REPERTORIO AMERICANO 255 Estampas Hagamos de nuestro mundo interior fortaleza invencible.
No trabajamos para la generación que nos hostiliza.
También son hombres los nietos. Colaboración directa.
iMundo exterior y mundo interior. Tan cierta la existencia de estos dos planos de evolución! Cuando se nos habla de ellos en el aula no bajamos al ndo de ese océano en cuyas aguas viven todas las tempestades. Pero sea éste instante de adversidades, vuélvase desigual la lucha y entonces los dos mundos dejan la penumbra de lo irreal. El de afuera tiene todas las agresividades que pugnan por convertir en ruina nuestra vida. Nos refugiamos en el de adentro y si lo hemos poblado, nos salvamos. Si nada grande hemos hecho por él, nos recibe un abismo que nos sepulta.
Todo aquel que quiera hacer obra permanente poblará su mundo interior, lo convertirá en fuerza invencible. Lo de afuera hay que vencerlo en una batalla tenaz, desigual casi siempre. Si nos hieren y nos desanimamos pronto quedamos en un piadoso naufragio, sin salvación posible, como no sea la que convierte al hombre en cautivo. Toda aspiración desata en su vuelo abismos infernales.
Las atracciones son formidables. Unas veces nos arrastran contra roca afilada, otras nos riegan el espacio de tiniebla.
El intento es siempre devorarnos. Pero nosotros que vivimos de nuestro mundo interior nos rehacemos y la lucha no nos desanima. Podemos así empeñarnos en la salvación de un pueblo que es quizá el sacrificio de más amargura. Lo haremos sirtiendo la frialdad colectiva. No trabajamos para la generación que nos hostiliza. Vemos lo duradero.
Meditábamos al dar en Levana de Juan Pablo Richter con este pasaje: aun aquel para cuyos hijos venga muy retrasado el fruto selecto, diga para si. Mis nietos son también hombres. y continúe sembranco. Sembrar hoy y semorar mañana y no sentirse abatido en el esfuerzo. Los pueblos necesitan de la siembra copiosa. Otros talan y siegan y los pueblos engañados o indiferentes siguen el ejemplo. Pero si no para el hijo, para el nieto la cosecha que lo libre de miserias; lo terrible es que no haya quien siembre. Es la tarea que más sangra las manos y pone al descubierto la carne.
Sin embargo, los que están en ella deben comprenderlo. Richter nos dice que no esperemos el fruto selecto ni siquiera para la generación que creamos. Ahora defendemos la electricidad porque en lo porvenir se volverán infinitos sus usos. otros seres tendrán que servirse de ella. Pero si capitulamos ante las tempestades de odios y de enconos que su defensa desata, la electricidad cogerá por el despeñadero que la esclavitud le designa. Si hemos poblado nuestro mundo interior, si hemos llevado a él el amparo de los mayores, al refugiarnos en él nos inundará luz de fortaleza. Lo espantoso es no tener nada en nuestra vida que nos salve de la ruina.
Si al educador le está señalado su calyario precisamente por entender bien su oficio, el abismo no se lo tragará. El dió su saber en el aula oficial, pero también o siguió dando en la asamblea pública.
Había que hablar de la electricidad nacionalizada y el educador habló de ella francamente. Fabía que combatir el lati.
fundio y no olvidó machacar contra el latifundista y contra el listo que le indica los caminos legales para hacerse potentado. También había que librar de la explotación sin rendimiento a la nación de la industria bananera y el educador encendió su palabra de ardor quemante. Buenas, cosas hizo el educador.
Es decir, desempeñó bien su oficio. No lo cogieron los problemas de la patria acurrucado en el aula, explicando la cartilla de programas. por qué este educador revela inquietudes por cuestiones que no pertenecen al aula oficial? Sencillamente porque conoce su oficio de educador. No lo aislarían hoy si hubiera sido prudente. De cuánto sirve la prudencia en nuestros medios! El prudente va perfilándose en el pilar de la República. Cada día es mayor su derecho a regir los destinos de un pueblo.
En cambio, el educador que se desborda del aula oficial es ceñido por un ceñidor metálico y con púas.
Pero como el educador ha poblado su mundo interior la furia exterio: no lo devorará. El es un gran estudioso. Vivió en contacto con un gran espíritu que le infundió inquietudes. No se desanimará. Retrasado viene el fruto selecto. No obstante el educador siembra.
También son hombres los nietos. Sabe que toda batalla vuelve tempestuoso el aire y éste contagia las aguas. como el educador. cualquier otro luchador. No se pierden las batallas que se libran con el pensamiento puesto en la salvación de un pueblo. que no debemos hacer es situarlas en el presente, creer que sus resultados tenemos que palparlos. Busquemos el sitio que ha de recibir la repercusión fecunda. Muchas veces ese sitio está situado a muchos años de distancia. Por lo que Juan Pablo pide que se exclame: Mis nietos son también hombres. por qué no puede llegar también a los que condenan al educador la luz con los lanzazos? Tomemos en cuenta esta posibilidad. No la consideremos muerta. No olvidemos que la defensa de un país hecha por espíritus que no trafican, crea una gran fuerza de bien. el bien no es manso. Tiene sus medios de imponerse. Los que lo creen envuelto en gasas andan perdidos. Viste su armadura arrugada. De modo que muchas veces realiza obra inmediata y los condenadores del educador son vencidos y de pronto los ve una nación empeñados en mostrarse con otra faz. Quizá sea la faz que se desvanece cuando el solcillo de la conveniencia baja al poniente. Pero el curso puede ser dilatado y la tregua aprovechará a los que sin vacilaciones, sim cobardías, fuertes, defienden los derechos de los pueblos. La tenacidad para hacer el mal a un país no siempre es sostenida. Cuando faltan los estímulos mengua la ponzoña. todo aquel que asalte el desánimo porque la batalla se vuelva desigual hay que internarlo en su mundo interior. Sólo poniéndose en contacto con esa fuente de energía inagotable puede el combatiente hacer obra permanente. El me.
dio es árido, de una aridez de desierto.
Pero la siembra no debe interrumpirse.
Sembrar y sembrar sin la esperanza de ver el fruto en un futuro compensador. Qué recompensa ha de venirle a quien vislumbra las esclavitudes que traerán a los pueblos los poderes de conquista? Si esos poderes aparecen armados de todos los recursos que inclinan a su lado el favor de la lucha. De modo que quien se enfrenta contra ellos y pide vigilancia a los pueblos inueve en su daño fuerzas que lo destruyen. Sólo que comprendiendo que la ruina está acechándolo no cederá un punto que dé al traste con su voluntad. Sin voluntad no vuela ninguna aspiración. En medio del ambiente de hostilidad que recibe al luchador éste aparece sin sombra de flaqueza. También los nietos son hombres, repetimos con Juan Pablo. Las miserias no recibirán de la posteridad el reconocimiento que es señal de que el fruto ha cuajado. Tratando de deprimir al educador podrá intentarse el exterminio de toda inquietud honrada en bien de la libertad y de la prosperidad de un país. Pero resultará obra vana si ese educador conoce su oficio. conocer su oficio es no dar importancia a la tala que otros hacen de su siembra. Conocer su oficio es apegarse a su mundo interior para resistir las mordeduras del mundo de afuera, que es mundo de limitaciones y de achatamiento. sobre todo mundo de envidias. El verde intenso de esta pasión malsana riega acechanza por todas partes. Si no las conocemos nos devoran.
En toda lucha honrada es preciso aguardar la compensación. No vendrá perdición para aquel que dándose cuenta de que la esclavitud llega, renuncia a ser prudente y combate con espíritu varonil. En cambio, para el malvado hay el antro. qug lo devora. Día tendrá en que la desolación le responda por dondequiera que arrastre su existencia. No sembró y segando y talando lo sorprende el agotamiento que afloja todas las clavijas de sus junturas infames. El firme y honrado, por el contrario, no camina seguido por cortejo alguno. Lo funeral no es acompañamiento de vidas: que trabajan por el bien de los pueblos. otros la sepultura abierta a cada paso, dispuesta a tragarse lo que es podredumbre ambulante.
Sembremos y no nos importe el retraso, con que venga el fruto selecto.
Sembremos sin parar. Talen y sieguen los que nacieron para el medro y la destrucción. También nuestros nietos y los hijos de nuestros nietos son hombres.
Juan del Camino Costa Rica y mayo de 1932. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica