Individualism

18, REPERTORIO AMERICANO una cuadros del hogar, la escuela, la igle la inteligencia se agota, la voluntad Acaso el odio argentino sea sia, la sociedad entera.
apenas halla fuerzas para sostenerse en mezcla de pasión hispánica y de encoLa concurrencia escuchaba su cáli la puja tremenda, donde al labio se nos incaicos, amasados en la barbarie, da e improvisada admonición, mirándo: diento llega sólo la esponja de vinagre, en la falta de cohesión para la obra colo, ahora, de frente, sin reatos.
El odio busca vorazmente sus vícti mún, en el excesivo individualism. El pequeño personaje que había de mas en todas las capas sociales y hay Hemos presenciado, desconcertados, satado la cólera del grande, cohibido, que cubrirse llenos de terror, guarecer pacadas luchas electorales. Aquel que avergonzado, impetente para replicar, se en obscuros subterráneos para li con mejor psicología y habilidad logró terminó porr confesar su error, su injus. brarnos de su puntería siempre en cormover pasiones negativas fué el plcticia, y pedir discu! pas. La señora con acecho.
biscitado. Ni un programa, ni una siguió tornar amable el momento. Los sola idea. Sólo la acción destructora condemás quedaron mudos, achicharrados, González no olvidaba al zorzal, su tra las personas se hizo sentir corrosicomo plantas de los secos arenales queamigo de Samay Huasi.
va y feroz, con incontrarrestable poder madas por el sol. Un instante después el Todas las tardes, al hundirse el sol proselitista.
tren anunció su partida.
en el ocaso, detrás de las cumbres anEl arte de infamar es todavía pode.
Instalados en el coche, González me dinas, el hombre esperaba al pájaro, que roso entre nostros.
advirtió: Nuestros escritores, artistas, saceral posarse en el gajo de un árbol fami Aquella mujer. la manola criolla liar, desataha ja armonía cristalina de dotes. maestros y todos los que se ocu es el ama de llaves de mi enemigo su trino. Si González faltaba, el zorzal pen del bienestar general debicran copolítico Verá usted que cuan: venía pero se iba sin cantar.
laborar con unción patriótica a la extirdo parta el tren me volverá la espalda.
En las poblaciones montañesas topación del odio argentino. Para eso es Traducirá con ese gesto el rencor que dos. conocían al pájaro por el nombre preciso sentir y analizar profundamenme profesa su amo. Así fué. Al arran de el zorzal de Don Joaquín.
te las pasiones genuinas que lo detercar el tren. la. mestiza nos mostró con Una tarde, se oye el estampido de minán. El medio geográfico, el clima, desdén plástico sus hombros escultóricos.
un tiro de escopeta en el fondo de la las razas, la primera educación, la hisYo me consolé contemplando las quinta. González concibe, en seguida, el tória, la sociabilidad, el hogar de donde montañas azules. gigantescas, que se.
brota todo.
más fúnebre presentimiento. Habrán iban.
disparado intencionalmente contra su Oue se eduquen los sentimientos de zorzal, con quien conversaba lo misino nueblo. Enseñar a leer y escribir es tarca sphia, ue ce multinlinuen escuclas En aquel tiempo no alcanzaba a que San Francisco con el enjambre plucom render yo la constante, fervorosa, mífero y bullicioso? un minuto desy templos donde se modele el corfrenética preocupación de González conpués se lo traían muerto. Tan cara le y se oiga la voz del maestro y la pláti.
ca del fraile en la misma obra divina costó al inocente su lírica amistad!
tra el odio. Parecíame exagerada, fanTodos hemos sentido alguna vez. el para qu: florezca la siembra de amor.
tástica, enfermiza. No pronunciaba un discurso, no escribía un solo artículo escopetazo criminal destinado a ronder El desarrollo de la vida y el juego de las cuerdas de sublimes sentimientos, los intereses se encargan de dar al odio sin evocar, con ansiedad de santo, el derivativos naturales: la hipocresía. la de armonías amor entre los argentinos. Sus converencantadoras, de ideales simulación, la estratagema ideal, la falsaciones íntimas estaban saturadas de que alienton. de esneranzas que fortifiran. Respiramos incesantemente los fersedad en el juicio y la ausencia de la amargas reflexiones contra ese fuegr infernal cue devastó generaciones y gementos del odio; y el trabajo, el santo prchidad en cualquier lucha.
La cabeza embalsamada de Ramírez neraciones. Recordaba el martirio de trabajo, se nos hace tan amargo por colocada de adorno en el escritorio del eso mismo. Se detiene, en la sucia baSaavedra nor el delito único de haber gobernador López, sintetiza la historia alimentado ideas monárquicas. Justifi.
rrera, el proceso civilizador de una gran del odio argentintc.
caba el desolado retorno de San Martín nación.
a Europa al verse incapaz de contener las pasiones ciegas de los partidos en El amoſ que vive en el mundo pr El odio cae implacable en nuestras lucha. Las guerras cívicas, crueles como una pequeñísima partícula de rá ciudades y campañas. Niebla pestilente salvajes, antes de la organización, los dium que no alcanza a abrazarnos a tr que todo lo mancha y obscurece e imepisodios terribles que siguieron al es dos con sus maravillosos efluvios. El prime. en la fisonomía del país una tristahlerimiento defintivo de las institucin viento fatal del odio ha soplado en to tez grave, concentrada también en el nes legales Citaba con deleite místico das partes; pero otros países llegaron a alma sin ilusiones ni nobles esperana1 nadre Esquiú, quien, al pintar los reducirlo tanto que apenas se notan sus zas, ni obras, ausente de la bondad y cuadros sangrientos de nuestras con daños.
e la alegría.
tiendas fraternales, predicó con acento americano. con alma de hermano nuesJorge Luna Valdés tro, la divina palabra cristiana. Los males argentinos. me solía decir. Mitra combatió el caudillismo gaucho, Alberdi habló de la despoblación, Sarmiento atacó el analfabeDe la obra El Sermón de la Paz, Montevideo, 1924 (Véase la entrega anterior)
tismo y la ignorancia. Es tiempo ya de El Rio de la Plata concluir con el odio.
Después he visto con mis ojos. aquellos lejanos Salmos toman en mi El paisaje natural que allí me rodea no, o el lapislázuli del Mediterráneo, que espíritu su valor grandioso y verdadero.
tiene todo cuanto es dado desear: niti. parecen resistir todo abrazo afectuoso El odio en la vida argentina es un dez de dibujo, riqueza y armonía de to con los verdes y los ocres de la tierra, hecho real que cada día experimenta nos, luminosidad, expresión definida. a la que no reconocen como madre; son mos, tal vez sin advertir más que sus El Río de la Plata, que ocupa todo el hijos de la infinita transparencia. En el funestas consecuencias. El odio es edu horizonte y se llega con sus aguas has Plata, hijo de las ausentes montañas, tocación que comienza casi en la cuna ta mi puerta, es el protagonista, como no do e atenuado: los tonos y el moviprepara ese tenebroso campo de culti puede menos, de mi drama de color. Es miento, los peñascos y las olas. La proyección del verde de los árboles, del verpara la hipocresía, la traición, la una fiesta de los ojos ese nuestro río envidia, la calumnia, la confabulación como mar de los indígenas. El verde dinegro de los eucaliptos, entre otros, sórdida contra tod: labor constructiva. azulado, que es su tono ordinario, se sobre aquel azul, forma una armonía de Así vemos nuestra obra interrumpi transforma y, tornasola, pero sin que el color, un color interno, como no he visto da, nuestro surco cortado, nuestras per agua pierda su fluidez, ni olvide su teen otra parte.
sonas mutiladas en el juicio secreto de rrestre procedencia. Unos días predo Las corrientes, o los vientos, o los siniestras inquisiciones. El alma su ani mina en él el verde esmeralda; otros el reflejos del cielo lo parten, en los días quila después de cada dolorosa jornada, azul cobalto; nunca el ultramar del Océa. serenos, en simétricas franjas, como larEragmentos vos Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica