Carmen Lyra

REPERTORIO AMERICANO Tomo XXV SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1932 Sábado 24 de Setiembre Año XIV. No. 604 Núm. 12 El retrato que yo me he hecho de don Alberto Masferrer Recuerdos.
Don Alberto Masferrer.
Luminia. Viendo el retrato de una casita, Versos soncillos. Adiós Luminia.
Uo filósofo del orden social Sueño profético.
Los últimos dias de Masferrer.
Cómo cxpiró Alberto Masferrer Escrito, principales de Alberto Masferrer.
SUMARIO Carmen Lyra El toreador de la virtud Sullana de Larahc Elogio de la lola de Puerto Rico Siona Benedictus Leon Luis.
Orientaciones Alberto Masferrer Gymnasium Juan del Camino Los Apristas peruanos informan. dan las gracias.
Salarrué La crisis económica y el maquinismo Alfonso Rochac El santero don Julián.
Efrain Jovel David Alfaro Siqueiros y su revolucionaria pistola de airo Juan Aparicio Gabriela Mistral Alfonso Pablla Arturo Mejia Nieto Azorin Viera Altamirano Alberto Guillén Blanca Luz Brum El retrato que yo me he hecho de don Alberto Masferrer Envío de la autora. San José de Costa Rica (3 Alberto Masferrer No conocí personalmente a don Alberto Masferrer. La primera vez que él estuvo en Costa Rica de profesor en el Colegio de Señoritas, era yo una chiquilla y cuando volvió en 1921, andaba yo fuera del país. Pero me sentía amiga suya y él se sentía amigo mío. De cuando en vez nos escribíamos y siempre que publicaba un libro me lo enviaba con una dedicatoria cariñosa. Me lo describen así: un hombrecito pequeñito, delgado, de apariencia débil.
Daba la impresión me dicen de que casi no pesaba. Sin embargo, cuando pienso en él, no veo una figura de líneas que se diluyen en la luz, sino un perfil de trazos que tratan de imponerse, sobre el fondo centroamericano. En mi imaginación hay algo parecido al retrato del poeta belga Rodenbach de Levy Dhurmer que está en el Museo del Luxemburgo. Siento que no debería traer aquí a colación este retrato de Rodenbach. Lo hago para explicarme a mí misma, mi manera de contemplar la memoria del noble varón salvadoreño que acaba de morir. En el cuadro de Dhurmer se ve: en el frente, la hermosa cabeza del poeta flamenco, y en el fondo Brujas la ciudad abandonada por el mar, cuya tristeza de amante despreciada, cantó Rodenbach en sus libros. Sí, es algo semejante lo que hay en mi ima.
ginación, semejante en la disposición y en la suavidad con que está tratada la cabeza. La de mi retrato que me he hecho de Masferrer, es también una cabeza que quisiera irse para las nubes, como la del Rodenbach de Dhurmer, pero que antes de emprender el vuelo no desdeña mirar hacia abajo y comprende que la fuerza de gravedad que atrae hacia el suelo, no es menos maravillosa que el anhelo de ir hacia arriba. Me doy cuenta de que todos los ensueños imprecisos, vagarosos, todas las filosofías forjadas detrás de csa frente honrada, se.
humanizan al ponerse en contacto con la fuerte realidad que los rodea. Cambian sus alas por unos tímidos pies de niño que se echan a andar sensibles sobre las piedras del camino. Pero ya es una gran victoria el que tengan pies y no solamente alas, como pasa la mayor parte de las veces con los ensucños de los idealistas. cuánta falta han heFalleció en San Salvador, El Salvador, a las 10 y 55 minutos de la noche del de setiembre del año en curso.
Pué uno de los amigos y colaboradores de este semanario. Continuará siéndolo. El hecho de que lo sigamos buscando, revela con claridad que lo llevamos en el corazón.
Al pie de su bandera, en recuerdo de lo que dijo e hizo, seguiremos en las mismas esperanzas y ogonlas en que el vivió.
Por su madre, por su hija, por su esposa, por los suyos hemos de abogar; por el bienestar de los suyos, muy amados.
Otras imágenes suyas, su Ideario recogido por el noble Alfonso Rochac, su anecdotario, tantas cosas de él que fremos dando Repetimos: seguirá cerca de nosotros, como en vida. Seguirá colaborando, como todas las almas creadoras, después de su muerte.
Hoy que hablen las mujeres, de preferencia, cuyos dulces afectos cultivo y estimo Masferrer por doquiera que pasaba.
puesto sus alas de metáfora y habría volado a la altura para librarse de la lucha de aquí abajo y no arriesgar su bienestar. Pero Masferer no fué solamente un intelectual, sino también un hombre de honor, y por eso no se hizo el desentendido ante la explotación de los amos y el hambre de su pueblo.
Bien diferente es el paisaje que sirve de fondo a mi retrato de Masferrer de aquel que se ve en el cuadro de Dhurmer, con sus canales de aguas inmóviles, sus torres místicas y su música de carillones en el aire. No, no, que el mío es de esfuerzo humano y de tragedia.
Está formado por un pueblo que es todo él una espalda agachada sobre el surco y una mano que trabaja, y que es sin embargo un pueblo humillado y hambriento sobre una tierra estremecida por la respiración de volcanes vivos, que echan a los vientos el fuego de sus entrañas pavorosas y se sangran en lava hirviente sobre las laderas y consume cual si fueran de paja los bosques, los plantíos, los animales y los poblados. Es una tierra en donde todo está cultivado por el pueblo más laborioso de Centro América, todo, hasta las fauces de los volcanes en actividad. El indio atisba cuando el volcán duerme la siesta, para limpiarle, los morros y ponérselos bonitos con los cultivos. No hay rincón por el cual el trabajador salvadoreño no haya pasado su mano diligente de piedra para el aguante ni terrón que no haya regado con su sudor. Allí van todos los creadores de la riqueza de ese país: los colonos salvadoreños, de piel más oscura que el suelo que labran; a su paso humilde se levantan los cafetales de Oriente y de Occidente que llenan de oro las arcas de los amos, quienes no saben sino humillar y explotar al peón e ir por el mundo dándose aires de condes y de duques, y eso en la época que corre, cuando los príncipes rusos lavan platos en los restoranes para ganarse la vida.
Allí van por las vegas del centro del territorio salvadoreño, los plantadores de tabaco; conocen secretos para que la ho.
ja se ponga rubia y extraiga de la tierra y del aire aromas y nepentes para goce del hombre. Aquellos son los alfareros de Ilobasco con sus vasos y sus figuras artísticas de arcilla fina. Pasan cho los pies a los ensueños de los hombres. Ellos han creído que las alas son cosa más noble y bella que los pies y han descuidado el piso por donde éstos tienen que transitar. menudo el idealista disimula su flaqueza bajo el deseo de las alas. Así rehuye con decencia tántas responsabilidades. Si Masferrer hubiese sido un literato nada más o un verisificador hábil o un intelectual esnob o diletanti, se habría Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica