía Blanca.
admininistrador le tocó en el brazo y le brazos, y las piernas tendidas horizontalrecordó la ley, con lo que Rosas, ha mente, se la deja permanecer así por vablando con el gobernador, le dijo que rias horas. La idea está evidentemente Pocos días después. vi otra tropa de sentía mucho lo que le pasaba, pero que tomada del procedimiento usado para seestos soldados con facha de bandolele era forzoso ir a la prisión, y que no car las pieles. Mi entrevista terminó sin ros, que partían en una expedición conmandaba en su casa hasta que no hur una sonrisa, y obtuve un pasaporte con tra una tribu de indios de las pequeñas biera salido. Pasado algún tiempo. el una orden para las tas del gobier salíras, traicionados por un cacique primayordomo se sintió movido a abrir la no, que me facilitó del modo más aten sionero. El español. que trajo las órde.
cárcel y ponerle en libertad; pero apeto y cortés.
nes para esta expedición era un hombre nas lo hubo hecho, cuando el prisicnemuy inteligente. Hizome, una descripro, vuelto a su libertador, le dijo: Aho.
ción del último combate a que había ra tú eres el que ha quebrantado las leDos días después. volví a ir a caballo asistido. Algunos indios prisioneros dieyes, y por tanto debes ocupar mi puesal puerto, y en el camino, cuando no nos ron noticia sobre una tribu que vivía al to en el calabozo. Rasgos como el reſefaltaba mucho para llegar, mi compa norte del Colorado. Despacháronse con.
rido entusiasmaban a los gauchos, quie ñero, que era el mismo de antes, divisó tra ella 200 hombres, y descrubrieron a todos, sin excepción, poseen alta idea de a tres personas que cazaban a caballo.
los indios por una nube de polvo que su igualdad y dignidad.
Apeóse al punto, y observándolas con levantaban los caballos al caminar, El El general Rosas es además un peratención dijo: No montan como cristerreno era montañoso y desierto, y profecto jinete, cualidad de importancia natian os, y, por otra parte, nadie puede bablemente muy alejado de la costa da escasa en un país donde un ejército abandonar el fuerte. Los tres jinetes se oriental, porque se alcanzaba a ver la eligió a su general mediante la prueba reunieron y también bajaron de sus ca Cordillera. Los indios, hombres, mujeque ahora diré: Metieron en un corral balgaduras. Al fin, uno volvió a monres y niños, eran unos 110 en número, y.
una manada de potros sin domar, dejantar dió vuelta a un cerro, ocultandocasi todos fueron hechos prisioneroso do sólo una salida sobre la que había se. Mi compañero me dijo. Ahora, a, caballo. Cargue usted su pistola. él muertos porque los soldados acuchillaun larguero tendido horizontalmente a ban a todos los varones. Los indios se echó una mirada a su espada. Son incierta altura; lo convenido fué que sería hallaban ahora tan aterrados, que no nombrado jefe el que desde ese madero dios. pregunté. Quién sabe. Si ofrecían resistencia en masa, sino que no hay mas que esos tres, importa pose dejara caer sobre uno de los caballos co. Entonces me ocurrió que el jinete cada uno huía como podía, abandonando salvajes en el momento de salir escapaque desapareció tras de la montaña ha. aún a su mujer e hijos; pero cuando dos, y sin freno ni silla fuera capaz no bría ido a buscar el resto de su tribu. se les daba alcance peleaban como fiesólo de montarle, sino de traerlo de nueSe lo indiqué así; pero no pude arranras contra cualquier número, hasta el vo al corral. El individuo que así lo hiúltimo momento. Un indio moribundo cozo fué designado para el mando, e in. carle otra respuesta más que el. Quién sabe! Sus ojos no cesaron ni un mo gió con los dientes el pulgar de su addudablemente no podía menos de ser un excelente general para un ejército mento de escudriñar el lejano horizon versario y se dejó saltar un ojo antes de te. Su extraordinaria sangre fría me pa soltar su presa. Otro que estaba herido (9)Esta profecía ha resultado una completa y lastimosa equivocación: 1845. En español en el original. En español en el original. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica