REPERTORIO AMERICANO 77. Entonces el cainpesino taqueó su ca grande a ese perro. preguntó Arnoldo, me salve. llegué a creer que jamás lo chimba, mirando el marco de madera ne sorprendido de semejante empresa.
volvería a encontrar; el infeliz animal gra y la hoja seca. Había evidentemente No yo, repuso Moser, que encendía había rodado al fondo de la cantera para él, en este recuerdo de un mara la pipa; pero él prestó un servicio al pa grande.
villoso sino, toda una novela juvenil, dre de Dorotea. Un día en que regresa ¿Y fuiste a buscarlo hasta alla. de emociones y pesares.
Recordó las ba de Poutroye con el producto de la preguntó Dorotea asustada.
últimas luchas del Imperio, a las cuales venta de sus bueyes, cuatro hombres. Querías, entonces, que lo dejara había asistido; las revistas que pasó el quisieron matarlo para quitarle, la plata en el fondo para hallarlo mañana ahogaEmperador, cuando aún su presencia y esto hubiera sucedido sin Farraut; de do. replicó el antiguo soldado. Me eshacía creer en la victoria. El éxito pa este modo, cuando murió, hace dos años, currí a lo largo del gran precipicio y lo sajero de la famosa campaña de Fran el buen hombre me llamó a su lecho y he traído en mis brazos como a un niño; cia, pagada tan pronto por el desastre me encargó que cuidara al perro como a sólo que la linterna se me quedó allá.
de Waterloo; la partida del gran venci uno de sus hijos. Estas fueron sus pa. Pero, desgraciado, tú arriesgabas do, y su larga agonía en la roca de San labras. Prometí y sería una vergüen la vida. exclamó Dorotea, a quien prota Elena! Todas estas imágenes se su za que no cumpliera mi palabra con los ducían escalofríos las explicaciones de su cedían en la mente del campesino y su muertos.
marido.
frente se arrugaba; el pulgar se afirma iEh! Fritz, dame mi bastón herra Este hizo un movimiento de hombros.
ba con más energía en la pipa llena desdo. No desearía. oye usted. por nada. Bah!¡No es nada. dijo con una alede rato, y silbaba entre dientes una mar del mundo que le haya pasado algo a gría descuidada; si nada se arriesga, cha de su antiguo regimiento.
Farraut. Es un animal que vive con náda se tiene; encontré a Farraut, y esArnoldo respetó la muda preocupala familia desde hace veinte años. quc to es lo principal. Si el abuelo nos ha ción del viejo soldado, y esperó a que él nos conoce a todos por la voz. y que visto desde arriba, él estará contento.
mismo le dirigiera de nuevo la palabra.
recuerda al abuelo. Hasta luego, se Esta reflexión hecha así, con un acenLa llegada de la sopa lo sacó de sus ñor, y que pase buena noche.
to casi indiferente, emocionó a Arnoldo, sueños; acercó una silla para su hués Moser se arrolló en su piel de cabra que alargó con entusiasmo la mano al ped y buscó lugar al otro lado de la mesa. y salió. Se oía perderse el ruído de su campesino. Vamos! tomar la sopa, gritó bastón herrado entre los rumores del Lo que usted ha hecho es de un inbruscamente; nada he comido desde la viento y de la lluvia que seguía cayendo. trépido corazón, dijo emocionado.
mañana, salvo una empanada con dos tra Después de un largo silencio, la cam. qué hice. Impedir que un pegos de aguardiente de cereza; comería un pesina propuso al cazador que lo lleva. rro se ahogara. replicó Moser. Válbuey sin mascarlo.
ría al albergue que le habían destinado; game Dios. perros y hombres. entre Al mismo tiempo, para practicar lo pero Arnoldo pidió permiso para esperar ellos, a Dios gracias, he apartado desdicho se fué tomando la gran escudilla la vuelta del patrón de la casa, si esa de que nací más de un tropiezo; pero alde caldo gordo que tenía por delante.
vuelta no tardaba demasiado. Comenza gunas veces he tenido mejor tiempo que Durante unos minutos no se oía más ba ya a interesarle el hombre que poco hoy. Oye, mujer, por allí debe haber que el ruido de las cucharas, seguido antes le había parecido tan vulgar y de un vaso de coñac; acerca un poco la bobien pronto por el de los cuchillos que tan baja familia, entre la cual él supuso tella, que quiero calentarme; nada hay trinchaban la pierna de cerdo ahuma que se vivía una vida desprovista de va que seque mejor cuando uno está mado, que sirvió la campesina. Con el ejerlor.
jado.
cicio y el aire puro tuvo Arnoldo mismo Sin embargo la velada se prolongaba Dorotea trajo la botella al campesino, un apetito que le hizo olvidar las deli mucho sin que Moser apareciera. Los que bebió a la salud de su huésped; descadezas parisienses. El caldo de Moser niños se habían dormido uno después pués cada uno se ſué a dormir.
lo halló de sabor extraño, y su vino le del otro y el mismo Juan, que había re Al día siguiente, volvió el tiempo buepareció un gran aperitivo que lo excita sistido más tiempo, tuvo que irse a la no; el cielo barrido de nubes (algunas ba a comer más para beber más y vice cama. Dorotea, inquieta, iba de la co se habían vaciado en la noche) brillaversa. La comida se amenizaba más y cina a la puerta de la calle y viceversa ba en todo su esplendor; cantaban los más, cuando el campesino levantó la ca sin distinguir nada. Arnoldo trató de pájaros, sacudiendo las alas sobre los beza, como golpeado por un recuerdo tranquilizarla, pero su espíritu estaba árboles aun húmedos.
repentino.
exaltado con la cspera; ella inculpaba Cuando bajó del granero, donde le ha. Ferraut. preguntó; no lo he a Moser de no cuidar ni por su salud ni bían preparado una cama, Arnoldo halló visto desde que llegué.
por su seguridad; de estar siempre lis cerca de la puerta a Farraut que se caLa campesina y sus hijos se miraron to a sacrificarse por los otros; de no re lentaba al sol naciente, mientras Juansin responder.
signarse con el sufrimiento de un homcito, sentado en las muletas, le alis. Pues bien. qué es lo que pasa. rebre o de un anima! sin exponerse a todo taba algo qué comer. Más allá, en la plicó Moser, marcando más su fastidio; por aliviarlo; y a medida que multipli primera pieza, el campesino bebía una ¿dónde está el perro. Qué ha sucedi caba sus quejas, que se parecían singu copa con un mendigo que acababa de do? Responde, Dorotea.
larmente a una glorificación, sus zozo pedir la limosna semanal; Dorotea le lle No te enojes, papá, interrumpió bras eran más agudas; tenía mil funesnaba la alforja.
Juan; no se atreverían a decirtelo; pero tos presentimientos. La víspera, el pe. Vamos, viejo Enrique, un trago Farraut salió y no ha vuelto.
rro había aullado durante toda la noche; más, dijo el campesino, llenando el vaso. Con todos los diablos. Es preciso un buho vino a posarse en el techo de la del mendigo; para continúar la jornaavisarlo. gritó el campesino golpeando casa; ese día era martes, día habitual da es preciso que tomes valor.
la mesa. qué camino cogió?
mente enojoso para la familia. Sus con Uno lo halla aquí siempre, observó El camino de Garennes.
gojas habían llegado a tal punto que el el pordiosero sonriendo; no hay muchas. Cuándo?
joven cazador le propuso que iría en bus.
la pa quia en que le den a Después de almuerzo; lo vimos reca de su marido; ya iba a despertar a uno más; pero no hay ni una en que montar el senderito.
Fritz para que lo acompañara, cuando además le den buen corazón. Ahora falta que le haya sucedido alse oyó un ruido en la oscuridad noc. Calla, maestro Enrique, interrumturna.
guna cosa, dijo Moser levantándosa.
pió Moser. es uno quien debe hablar de ¡El desgraciado animal casi no ve y a la. Es Moser. dijo la campesina, que esas cosas? Bebe y deja al buen Dios orilla hay arenales! Búscame la piel de se detuvo de pronto.
que juzgue las acciones de cada uno. Tú cabra y la linterna, mujer; es preciso. Hola. Eh. abre ligero, mujer, gri también serviste; somos viejos camaradas.
que yo halle a Farraut, vivo o muerto. tó el campesino desde afuera.
Dorotea salió sin decir palabra sobre Ella corrió a abrir la puerta y Moser El viejo se conformó con sacudir la la hora y el mal tiempo y bien pronto apareció trayendo en sus brazos al viejo cabeza, y chocó su vaso con el del camapareció con lo que su marido le pedía. perro ciego.
pesino; pero se veía que estaba más en Le debe usted algún favor muy Hélo aquí, dijo alegremente. Dios ternecido con la cordialidad que presicasas Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica