REPERTORIO AMERICANO 221.
tos, hosticus, auferet hunc пес dolor de enemigo, destruirá a este (niño. ni dolor laterum, aut fussis, nec tarda podagra, del costado, o ni la lenta gota, quandocunque hunc consume. sino que. a la postre lo destruirá garrulus: si sapiai vitel loquaces un hablador: si es sabio que evite a los habladores simul atque adoleverit aetas. tan pronto como adelante la edado.
compesce clamorem ac mitte supervacuos de cuantos gastan en presumir filosofía suprimid todo clamor, y dejad los superfluos u otros conocimientos el tiempo que honores sepulcri.
debieran dedicarle al estudio de esas honores del sepulcro.
ciencias, Condena a Pantolabus el bufón, tipejo cara de pescuezo de zopiloEs constante en Horacio esta reiterate, amigo de pelar los dientes cuando ción de la conciencia que tenía de su cuenta chiste y de reír su risa grosera: inmortalidad como poeta, a pesar de su a Nomentanus el libertino; a Bolanus el origen humilde con que sabemos que parásito, ése que se nos pega en la calle, se le vejaba en Roma. es curioso pen en un viaje o en cualquier acaso de la sar esto: Que así como Dante vive, más vida, y no tiene nada que hacer, o abanque en sus divinas voces de amor o que dona lo que debía estar haciendo, para en sus gloriosos cantos celestiales, en seguirnos, y no se nos despega, insislos gemidos y alaridos y maldiciones de tente en que es de los que saben y en sus sempiternos condenados, así tamcontarnos sus habilidades artísticas: Nabién Horacio, más quizás que por sus die hace más versos que él; nadie canta perfectas canciones tiernas y vivaces, mejor; nadie tiene mejor método para perdura por aquellas sentencias breves enseñar esto o aquello; nadie entiende y cortantes con que condena a los desmás cuerdamente los asuntos de Estado.
preciables. Así se entiende cómo MeUn tal, cuenta Horacio, en la IXna. del néndez Pelayo ha podido decir con toda Primer Libro de sus Sátiras, le salió al propiedad que, en lo moral, Horacio supaso mientras el poeta vagaba por la pera a Fray Luis de León, sin conce.
Via Sacra meditando en cosas sin maderle más al antiguo sobre el moderno.
yor importancia. El sujeto se le pegó a Horacio condena a Fabio el charlaHoracio como si fuese amigo, y por amitán; a Tanais el avaro; al suegro de Vi.
go suyo lo tomarían los transeuntes que sellus, vápido y corrompido; a Fufidius los vieran, a pesar de que amistad ninel usurero, que vive temeroso de que se le crea botarata y disipado, hombre guna existía entre ellos sino que sólo rico en tierras y en dinero puesto al Dios sabe, lice Horacio, lo que cuesta interés del cinco por ciento mensual, y quitarse de encima a esos que se nos que, en proporción a la necesidad de hacen amigos por razón de cualquier sus víctimas, así las aprieta, y no sólo encuentro circunstancial. Horacio ape.
eso, sino que inquiere los nombres de nas sabía el nombre de su carga. En la los menores de edad, hijos de padres charla del abominable latoso por fin huduros, y averigua cuándo han de llegar bo, dice el poeta, interpellandi locus: Lu.
a estado de poder contratar con él. Ho gar a interrumpirle (versos 26 34. racio condena a Malthinus, porque viste afeninadamente y va arrastrando tú «Est tibi mater? le pregunta entonces, nica demasiado larga para hombre cabal, Cognatí, queis te salvo est opus. Haud mihi y junto con él condena a uno, a quien quisquam no menciona, porque viste demasiado Omnes composui. responde el otro. corto y aún se arremanga hasta ense«Felices. exclama Horacio. Nunc ego resto: ñar obscenidades; y luego condena a Confice, namque instat fatum mihi triste, Sabella Rufillus porque huele a pastilla perfu.
Quod puero cecinit mota divina anus urna: mada y a Gorgonio porque apesta a Hunc neque dira venena nec hosticus auferet ensis, chivo, y a Villius porque no ve diferenNec laterum dolor, aut tussis, nec tarda podagra; cia cntre pecar con adúltera o con esGarrulus huic quando consumet cunque; loquaces, clavilla o con prostituta, y cuenta cóSi sapiat, vitet, simul atque adoleverit aetas. mo salió cierta vez golpeado de puños y atacado a hierro y bien pateado en EJERCICIO: cuanto cierto Longarenus el esposo, o. Est libi mater? Cognatis queis el hijo de la señora volvió de donde. Tienes madre. Parientes entre quienes cstaba ausente. Horacio condena a Tiest opus le salvo. gellius, el cantor, que tiene la falta haya preocupación por tu bienestar. vitium omnibus cantoribus de no que «Haud mihi quisquam; Omnes rer cantar cuando entre amigos se le pi No yo ninguno tal: todos de que cante, pero que, no solicitado, composuir.
canta ab ovo usque ad mala, y el lo los he enterrado. Bacche en todos los tonos. Horacio con «Felices!
resto.
dena a Rusus, prestamista también, co. Felices ellos! Ahora yo (sulo) quedo.
mo Fufidius, a quien se odiaba y de Confice: Namque insiat mihi triste falum quien se huía y que, una vez que atra Despachame: Pues acércase a ni la triste suerte paba a su deudor, estiraba el pescuezo quod sabella anus, mola y se refocilaba oyéndole el triste cuento que la sabina. bruja, habiendo sacudido la urna de excusa. Horacio condena a Crispinus, divina, cecinit mihi puero: inepto y lagañoso; a Albius a quien el divina, cantó de mi. siendo yo) muchacho: latón cautiva como a otros el oro o la Neque dira venena, neque ensis plata: Símbolo, me parece, de los que Ni fatales venenos. dijo. espada viciosamente se enamoran de lo que no tiene valor, Horacio condena a los fieros Sulcius y Caprius que, como gaceRecomendadas tilleros modernos a quienes llamamos por la ciencia periodistas, andaban por ahí e iban roncos de gritar sus malevolencias desafo.
Dispepsias, DE Hígado, DE radas. Condena a Natta, que mal olía Mal Aliento, Indigestión, del aceite que para untárselo les roba Eatrenimiento.
ba a las lámparas: Símbolo, sin duda, Si a ese tipo le dio Horacio en sus versos su nombre verdadero, si a la cáfila a quienes condena los mencionaba con sus propios nombres, es punto sobre el que se deleitan los eruditos.
Pareciera a veces que sí, que en su hu.
mana comedia llevasen, como en la divina, sus cognomentos de todos cono.
cidos los diversos personajes. Pero no era preciso el uso de nombres verdaderos. Podemos estar seguros de que la fi.
delidad del retrato bastaba para que respingaran los retratados, y por sus propios alaridos de castigados a quienes les arde el flagelo todo el mundo podía reconocerlos y reconocer la justicia del castigo.
Ni era sólo a éste y a aquél individuo a quien Horacio castigaba: Era a clases enteras, a turbas, casi a pueblos. Quienes se ven empalizados en la picota del juez de hombres, llegan a creer que contra ellos personal e individualmente va el ataque, poro cada uno de éstos es legión. así es tremendo Horacio. Nadie ha llegado como él hasta el fondo del vacío moral en el cual reposaba el gigantesco edificio del Imperio. declara Ferrero en su Grandeza y decadencia de Roma. En cuanto pudo, Horacio abandonó la ciudad y se fue al campo ifeliz él! Sus estudios, cierto disgusto de todos y de todo. dice Ferrero, historia.
dor que no suelta a Horacio para explicarnos la época de Augusto. le inducían a vivir el mayor tiempo posible en el recogimiento, lejos de Roma. Tenía horror de leer sus versos en público; apenas se trataba con los diletantes de la literatura; muchas personas comenzaban a tratarle de orgulloso. Más aún, a Horacio no le querían. Cuando publica sus Odas. extraño poema cuya unidad ideal está formada precisamente con las contradicciones de sus diversas partes. el documento más profundo de la crisis decisiva que se repite periódicamente en la historia de todas las civilizaciones a que han dado origen Atenas y Roma. cuando, después de años laboriosos pasados en la soledad pública la más fina y definitiva obra de la li.
teratura latina. la crítica y hasta el público mismo lc acogió con hostilidad.
Las Odas habían agradado mucho a cierta gente que era capaz de comprenderlas, sobre todo a Augusto, que las había tratado de obra eterna; pero los escritores, los críticos profesionales, el público, hallaron mil censuras para el tomito. Roma lo leyó, pues Horacio era un escritor tan célebre ya que no se podía hacer a un lado sus obras, pero no comprendió esta obra capital de su literatura, y en vez de admirarla procuro extender hasta su eterna belleza el confuso descontento del momento: Los pu.
Nunc ego urna ni médica para: PAPATA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica