Working Class

REPERTORIO AMERICANO 195 elogio conmovedor, Leonardo Pena emprendía el camino de París. ABAYER R Para todo dolor AFIASPIRINA el producto de confianza. En París.
En París hicieron la estación larga de su vida, Rubén y Amado Nervo. Allí vivió, durante vcinte y cinco años, el autor de La Reliquia para el cual, París era la herida de fiebre, la incurable herida del ideal, la antigua y trágica herida que fueron Atenas, Babilonia y Jerusalem, y de la cual fluye la mentira y la verdad. En sus bulevares se paseó Oscar Wilde, antes y después de la Balada y.
mientras por sus callejas obscuras cruzó la sombra de Dostowieski, en sus par.
ques se inflamó la imaginación torrencial de Wagner. Cada artista que por allí ha pasado, ha dejado su recuerdo, como se deja la marca del cuerpo en un lecho de amor.
Al fijar su residencia en París, Leonardo Pena ha creído que, en ninguna parte, ni en ningún ambiente, podía desenvolver mejor su sensibilidad de artista. En efecto; allí en ingenio se ha enriquecido de nuevos matices, de savia más potente y jugosa, de fibra más rica, y, al amparo de la paz del alma lejos y: los rencores y envidias del terruño ha plasmarse en las páginas, cada día más trabajadas y más sobrias y más ricas, de su Biblia Profana. Sin dejar de pertenecer, en sustancia, al núcleo literario de América, sus mejores cualidades, aún aquellas más peculiares al genio de su raza, sa fortalecen con el jugo de París.
En casa de Pena, se encuentra establecida, desde hace años, una de las más interesantes tertulias literarias de París.
Por allí han psado todos los artistas latino americanos que han viajado por Europa; Rubén Darío, Ingenieros, Francisco García Calderón, Alcides Arguedas, Alfonso Reyes, Vasconcelos, Magallanes Moore, Halmar, Joaquín Edwards Bello, Hugo Barbagelata, Zaldumbide, Jorge Hubner, etc. etc. Es un ambiente cálido, bohemio y aristocrático, saturado de graciosa intimidad. En un rincón, la mesa de trabajo del artista, cubierta de papeles en perfecto orden, contrariando el tradicional desorden de los hombres de letras. En otro rincón, tapizado de cojines, tienen lugar las confidencias y, en las paredes, montando guardia, Byron adolescente, Musset en la hora de las elegías, Lamartine, Chateaubriand, Madame de Stael y Stendhal, esa cabeza razonadora forrada en un alma entusiasta y sensible, que es el autor predilecto de Leonardo Pena. Sobre el escritorio, un retrato del escritor, firmado por el maes. tro Juan Francisco González, con su rostro fuerte, su fuerte cabeza y sus ojos de mirada penetrante, vagamente tocada de dulzura, como de una luz interior. en el umbral del salón, la esposa del artista, acogiendo a los visitantes, con una distinción suprema, y Mireille, prestigiada de belleza magnética que, bajo el oro de sus cabellos, se hace sonrisa, se hace ritmo, se hace luz.
Allí, en ese salón, tuve ocasión de oír, un día, disertar a don Miguel de Unamuno, mientras fabricaba sus pajaritas de papel. En otra ocasión, fué a Halmar, disertando con su maravillosa voz de sal misma de la tierra, no debería estar.
actor. allí encontré también a Vicen obligada a producir sino dos veces por te Huidobro, apoyando apasionadamente año, pues, su obra reposante exige una mis opiniones sobre Rusia, de la cual aca larga gestación. Luego me dice, hablánbaba yo de llegar. En sus avances im dome de Unamuno: Don Miguel, tiene previstos y ruidosos, Huidobro, cuya fa el defecto olímpico todos los dioses lo milia es poseedora de anchurosas hacien tenían de no ser ecléctico. Para él, todas, ofrecía al proletariado chileno todos do lo que no sea truculento, no cuenta.
los suelos de sus antepasados.
Se diría que la gracia es un pecado, menudo, después de aquellas inol cuando no una nimiedad, a sus ojos. vidables tertulias, nos ibamos con Leo es así, acaso, como lo más bello del arte nardo, por las grandes avenidas que ro permanece ignorado para él. Aunque, dean su casa, hasta llegar a los Campos bien es cierto que cuando se concibe el Elíseos, que, en esos atardeceres de oto sentido trágico de la vida, a la manera.
ño, eran como una floración inverosímil de don Miguel, se lleva un mundo a de luz, con la sonambulesca y atropella cuestas.
da procesión de los automóviles, de los De pronto, la voz de Leonardo se hace paseantes y de los niños, que hacen de justiciera: aquel rincón paradisíaco, una inmensa. Pío Baroja? El hombre estúpido, creche. charlábamos, charlábamos. que ha osado llamar estúpido a un conél, con la pletórica alegría de su mente tinente como América, que la patria sana y fuerte y yo, con la inquieta cu de Bolívar. uno de los hombres más exriosidad de indagar su pensamiento so traordinarios que haya producido la hubre personajes interesantes o sobre he manidad. un continente que ha produchos triviales, ya que conversar, no sólo cido cerebros tan formidables como los es tender puentes intelectuales, y dar vi de Bello y Sarmiento y que ha producida a un fenómeno nuevo y siempre iné do prosistas como Montalvo y Rodó y dito, sino que también es el arte de despoetas como Rubén Darío ese pastor de.
nudar o de vestir las almas.
cisnes como José Asunción Silva, como Recuerdo que, un día, mientras está Delmira Agustini, como. Nervo, como bamos sentados a la sombra de la gra Guillermo Valencia, como Lugones, cociosa y dolorosa estatua de Daudet, lo mo Gabriela Mistral y como Juana de sentí en un arán infinito de confesión.
Ibarbourou, un continente que ha sido ca Sin duda me decía que habrá mw paz de crear ciudades como Buenos Aichos seres más desgraciados que yo; pe. res, aglomeraciones humanas como el ro, difícilmente deben de haber seres me Brasil y organizaciones sociales y polinos felices. ello se explica: yo jamás ticas como Chile. Un hombre que ha he podido realizar ninguno de mis sue osado semejante aserción, no es, no pueños, la vida habiéndome rehusado sistede ser, sino un estúpido. yo siento de.
máticamente toda ayuda y toda protec cirlo, porque como escritor no me pare.
ción. de ahí el que yo sea un solita ce mal Aunque, a los artistas no derio y el que me complazca tan poco en la bemos pedirles que sean inteligentes: compañía de los demás.
basta con que sean artistas.
Sin embargo, a pesar de su pesimismo, Aquellas palabras, me hicieron interroLeonardo tiene una palabra generosa pa gar a Leonardo sobre cuáles eran sus ra todos. Halmar es un exquisito; ideas en arte. Muy simples me repuuna sensitiva. Joaquín Edwards es la so. Yo amo todo lo que signifique persoencarnación de la fuerza. Todo en el nalidad y todo lo que se resuelve en graes fuerte: su imaginación, su razonamien cia. Así, para mí, el más grande escritor to, su estilo. El día que Joaquín sea to francés contemporáneo, sin que deje de cado por la gracia y deje de hacer esa li reconocer todo lo que hay de relativateratura a lo que da la olla, será estupen mente inferior en él, como su esterilido. Luego, hablándome de la poetisa dad de alma y de almas, es Barrés. que creó con su sangre Desolación: conjuntamente con él, Marcel Proust. Qué pecado el de Chile de condenar a tan cristalino en su obscuridad y tan peGabriela Mistral al periodismo! Ella, ma ligroso en el prestigio de sus melodías jestuosa como las higueras de nuestra excepcionales.
América, cuyos ramajes caídos tocan la Oyéndolo hablar a Leonardo, pensaba. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica