TrotskyLibro

EDITOR: REPERTORIO García Monga AMERICANO Suscrición mensual. C2. 00 (El semestre, 00 Correos: Letra SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Giro bancario sobre Nueva York.
La lupa de Jules Renard De Crisol. Madrid.
Jules Renard Hay poetas megalófilos y poetas microfilos. Los primeros confían mucho en su visión ordinaria, pero los segundos prefieren casi siempre utilizar la lupa. Los megalófilos frecuentemente megalomanos suelen ver en grandes masas, muy confusas; de tanto pasear la atención por enormes construcciones, por colosales temas, acaban por ser especialistas en rubes, oleajes, vehemencias pánicas, lejanías infinitas. en todo eso que invade a las mentes incapaces de disciplina mental y exactos cauces líricos. Los poetas de lupa son más modestos, renuncian a todo vago panteísmo y se atienen al honrado trabajo de contemplar el mundo, fibra a fibra. Para los megalófilos generalmente son malos versistasel mundo es una gran terraza donde beber un ponchę de efluvios cósmicos; para les segundos es un. penoso laboratorio donde contar uno por uno los artejos con los que puede cualquier menuda cosa prenderse a nuestra atención.
Jules Renard es uno de estos poetas.
Todo su libro. La linterna sorda (1. cuya esmerada versión española produce estas líneas está escrito con lupa. cn él se producen los corolarios legitimos de toda feliz microscopía. Eloy uno de los personajes del libro. en cierta reunión mundana, provisto de una lupa, de la misma lupa de Jules Renard, se acerca a saludar a la dueña de la casa, retiene largo rato aquella mano tan fina y hace constar galantemente esa finura, pero acaba por decir a la dama. Mirela usted misma.
Y, entonces, a través del cristal, se ven unos surcos, unos granos parecidos a las piedras de la carretera, unas venas navegables, unos pelos olvidados como malas hierbas, manchas oscuras aquí, un punto que se mueve allí, un aniinalito sin duda; en fin, una serie de horrores por todos sitios.
Porque naturalmente, el peligro de la lupa es ver demasiado, y ver demasiado nunca fué ver mejor. Argumento que prueba demasiado decían los viejos filósofos. nada prueba. La aguda visión de Jules Renard alguna vez se pasa de lista. pero la preferimos a esa fácil visión en grandes masas de contorno inabarcable. Faena de lupa arguyen renovación del conocimiento, riqueza mcntal diariamente acrecentada, disciplina, penetración Esto es Jules Renard: un disciplinado investigador. Disciplinado y generoso. Hay un conocimiento de la vida dice Curtius en su libro acerca de Proust que no sirve para fines prácticos y particulares; cste conocimiento sólo tienc un medio de expresión: el arte, y el lenguaje del conocimiento artístico es de cocación. Todo arte es conocimiento. Si se quisiera juntar en un cuerpo de doctrina las consideraciones de Proust sobre estética, se obtendría una teoría poética del arte. El arte no es para Proust ni la exaltación de la vida ni la řepresentación de una naturaleza, expurgada o de una humanidad más noble. Para él, como para Jules Renard y Walter Pater, el arte ez el conocimiento de lo concreto. es investigar, hundirse en fenómenos, en trances vitales y hacer allí personales, y fértiles autopsias. Cierta sinceridad intelectual incansable es un rasgo fundamental del genio proustiano añade Curtius Es el mismo rasgo de Jules Renard. Como el autor de la sombra de las muchachas en flor. Jules Renard es un investigador de instantes perdidos, de momentos que nadie vió, excepto el autor, que todos podrán ya ver cuando el autor los exprese.
Tomemos por ejemplo las páginas tituladas El soneto. En una reunión surge el versista, ese versista local a quien INDICE todos piden un soneto, que siempre ale.
ga insuficiencia de memoria, pobreza de inspiración, etc. El versista observa dolorosamente que, ante su resistencia protocolaria, dejan de pedirle el soneto.
Hay alli gentes que cantan, recitan, bai: lan, tocan. La señora de la casa le recrimina por no haberle prestado su concurso. él que hubiera recitado diez sonetos. Cuando van todos a salir, el versista desesperadamente da la señal de haber recordado un soneto, y, ya a punto de quedarse solo, lo recita. El trance es espantoso; Jules Renard lo describe así. Unos gabanes forman joroba en las espaldas. Un brazo no acierta con el hueco de una manga. Dos manos que iban a estrecharse, vuelven a caer. Un bastón se queda levantado en el aire. Se interrumpe la lectura de las iniciales de los sombreros. Aquella señora tiene un dedo metido, a modo de calzador, en uno de sus chanclos. Esa otra no acaba de abrocharse su abrigo y se sienta. Las muchachas dicen. Mamá, oye esto!
Un señor, inclinado en el hueco de la escalera, levanta un cigarrillo hasta la llama del gas, manteniéndolo en alto. Y, finalmente, otro señor, con un pie en el aire aguza el oído y se descubre, cortésmente. El libro rebosa de aciertos de expresión. Quién supo nunca establecer jerarquías en los rayos? Jules Renard los clasifica, como a insectos. Qué magnífica colección de rayos. dice Es el parpadeo de un negro, es el panadero que abre y cierra de repente la puerta del horno, es el arma blanca que raja al enemigo de arriba abajo. Algunos, breves, chisporrotean apenas, como un mosquito que cae sobre la llama de una vela, y otros rayan el cielo entero, interminables y caprichosos, como firmas de grandes hombres. Véase también el fragmento La lluvia. sabremos como la aguantan los árboles. Cada página es cierta reconstrucción con datos escrupulosamente recogidos de vidas menudas, vegetales o animales. Naturalista epigramático. le llamó René Lalou. No es mucho llamar. Poeta de las vidas menudas. tampoco será bastante. Investigador de instantes poéticos desconocidos. ya sería algo más. Los busca en terrenos ignorados, nos los ofrece con las pinzas de su ingenio inconfundible. Aunque definir a Jules Renard es tarea para emprenderla más despacio.
El, como sus libros, suscitará hoy la eterna y machacona pregunta. Es novelista. Son novelas, sus libros. Poemas en prosa. Ensayos líricos. Infantil preocupación! La linterna sorda es cuanto puede ser una obra literaria, es un libro artístico. Lo afirmó André Gide.
No es preciso que nadie lo recalque mucho; cualquier lector inteligente puede verlo.
Benjamin Jarnés tada. LIBROS INTERESANTES: Conde de Keyserling: Norteamérica liber12. 00 Victor de Valdivia: El Imperio Iberoamericano 50 Albert Thomas: Historia anecdótica del Trabajo. 50 Ramón Pérez de Ayala: Los trabajos de Urbana y Simona. Novela 25 León Trotzky: De Octubre kojo a mi Destierro 25 Wassiliew: Ochrana. Memorias del último Director de la Policia rusa. 00 Luis López de Mesa: El libro de los Apólogos. 50 Chesterton: Pequeña historia de Inglaterra, 25 Solicitelos al Adr. de Rep. Am. 0) Jules Renard: La linterna sorda. Traducción de Jullo, Gómez de la Serna. Ediciones LILISES. Madrid.
300 páginas. Plas. 50.
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