REPERTORIO AMERICANO 243 PERSIFLAGE Introducción al estudio de Horacio Carta de Gissing Colaboración directa e ce Posdata de la carta: Salúdame a los amigos que quisiste haber tenido, y huye de ellos cuanto ante, a cualquier parte: Aprende de mi, que toda mi vida ha sido fuga perpetua.
La carta dice así: Tercer día de sirocco; día nublado; día sin sol. Se le ha ido todo el color a Nápoles: Las calles están polvorientas y que ahogan. Cómo echo de menos el confort de mi casita allá por el Virilla, la frescura de aquel campo, el verdor de aquellos montes!
Mañana salgo, por el barco que va a Messina y que toca en Paola. Hace ya tiempo que he estado pensando en Paola, y en mi mente se ha venido formando idea del lugar. Me imagino marina diminuta; arriba, poblacioncita amarillenta, y, en el fondo, elevándose con grandeza, la larga cordillera de montañas que guardan la. custa de Calabria.
Paola no tiene interés especial ninguno que yo sepa, pero es el puerto más cercano a la costa de Cosenza, que abunda en interés; y desembarcando en Paola me resulta modesta aventura el comienzo de mis correrías por este sur de Italia. En Paola los extranjeros escasean: Puedo contar con tener frescas impresiones, y el recorrido por entre las montañas será de encanto.
Si les prestase oído a las gentes con quienes me hospedo aquí, en el Chiatamone, abandonaría mi proyecto o lo emprendería lleno de graves temores.
Son napolitanos de la mejor clase social: Es decir, han sufrido pérdidas, y hablan de su pasada felicidad, cuando vivían en la Chiaia y todo en su redor eran galanas cosas. El jefe de la familia me parece figura típica: Hombre de años, lleva airosa cabeza, es de presencia toda dignidad, usa modales de fría y rancia cortesía. Prefiere hablar francés, y París es su tema favorito. Se observa en él un como desdén de su propio país, que en su mentalidad se asocia con la pérdida de su fortuna y el consiguente daño a su amor propio amor propio, dicen ustedes, y los franceses tienen idéntica expresión: Selfrespect decimos los ingleses. Cuánto nos separa. Volviendo a mi huésped, la nota cordial italiana nunca suena en su conversación. La signora, también un poquito avergonzada de su idioma, se exalta cuando se habla de impuestos y razón no le falta y sin necesidad de nuevo aliento cae siempre en lamentaciones, pero con cierta vivacidad, sobre los infortunios de la familia. Ambos no salen de su sorpresa de mi excentricidad y arrojo en emprender jornada solitaria por el salvaje sur.
Tienen vagas nociones geográficas: Apenas si han oído mención de Cosenza y de Cotrono: De Paola ni el nombre sabían: Hacer viaje de recreo a Calabria les parece tan absurdo como si se hiciera a Marruecos. Cóm. me preguntan, voy a entendérmelas con gente cuyo idioma es dialecto bárbaro. me doy que guían carretas tiradas por bueyes.
pasan extrañamente callados, como si fuesen estólidos conchos costarricenses: Sus gritos ya ro tienen la frecuencia de otros días, ni el viejo ánimo. En la estrecha y atestada Strada di Chiaia hallo poco tumulto: Antes ensordecía. Hacuarenta años extranjero ningung podia pasearse aquí sin que lo asaltase el clamor de los cocchieri: Se le seguía de calle a calle hasta que el auriga ha.
bía vociferado toda frase de importuna invitación: Ahora es posible ir dondequiera sin molestia. Por el Piliero, donde he estado a tomar pasaje para Paola, recojo apenas un eco de la jubilosa gritería que antes me asombraba. De veras se habrá acallado Nápoles? Si tuviese tiempo iría a Piedigrotta, que me parecía el lugar más ruidoso del mundo con ruido humano, que con ruido de máquina, mecánico, lo será Nueva York.
Me gustaría ver si en Piedigrotta observo cambio. No sería extraño que la modernización de la ciudad junto con el estado de cosas en toda Italia ejerciese efecto apagador de la vivacidad intensa y bulliciosa de Nápoles. En cierto respecto las calles son menos alegres que antes. Cuando por primera vez con ocí Nápoles, no había modo a ninguna hora que no se oyese organillo, y estos organillos, que por regla general tenían suaves. voces, tocaban las más brillantes melodías: Triviales, vulgares, si tú quieres, pero caras a Nápoles. Ahora el son de música callejera es raro: Entiendo que no sé qué intromisión policiaca intervino para imponerles silencio a los instrumentos de endulzada lengua. Los echo de menos, porque en cuestión de música, caro Persilés, soy como Sir Thomas Browne. Díme. conseguiste que alguien en Costa Rica leyese tu prosis.
ta favorito?
Para Italia el cambio que he notado es bastante significativo: Hasta en Ve.
necia la melodía espontánea se ha vuelto tan rara como en las márgenes del Támesis. Por dicha que murgas peregrinas aún tañen mandolinas mientras se come. La vieja trattoria de la calle de Toledo está todo lo buena que siempre, y todo lo cómoda. He hallado mi antiguo rinconzuelo en uno de los cuartitos, y he recobrado algo de mi viejo gusto en la zuppa di vongoló. El modesto vino de Posillipo sabe a lo que antaño sabía: Canción meridional lo recomienda al labio.
cuenta de que el país es horrorosamente malsano. La febbre. No me ha informado nadie de que allí las nieves no esperan el invierno sino que en otoño descienden, y lo cubren todo meses y meses? Es inútil explicarles que no llevo intención de visitar más que los lugares más, accesibles, que viajaré principalmente por ferrocarril, y que, en cuanto el tiempo me ponga cara fea, volveré al norte. Me miran con ojos de duda y se imaginan estoy seguro de ello que algo más me mueve y anima que el solo amor de la antigüedad clásica. Todo acaba en cumplimiertos al espíritu emprendedor de la raza inglesa.
Tengo preparativos que hacer, cuentas que saldar, esto aquello que comprarme. me veo obligado a ir aquí y allá: El sirocco, desde luego, todo lo ensombrece vistiéndolo de gris; pero aun sin eso, bajo cualquier cielo, es entristecedor ver los cambios que ha sufrido Nápoles. Lo sventramento (el desentrañamiento) sigue sin tregua desde que se inició, hará treinta años, y no hay re.
gión que no haya sido transformada en la ciudad. Supongo que está bien que el amplio Corso Umberto se haya abierto camino a través del viejo Pendino; pero qué contraste entre aquella pintoresca indigenidad y la vulgaridad cosmopolita que le ha usurpado el lugar!
Napoli se ne va! Paso por la Santa Lucía con ojos caídos, mis recuerdos de hace cuarenta años en lucha con la medio.
cridad que ahora encuentro. La rada, de donde se solía salir para Capri, está toda rellenada: Se ha expulsado al mar a más allá de una desolación con base de basura. De Castel dell Ovo, recto hasta el Gran Puerto, han hecho un malecón y Santa Lucía se ha convertido en calle ordinaria, cerrada por casas grandotas y sin significación, sin vista ninguna. Ah, las noches cuando me encantaba perma.
necer aquí, sin ganas de irme, contemplando el resplandor carmesí sobre el Vesubio, siguiendo con la mirada la siJueta oscura del promontorio de Sorrento, o esperando que la luna vertiese su magia sobre Capri que más bien que isja firme parecía flotar! Aún se conser.
van los antiguos olores: Aún hay puestos de fruta, y jarrones de vendedores de agua: Las mujeres siguen peinándose y trenzándose unas a otras a la orilla de la vía, y, como antaño, se come al fresco.
Pero todo esto se puede ver por otros lados, y Santa Lucía era única. Se ha: vuelto escuálida. la luz gris de este triste y onduloso cielo, nada manifiesta sino sólo su antigua inmundicia: Se necesita oro del sol para que recobre vestigio de su antiguo encanto. Se ha vuelto Nápoles menos ruidoso, o sólo me lo parece a mí? Los hombres Anoche viró el viento y el cielo comenzó a despejarse. Esta mañana mo levanté a la luz del sol y ávido de mi via.
je. Miraré el mar Jonio ya no desde un tren o barco a vapor, como antes lo he visto, sino que a mis anchas: Veré las playas de donde fueron Tarentum y Sy.
baris, Crotona y Locri. No hay quien no tenga su intimo deseo intelectual: El mío es escaparme de la vida que conozco y soñarme en la antigüedad que era el deleite de imaginación de mi primera juventud. Los nombres de Grecia y de Italia me halan como ningún otro: Me devuelven mi abolida mocedad y me hacen sentir de nuevo las intensas impresiones de cuando cada página de griego o Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica