214 REPERTORIO AMERICANO Carta abierta colonia venezolana de afirmo ni lo niego; lo de los elogios, si lo ratifico, porque con repugnancia lci varias de esas piezas de literatura apoa la Bogotá Yogética. Ahora bien, compañeros, a igno Envio del autor. San José, octubre de 1932 Compañeros. Lima y Bogotá, la que llevó a Sánchez Cerro a renunciar de sus sueldos para He leído, reproducido por prensa cen. comprar aviones y a Olaya Heriera a troamericana, el texto de la carta en que despojarse teatralmente de su anillo de ustedes ofrecen sus servicios voluntarios boda, con destino a patrióticas suscripa Colombia, en su posible guerra con ciones.
Perú. Ese texto ha sido reproducido sin El origen del incidente de Leticia es firmas. De ahí que innominadamente diáfano. Sánchez Cerro, déspota del Pe.
tenga que dirigirme a ustedes. si a rú, ha violado el tratado Salomón Lozapesar de esa circunstancia, comienzo llano para crear una tensión diplomática, mándolos compañeros, es porque estoy que desvíe hacia la frontera oriental la seguro de que sólo militantes de la emitormenta que a él mismo se le está gesgración política son los capaces, den tando dentro del país. mejor: que ya tro de las colonias nuestras en el exte. lanzó con el levantamiento de Trujillo rior, de cometer esas generosas equivosu primer gran rugido. Contaba el cocaciones. Los otros, los gomezolanos, la mandante de Arequipa, y más que él la diplomacia galoneada y la tribu gris de astuta camarilla civilista, con capitalizar descastados que merodea por pasillos de a su favor la repulsa del Perú por el Legaciones, no son capaces de comprotratado aludido, que según opinión premeterse tanto. Ellos actúan siempre dominante en gente de todos los sectoguiados por el más pragmático y groseres como personalmente lo comprobé ro de los utilitarismos. Quienes se aviyo en mi viaje a Lima en 1930 fué el nieron con el despotismo dentro Veprecio pagado por Leguía a Don Fabio nezuela o lo sirven en el exterior, con Lozano por los rendidos elogios que lc cargos diplomáticos y de correveidiles, prodigó sin tasa. Lo del precio ni lo carecen de condiciones para arriesgar en ningún momento, ni ante ninguna circunstancia, su sabrosa comodidad. No El tipo del indio.
temo, pues, caer en error al afirmar a (Viene de la página anterior)
priori, como lo hago, que son emigrados revolucionarios los espontáneos oferen las más expresivas para la gracia mali.
tes de sus personas al ejército de Co ciosa y los rictus del dolor. Suele caer lombia.
hacia los lados esta boca india con el Generosa equivocación dije arriba, desdén que viven esas razas que se sacompañeros, al calificar el gesto de us ben dignas como cualquiera otra por tatedes. Voy a razonar ese concepto. Voy lentos y virtudes y que han sido humia intentar demostrarles el por qué de mi lladas y ofendidas infinitamente; caen juicio. Cuento con la seguridad de que los extremos de esas bocas con más mecuantos me conozcan de entre ustedes, lancolía que amargura, y se levantan a través de mi vida y mi actuación, sa bruscamente en la risa burlona, dando ben de la sinceridad profunda de mis ac una sorpresa a los que creen al indio tos y del gran sentido de responsabili tumbado en una animalidad triste.
dad que pongo en mis actitudes.
He querido proporcionar a los maesInvocan ustedes el recuerdo de la tros de nuestros niños estos detalles ráGran Colombia. Hacen alusión a la bapidos para que interten y para que talla de Tarqui, en que Sucre coman logren arrancarles a éstos la vergüenza dando fuerzas gran colombianas derrotó de su tipo mestizo, que consciente o ina los soldados peruanos de Gamarra y conscientemente les han dado. Pero La Mar. Apelan al recuerdo de Simón este alegato por el cuerpo indio va a Bolívar y de los días en que guiados por continuar otro día, porque es cosa. larsu brazo pelearon unidos nuestros pue ga de decir y asunto de más interés de!
blos, contra la imposición peninsular. que le damos.
es con base en esta tradición, apuntalados en razones sentimentales, que usGabriela Mistral tedes se disponen a participar en la buNápoles, junio de 1932.
fonada trágica, sin procurar antes penetrar hondo en la entraña de la cuestión suscitada entre los dos pueblos, sin detenerse a meditar si es justa y lógica la OCTAVIO JIMENEZ guerra en gestación. Con ojos de 1823 están analizando ustedes un problema de 1932. Analizando no: rasguñándole lá Abogado y Notario superficie. como la superficie es atrayente, decorativa, brillante, se quedaron en ella, sin querer entrarse al fondo OFICINA: mismo del problema. Eso procuraré hacer yo ahora. Entrémonos juntos, sin re125 varas al Este del Almacén servas mentales, con la fría decisión del Robert, frente a Reimers.
cirujano cuando diseca vísceras, dentro del incidente de Leticia. Creo que con Tel. 4184 Apdo. 338 algún asombro van a ver ustedes los bajos fondos de csa histeria patriótica de raba el gobierno de Colombia el sentido de la maniobra cerrista? Sería candidez suponerlo. Los dirigentes del Estado colombiano están perfectamente enterados de la situación peruana, de los crímenes que en ese pueblo comete la alianza del sable con la truhaneria civilista, de la vida oprimida y anhelante de libertades que se está viviendo en la nación vecina. sabiendo todo esto, poco trabajo les costaba infcrir que el gesto de Leticia iba enderezado a la conquista de una adhesión popular, siquiera momentánea, hacia el gobierno. En este caso, la posición de la Cancillería de Bogotá ha debido ser una, una sola: la de desbaratar, mediante una serena actitud, la maniobra incubada en la Casa de Pizarro limeña. Colombia ha debido, en consecuencia, agotar la vía del arreglo arbitral antes de iniciar esa zarabanda patriotera que la ha puesto en irremediable ridículo; y cuando esa vía ya estuviera agotada, por tosudez de Lima, le.
quedaba todavía otra acción a la cual apelar antes de cualquier preparativo de guerra internacional: la de ayudar eficazmente, con fusiles y municiones, a la oposición de izquierda peruana, con la seguridad de que un gobierno verdaderamente popular asentado en ese país.
no objetaría ninguno de los tratados de límites. Demasiado trabajo tendría, al empeñarse en una honrada tarea de creación interna, para estar perdiendo el tiempo en disputar a los vecinos lejanos puertos en zonas inaccesibles o trozos de territorios en regiones inexploradas. no se me objete que Colombia, por consecuencia a ese manido concepto de la neutralidad, no debe suscitar guerras civiles en nación extranjera. no se me objete porque traeré aquí el recuerdo de expediciones de caudillos liberales colombianos, contra gobiernos conservadores, armadas de un todo por Venezuela, sin que, en la época, hallaran nada de objetable en esa actitud de mi país los actuales gobernantes de Colombia.
Mas, el gobierno de Olaya no podía proceder en esa forma tan recta, tan lógica, a quę me he referido. Por el contrario, el señor Olaya, también fogueado por una fuerte oposición interna, vió en el incidente de Leticia una coyuntura para intentar la reconciliación con el de las masas, ya curadas de su primitivo fetichismo por ese mandatario. Vió una oportunidad para compactar el frente sagrado de la defensa nacional alrededor de su gobierno bamboleante, si no materialmente, sí en la conciencia de la masa mayor de la población colombiana.
Mediaba, además, cierto acariciado pro.
yecto de reelección que, al ser esbozado por altoparlantes suyos, suscitó agrias polémicas y puso a la gente a pensar que los prestigios del señor Olaya habían decrecido mucho. Para neutralizar la acción oposicionista, para echar una hábil redada electoral, el Presidente de Colombia recogió el reto lanzado por el otro; y ambos, por encima de la cabeza de sus pueblos, traicionando los intereses Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica