REPERTORIO AMERICANO 301 en una hebrita de agua temblona que a ratos se sume entera.
Muy natural que esto pasase en todos los tiempos y que siga pasando en el nuestro. Cual más, cual menos, todos somos lo que un amigo mío decía de cierto escritor católico: Enamorados del Evangelio en ciertas estaciones y comedores cotidianos de paganías irremediables.
Pudiera se reste el sentido del sudor de sangre en el Huerto. Cristo tal vez nos vió desde el olivar como andaríamos siempre: partidos en dos cristianos de decisión, paganos de tuétano.
El tema amoroso no nos convence tratado de la mano de Vásquez en Pasionaria. la mano esta labrada sin remedio para lo épico; es la amasadora y la regaladora de héroes, y está constreñida a esa capacidad. Cuando la sensualidad planea a gran altura y no queda apegada a un cuerpo, como en Rojo Mayor, sólo entonces Vásquez será capaz de ella.
sobre algarrobales o platanales, pero no sobre la selva indigente y los castillos.
calvos del Rhin. Podemos olvidarnos de muchas cosas, Rafael Vásquez, hasta a veces de nuestra historia muy corta, la mestiza. pern de nuestra geografía soberana, eso no. Cómo le curarían este reventón de exotismo el pasar por las miserérrimas, por las pobres orillas industrializadas del Rhin, que yo he visto! Lo curase y le hiciese volver la cara con arrebato a sus ríos magníficos y a sus bosques tenebrosos de pura vitalidad.
debe abrirse con una aleiuya, como Dios quiere. veces, pensando a nuestro Rubénen el que nos queda aun mucho por exprimir yo creo que su mensaje mayor para nosotros pudo ser éste: indio arrancado de su suelo por su gusto, vino a Europa a conocer y a aprender la alegría de estas que llamamos razas viejas; se saneó, y por tiempos cerró su llaga asiática de acedia, y nos enseñó el canto feliz, de receta perdida entre nosotros, Marcha Triunial o Salutación al Optimista. De tarde en tarde, naturalmente, caía la gota de sangre de un Nocturno.
Elegían entre los griegos el mozo de cara más radios y de tobillos más sueltos para encabezar la carrera o abrir la danza. Tome Rafael Vásquez encargo parecido entre nuestra juventud.
El gozo. El largo Canto de la Alegría. se divide, según la norma de este poeta sin azar, en capítulos robustos sobre la alegría de la primera luz, la adámica del primer ver y el primer marchar, la alegría de la tierra, la del amor de la mujer, la de los ritmos primogénitos, y la alegría del alma madura en el creer después de haber conocido, todo ello bajo la advocación del pobre y grande Beethoven, amador infeliz del gozo.
Bellos ritmos, a cada rato mudados para que mantengan la fiesta del oído, ritmos viejos y neutros, entrelazándose para crear una música sin edad, y ritmos cargados de pensamientos, pero que son, por sobre toda otra cosa, jovia lidad.
Nada frecuente el gozo en nuestra poesía de indios acedos o de criollos laxos. la amargura disimulándonos como la culebra mañosa, la miseria fisiológica de la raza, la vanidad herida de no reinar, aunque no se merezca reino, y. la pereza que entra con buena dosis en nuestra famosa melancolía.
Tanta costumbre tenemos de estos sudores feos de iluestra alma sobre el papel, que asombra no poco toparse con el alma dionisiaca que es solar en continente solar y que se pone a hacer canto con el ímpetu de la mañana que Mitología. El mejor poema del libro pudo ser La Trompa de Eolo. si el poeta nu descompusiera a cada momento la emoción nuestra del viento los Andes con tanta imaginaria germánica. El ritornelo. Qué está cantando el viento? es tan sugestivo, que crea el ambiente y lo afirma a cada estancia.
Verdad es que ciertos elementos están enrolados sin vuelta por un capitán formidable: el Fuego por el Dante por Anunzio como segundo; el Agua por San Francisco; el Viento por Wagner.
Así y todo, perdóneme la herejía an. ti ecuménica Rafael Vásquez, sopórteme la ocurrencia cismática. El Fuego, el Agua y el Viento europeos, serían eso, unos compadres amarrados a esos patronos; pero los elementos americanos no tienen mucho que hacer con ellos; andan todavía sueltos y sin bautizar.
No puedo leerme a Vásquez como a ninguna criatura, olvidándome del lugar desde dónde cantó lo que me manda, terrible maestra de geografía sigo siendo. Yo me lo leo sabiéndolo sentado en un valle tropical que huele a vainillas, cuando no a guayabas fundidas, o en una de esas mesetas andinas señoras y señoreadoras. Sé que son esos lugares en que la naturaleza circundante cuenta tanto que ni hombre gañán, ni boga, ni músico pueden desentenderse de la formidable asistidora.
Cierto que el viento es mitología pura, como las nubes, parto permanente de fábulas, y me acuerdo de que entre mitologías, la germánica, por ser más bárbara que la greco romana, nos conviene mejor a los americanos. Así y todo, Vásquez, hombre andino, no debe escuchar en el viento solainente al Holades Erran.
te, al Nibelungo y a las Walkirias; no debe. Las imágenes de la gesta extranjera pueden entrometérsele y deslizárse.
le mientra escucha al revoltoso; pero el no puede olvidar que lo que oye es un viento cordillerano o uno del Magdalena, en el que pasa Bochica y aun Quetzalcoalt (que según cuentan traspasó Centro América. un viento que araña Un poema. Si me forzaran a quedarme con un solo poema del volumen, apretándome así la elección, yo sacaría con mi mano (viciosa también de poema breve) la composición que se llama Los Ojos. admirablc para llevármela conmigo sin que me pese en la memoria y linda muestra para darlo a mis amigos.
Al pie la pongo, a fin de que llegue a los muchos de los que siempre hay que acordarse.
Aquí está el joven profundo, que ignora la jugarreta musical; aquí está el doctor en melodías internas y externas, y el amante, más intelectual que carnal, de este mundo. En esta pieza huelgan los pecados de cohabitación excesiva con lo greco romano y los otros de que suele dolerse, de lentitud para dar la emoción.
Pueden, con mano más larga, consentirme la elección de una segunda pieza, nar el Rojo Mayor. poema en que está entregada aquella sensualidad que debe poseer el poeta (o no ser lo que se ha puesto a ser. pero ofrecida y compuesta de una manera muy superior a las sensu::lidades que nos saltan en cada esquina de nuestra literatura, crudas, fáciles y feas.
Tiene Ud. Dispepsia?
Se cura fácilmente usando SAL ÜVINA en su dieta.
AGRURAS. FLATULENCIA. MAL ALIENTO. DOLORES DE CABEZA Síntomas todos de que su digestión anda mal.
Madurez. Queda por decir la uniformidad del tono a lo largo de la obra, que dice de un organismo poético formado. Algunos dirán que no hay seriedad y que monotoniza, pero hay variedad.
Un alma ya constituída esta de Rafael Vásquez y que no conocerá sino acrecentamientos o depuracicnes en adelante.
Quiero todavía contar alguna experiercia de lectora casi semanal de versos (muchos vienen y se lee cuanto se alcanza. En estos últimos tres años me he leí.
do con una extraña sensación de respeto a tres poetas mozos, a quienes tal vez yo les doblo la edad: los colombianos Germán Pardo García y Rafael Vásquez y el mexicano Carlos Pellicer. Un respeto complejo es el que da la lectura de Vásquez: el de su remetada educación clásica, el de su vocabulario coDesaparecen RAPIDAMENTE con el uso de la SAL UVINA HERMANN ZELEDON BOTICA FRANCESA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica