REPERTORIO AMERICANO 131 Pues bien! como no puedo man se que reír, y otros ni enojarse; por. Espero, me decía, haber desmoralidarte al Infierno, te mandaré al Cielo. otra parte, se pretendía que esas cos zado bastante esta ciudad. No me puedes mandar al Cielo. tumbres las ocultaba poco, por el conRecordé el dicho de Flaubert, que res ¿Y por qué no puedo mandarte al trario, a menudo alardeaba de ellas, de. pondía cuando se le preguntaba a qué Cielo?
cían algunos: valerosamente; otros: con suerte de fama aspiraba más. Porque nunca me lo he podido ima cinismo; otros: con afectación. Yo escu. la de desmoralizador.
ginar.
chaba, sumamente sorprendido, estos rul Estas cosas me tenían muy sorprenHubo entonces mucho silencio en la mores. Desde que trataba a Wilde, no dido, admirado y temeroso. Conocía su Corte de la Jutiscia de Dios (1. tenía nada que pudiera hacerme sospe situación vacilante, las hostilidades, los char de él. Pero ya, por prudencia, mu ataques y aquella sombría inquietud Una mañana, Wilde me tendió un ar chos de los viejos amigos lo abandona que ocultaba bajo un insolente regocitículo en que un crítico bastante pesa ban. Aun no lo desconocian francamen jo (1. Hablaba de regresar a Londo lo felicitaba porque sabía inventar te, pero ya evitaban verse con él. dres; el marqués de lo insultaha, lo lindos cuentos para vestir mejor sus Una extraordinaria casualidad otra vez llamaba, lo acusaba de huir. pensamientos.
nos juntó en el camino. En enero de. Pero si Ud. vuelve allá ¿qué irá a Creen, comenzó Wilde, que todos 1895. Viajaba yo; espoleado por el mal suceder? le preguntaba. Sabe lo que los pensamientos nacen desnudos. No humor, y más en busca de soledad que peligra?
comprenden que yo no puedo pensar si de la novedad de los lugares. Tiempo Es necesario no saberlo jamás. Son no es por cuentos. El escultor no trata feo; de Argelia me había huído a Blidah, extraordinarios, mis amigos; me aconde interpretar en mármol su pensamien que iba a dejar para pasarme a Biskra. sejan prudencia. La prudencia. Pero to: el piensa en mármol, directamente. Cuando ya me iba del Hotel, por curio puedo yo tenerla? Sería volver atrás. Es Había una vez un hombre que no sidad ociosa, me fijé en la pizarra en necesario que yo vaya tan lejos como podía pensar más que en bronce. es que se inscribían los nombres de los pa sea posible. No puedo ir más lejos.
te hombre, cierto día, tuvo una idea, la sajeros. Qué veo? la par del mío, Es necesario que algo ocurra. alguna idea del gozo, del gozo que vive en el el nombre impresionante, el de Wilde. otra cosa.
instante. sintió que le era necesario He dicho que estaba sediento de sole Al día siguiente Wilde se embarcó.
expresarla. Pero en parte alguna queda dad: con la esponja borré mi nombre. Lo demás, se sabe. Esa alguna otra ba siquiera un pedazo de bronce; pues No había llegado a la estación, y ya cosa fué la hard labour (2. los hombres lo habían utilizado to. lo. estaba convencido de que algo de cobaraquel hombre sintió que se volveria lo día entrañaba aquel acto; enseguida, vol.
Andrés Gide co, si no expresaba su idea.
viendo sobre mis pasos, hice que me de(1) En una de las últimas tardes de Argelia. pensó en un pedazo de bronce que volvieran mi maleta, y de nuevo escriWilde parecía haberse propuesto no hablar nada en había en la tumba de su esposa, en una bí mi nombre en la pizarra.
serio. Al fin me fastidié un poco de sus excesivaestatua que había mandado a hacer pa Hacía tres años que no lo había visto mente espirituales paradojas: ra adornar la tumba de su esposa, la (pues no creo que fuera volverlo a ver Podia Ud. hablar algo más que bronias. coúnica mujer que él había querido; era la entrevista breve que con él tuve en mencé; me habla esta tarde como si fuera el vulgo.
Debiera Ud. hablar al vulgo como sabe hablar a sus la estatua de la tristeza, de la tristeza Florencia, un año antes. ciertamente amigos. Por qué no son mejores sus piezas? Lo que hay en la vida. el hombre sintió Wilde había cambiado. Eran menos blanmejor que hay en Ud. lo habla. por qué no lo que se volvería loco si no expresaba su das sus miradas, la risa algo ronca, y escribe?
idea.
algo arrebatado en su alegría. un tiem. Oh. clamó al punto, pero mis piezas de nin Cogió entonces la estatua de la tris po parecía más seguro de agradar y megún modo son buenas! y no me importan del todo.
Pero si Ud. supiera cómo divierten. Casi todas teza, de la tristeza que hay en la vida; nos deseoso de tener éxito; animoso, han resultado de una apuesta. Dorian Gray tamle despedazo; la fundió, y con ella hizo firme, engrandecido. Es curioso, ya no bién; lo escribí en algunos dias, porque uno de mis la estatua del gozo, del gozo que no hablaba por apólogos; en los días que amigos pretendia que yo jamás podria escribir una vive más que en el instante.
con él me detuve, no pude sacarle el novela. Eso de escribir me fastidia tanto. Luego, más mínimo cuento.
inclinándose de repente hacia mi ¿Quiere usted conocer el gran drama de mi vida? Es este: yo Wilde creía en cierta fatalidad del ar Me sorprendió desde luego hallarme.
he puesto mi genio en mi vida; en mis obras no tista, y que la idea es más fuerto qué lo en Argelia.
he puesto más que el talento.
el hombre. Oh! me dijo, es que ahora huyo Lo que era muy cierto. Lo mejor de sus escritos Hay, decía, dos clases de artistas: de la obra artística. No quiero adorar no es más que un pálido reflejo de su brillante conversación. Quienes le han oído hablar juzgan unos dan respuestas, y otros proponen más que el sol. Se ha fijado cómo el engañoso leerlo. Dorian Gray, por supuesto, era preguntas. Importa saber si somos de sol detesta el pensamiento; lo rechaza una admirable narración, cuán superior a la peau los que responden o bien de los qi:c. in siempre, y hace que se refugie en la de chagrin, cuánto más significativa! Pero jay!
terrogan; pues el que interroga jamás sombra. Vivía al principio en Egipto; el escrita, Iqué obra maestra de arte fallida! En los más encantadores de sus cuentos se mezcla excesiva es el que responde. Hay obras que es sol ha conquistado el Egipto. Muliteratura; por graciosos que sean, en ellos se siente peran, y que no se comprenden por mu cho tiempo vivió en Grecia, el sol ha mucho el aderezo; la preciosidad, la pureza extrecho tiempo; es que ellas suministran res conquistado la Grecia; después la Ita mada de lenguaje oscurecen en ellos la belleza de puestas a preguntas que aún no se ha lia, luego la Francia. Ahora el pensa la primera intención; en ellos se sienten, no se bían hecho; pues la pregunta con fre miento se halla repelido a Norueza y pueden dejar de sentir, los tres primeros momentos de su génesis: la idea primera es muy bonita, sencuencia llega desgraciadamente mucho Rusia, que no son tierras solares. El sol cilla, profunda y de resonancia segura; una especie más tarde que la respuesta.
tiene celos de la obra de arte.
de necesidad latente en ellos conserva fijamente las añadía: Adorar el sol, ah! era adorar la vi partes; pero luego la habilidad se detiene; el des El alma nace vieja en el cuerpo; da. La adoración lírica de Wilde se tor arrollo de las partes se hace de manera facticia; no éste envejece para rejuvenecerla. Pla naba salvaje y terrible. Una fatalidad lo se arreglan bien; y luego, cuando Wilde trabaja sus frases, se ocupa en darles valor mediante un recargo tón, es la juventud de Sócrates. arrastraba; de ella no podía ni quería prodigioso de sutilezas, de invenciones menudas, sustraerse. Parecía dedicar toda su atenDespués pasé tres años sin volverlo graciosas y extravagantes en donde la emoción se ción, su virtud, a exagerar su destino y suspende de modo que lo halagüeño de la superficie a ver.
a exasperarse a sí propio. Iba al placer hace perder de vista de espiritu la profunda emoción central.
II como se va al deber. En mí, decía, el (2) En estas últimas conversaciones que refiero, deber es divertirme terriblemente. Más no he inventado nada, no he arreglado nada. Las Aquí comienzan los recuerdos trágicos.
tarde, Nietzsche me sorprendió menos, palabras de Wilde están presentes en mi espíritu, Un rumor persistente, que crecía con porque ya le había oído decir a Wilde: iba a decir en mis oidos. No quiero decir que Wilde el de sus éxitos (tres teatros de Lon. No hay ventura! Sobre todo venviera alzarse claramente la cárcel delante de él, pero dres representaban a la vez sus obras. tura. El placer! Es necesario querer afirmo que el golpe teatral que sorprendió y trastorno a Londres, convirtiendo de repente a Oscar atribuía a Wilde extrañas costumbres, siempre el más trágico.
Wilde de acusador en acusado, no le causo, hade las que algunos más querían enojar Caminaba por las calles de Argelia, blando en propiedad, sorpresa. Los diarios, que en precedido, escoltado, seguido de una exél tan sólo querían ver un buſón, a su gusto han (1) Una vez que Villiers de Isle Adam lo ha traordinaria banda de pécoras; converdesnaturalizado el aspecto de su defensa, hasta desproverla de sentido. Más adelante, tal vez, será puesto en descubierto, todos saben jay! el «gran saba con cada cual; a todos los miraba posible sacar ese espantoso proceso del fango abo.
secreto de la Iglesia. No hay Purgatorio. regocijado y les tiraba plata al azar. minable que lo cubre. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica