Violence

318 REPERTORIO AMERICANO Trabajadores De Luz. Madrid En el Maſadero Madera de Laporte Joaquín du Bellay fué un simpático poeta francés del siglo xvi; murió de pesar; esto nos demuestra que era un hombre extremadamente sensible. Publicó un librito en que da consejos a los jóvenes poetas. Se titula La defensa e ilustración de la lengua francesa.
Uno de los consejos que da es el de que el joven poeta, además de visitar al sabio en su biblioteca, debe frecuentar el trato de los obreros y gente mecánica de toda especie. Visitando talleres y fác bricas y departiendo con los obreros aprenderá los términos de las artes; conocerá sabrosas y expresivas maneras de decir; atesorará los norubres de las cosas; sabrá cómo se dicen tales o cuales operaciones que con el hierro, con la madera, con la lana, con la piedra se hacen. Si hoy otro poeta escribiera un librito análogo al escrito por Joaquín du Bellay, al provecho literario que se saca de la parla con los manejadores de la materia habría que añadir la confortación moral. Este aspecto de la cuestión acaso no podían sospecharlo los hombres antiguos; es cosa moderna. es cosa moderna porque el trabajo tiene hoy un concepto que no tenía en los siglos anteriores. Cosa moderna es el que un escritor, en su senectud, después de haber trabajado cuarenta años, se vaya a un taller de carpintería, no sólo para aprender gracioso y expresivo vocabulario que esto es lo antiguo sino para encontrar en el trabajo manual y en quienes lo practican una lección de vida y una visión de la nueva civilización humana. Vayamos, pues, a un taller; escojamos un taller de carpintería.
Si estuviéramos en una vieja ciudad española, el silencio profundo, en la callejita, cortado de hora en hora por la campana del reloj de la catedral, daría nuestra charla con el carpintero un gusto que en la gran capital no va a tener.
Pero elijamos un barrio extremo; nos haremos la ilusión de que nos hallamos en Zamora, en Palencia, en Burgos.
Ya dentro del taller, la amena charla de Víctor es un nombre supuesto nos desquitará de las otras ventajas.
Víctor ha trabajado en Francia y en Bélgica durante la gran guerra; es un hombre franco y bondacioso; lee y ama el campo; gusta del trabajo y tiene la pasión de lo perfecto. Cuando hace, por ejemplo, una silla, aunque sea de pino, pone en su labor tanto afán, tanto fervor, tanta meticulosidad, que más no podría poner en su obra un gran artista del pincel o de los cinceles. El taller, en estos días del verano, se halla sumido en fresca y grata penumbra. Chirría la garlopa, que va y viene por el ancho madero; golpetea el mazo sobre el formón, rítmica e incansabiemente; resuella el berbiquí al abrir un horado en el pino, la caoba, el castaño. todas estas maderas exhalan un penetrante olor, que se nos pega a la ropa y nos acompaña durante varios días. Resumiré en términos periodísticos la larga conversase ha procurado, lenta, pertinaz y arteramente, hacer que se creyera que lo que no existía, existía. Hacer que lo que no era tuviera apariencias de realidad. Dice un refrán antiguo: No digo que te vayas, más facerte he las obras. No digo, República, que te vayas: en primer término, porque no me dejarían que te lo dijera; luego, porque no tengo fuerzas para echarte. Pero facerte he las obras; pero yo, que no diré con palabras que te vayas, haré con acciones lo posible por enrarecerte el ambiente; haré lo posible por crear un ambiente ficticio que permita la mayor suma de eficacia a la loca ofensiva que voy a desencadenar después. ya sabe usted también cómo se ha procurado crear ese ambiente. El procedimiento es análogo al empleado en la gran guerra. Un detalle sin importancia se lo generaliza; un hecho que sólo tiene una significación limitada se lo agranda. Si en un Ayuntamiento de pueblo triunfan los enemigos del régimen, a ese triunfo, que no es nada en una nación de veinticinco millones de habitantes, se le presta una magnitud análoga a la que tendría en una reduci.
dísima población, no de millones de habitantes, sino de unos centenares. a la continua, un día y otro, se ponen ante la vista del ciudadano, en primer plano, detalles y accidentes que, en vez de estar entramados en la urcimbre de la totalidad de la vida nacional, parecen, vistos así, que la dominan y la rigen. No digo, República, que te vayas; mas hacerte he la vida imposible. como sé que el ambiente, si es ficticio al principio, puede con su perduración acabar por ser verdadero, los enemigos de la República haremos todo cuanto podamos porque ese ambiente vaya espesándose y fortaleciéndose. Estamos en pie de guerra ha dicho nuestro gran presidente del Consejo. Pues en la pasada guerra no triunfaron los aliados hasta que se decidieron a que terminasen, con energia, con inexorabilidad, las ofensivas morales.
Estamos, sí, en pie de guerra; pero no crean los republicanos que ese estado es transitorio y efímero. Por desgracia, puesto que odiamos la violencia, para salvar la República se necesitará estar en pie de guerra muchos años.
Ha habido un largo silencio; chirriaba la garlopa; con afán aspirábamos el olor sano de la madera. Al cabo le he preguntado a Víctor. Bien; ésa es la primera parte del problema. la segunda. En dos palabras ha contestado Víctor despacharé la segunda. digo lo siguiente: el actual no es meramente un pleito entre republicanos y monárquicos.
Elevemos la cuestión; es algo más el problema presente.
Elevemos la cuestión para huir de personalismos. Si personalizáramos, empequeñeceríamos el problema. El actual es un pleito entre hombres que trabajan y los demás. Digo vagamente los demás porque todo lo que ción mantenida con Víctor; lo que él ha dicho entre expresiones plásticas, con giros pintorescos, yo lo diré directa y bruscamente; pero en mi relato no habrá nada que sea infidencia para el buen carpintero. Cómo ve usted, Víctor le he preguntado. la situación de España. Cómo juzga usted la República?
Víctor, que se había echado hacia adelante, empujando la garlopa, se yergue, calla durante un breve momento y dice al cabo. Principiemos por el principio. el principio es la pasada intentona. Sabe usted que yo he trabajo durante la guerra en Francia. Siempre veía que días antes de que los alemanes se lanzaran a una ofensiva, se había realizado otra ofensiva de carácter moral. Como prólogo de la acometida de las armas, era indispensable el que los ánimos del enemigo estuvieran trabajados. No se sabía ni de dónde salían ni quién los ponía en circulación; pero el hecho es que los rumores alarmantes, desalentadores, comenzaban a circular. Si los ánimos de los civiles habían estado antes un tanto firmes, ahora, con estos rumores misteriosos, sufrían inesperado decaimiento. La fortaleza de la población civil cedía. Lo que antes, unos días antes, era confianza, ahora era desaliento. El enemigo, por mil artes clandestinas, va.
liéndose de espías y de gentes extrañas, realizaba una operación que había de tener su complemento en la ofensiva que poco después se iniciaba. El plan ha sido seguido por los enemigos del régimen en España. La lección de la guerra europea ha sidu, en este punto, bien aprovechada. Usted ya sabe cómo a Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica