EDITOR: REPERTORIO AMERICANO García Monge Suscrición mensual, C2. 00 EXTERIOR: SE! semestre, 63. 25 Correos: Letra SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA El año, 00 am.
Giro bancario sobre Nueva York.
Amiel, o el confesor laico De La Gaceta Literaria. Madrid wasses Federico Amiel Marafión ha puesto de moda, cu estos dias españoles, una figura netamente romántica de la Europa laica: el confesionista. Amiel.
Me he carteado con Marañón en torno a esta figura. Amiel me habla inspirado repugnancia hasta hace poco. Aquello de que el paisaje era el alma de uno en estado más o menos interesante, me repelia. De prontoesta crisis ególatra e individuista que atravieso me ha presentado a Amiel en atractiva familiaridad, y he sentido su mano que estrechabe la mia paternamente.
Entre Amiel y. yo ha servido de enlace simpatizador, naturaimente, un clínico: Marañón.
Amiel no ha tenido inconveniente en coniunicarle todos sus trastornos sexuales. Yo no le visto gravedad en confiarle los mios, morales. Marañón gracias a que no es un psiquiatra nos ha entendido muy bien. si no ha traído un consuelo definitivo a nuestras almas desoladas, por lo mezos nos ha ofrecido la lucidez de su diagnóstico exacto. Qué lástima que Marañón no vista el habito de jesuíta, ahora que todos los hombres de Jesús se han marchado de España. El y Ortega, Baroja y Unamuno, Juan Ramón. Yo he sostenido siempre que la fama de Marañón y su gloria en la Medicina, no se debe a su cura de cuerpos. sino a su cura de almas. lo cura que es. Como lo es todo gran médico. Todo gran hechicero en una tribu. Ustedes creen que la Medicina, o cura de cuerpos, ha progresado porque en vez de recetar el hechicero caldo de sapos con cuerda de ahorcado y un diente de parida, receta un específico preparado en Berlin? La Medicina no ha experimentado progreso alguno. El médico de fama sigue curando como el chaman cura a los poseidos de una tribu tibetana: a fuerza de sugestión y de magia: a fuerza de especifiquez nigromáutica.
De siglos es sabido que la simpatia es uno de los factores primordiales del médico.
El savoir faire. Por eso los grandes médi.
cos fueron casi siempre judios, esto es, almas laceradas de espíritu, capaces de todas las piadosas meatiras y verdades del hombre.
El origen de la psiquiatría está en un medico judio: Freud. podría decirse que la lucha contra el catolicismo la han sostenido principalmente: el judaísmo con sus médicos y el protestantismo, con sus líricos confesionistas. Porque ei gran secreto católico, el que hacia y hace posible desde el milagro hasta la extremaunción. el que convertia al catolicismo en una religión superior, exquisita y europea, cra ése: ese auténtico y divino sacramento. del poder confesarse sin miedo, sin pudor. frente a un alma atenta, paterna y absolvente. Ah, la confesión. Por arrancar ese secreto viene coinbatiendo la heterodoxia, los anticatólicos, desde siglos. Desde Montaigne, el semijudío. Desde Rousseau, e! laico de la Naturaleza. Desde Amiel. Hasta Freud.
Esa higiene maravillosa de expulsar periódicamente las defecaciones espirituales, Jas atarjcas íntimas en el alcantarillado general de un sistema que había logrado el catolicismo bajo la técnica de sus curas de almas. y en especial de sus jesuítas, tenía que provocar la largă revuelos de revolución, ensayos de rebatiña.
nocer el libro completo de nuestro querido cura. para reunir todas sus visiones y confidencias sobre el caso Amiel. mí Amiel io digo sin asomo alguno de pedantería me parece un caso bastante sencillo. Porque no lo miro desde un punto de vista clinico, sino histórico.
Lo característico de Amiel ¿no es cierto, Marañón? fué esto: que siendo un hombre guapo y dotado regularmente de atributos varoniles, permaneció en castidad, examinando en un Diario sus pecados cotidianos, rezando diariamente a una sola mujer. tan diferenciada, y tan ideal, que no la conoceria nunca, y reuniendo en torno a un abejar de almas femeninas que acudian cerca de este hombre a buscar consolacicnes específicas.
Pues bien: este caso Amiel que hace escribir a nuestru Marañón un formidable y bellişimo estudio y movilizar toda una bibliografia copiosa y fatigada, no es, según mi parecer, sino uno de los centenares de casos que se produjeron normalmente bajo el clima católico. Es sencillamente Amiel: el tipo del confesor. poco que se frecuente la sociedad católica y se indague entre sus mujeres, se observará que aun loy existen en España, en Madrid, sin ir más lejos varios Amieles no menos interesantes que el suizo. Sacerdotes perfectamente cotados de atributos viriles, en perfecta castidad, rezando diariamente a una Inmaculada, una mujer ideal que no encuentran en este mundo, y en perfecta atracción y consuelo de almas rotas de mujeres. Es decir: tipos viriles que por su castidad sublimizan todo libido del sexo opuesto. Conduciendo tal libino a un sistema de base abnegatoria y despojada. Lo que pasa es que Amiel fué un clérigo traidor. Amiel tuvo el impudor. característico de todo laicismo de referir al público sus secretos confesionales, y sus propias vacilaciones, y sus propias debilidades, y su propia vileza humana. Amiel. como todo traidor, tué aprovechado, y se le pagó en publicidad el servicio, esto es, en su misma moneda.
Yo no puedo decir que el caso de todo confesor no sea interesantisimo clinicamente hablando. Lo que puedo decir es que no veo mayor interés. especifico en Amiel que en un Padre Gury cualquiera.
Si se compara el Diario de Amiel cca una Casuistica católica, se veria el superior interés de esta última. Ha leído, Marañón, la Pupilla oculi. de Juan de Burgo, o el Confessionale de Bartolorné de Chaymin, o las obras de Lossius y Escobar. Tiene Amiel mayor finura en los consejos a sus penitentes casadas, que esos latines deliciosos de nuestros famosos jesuitas: Culpa vacant oscula quoelibet honesta aut tactus in partes tum honestas, tum minus honestas (si leviter fiantinter conyuges ratione affectus conyugalis demostrandi aut amoris confovendi, etiemsi aliquando per accidente sequeretur involuntaria pollutio. Amiel, como Rousseau, como Stendhal, como Dostoyievski, como Baroja, como Proust, como todos los herederos laicos del gran sistema católico, lo que hizo fué verter el confesionario en mitad de la calle, y ea eso estuvo su valentía, su originalidad y su desfachatez. El novelista nace donde el confesor termina. El novelista es el confesor que rompe io casuistico de la confesión: el secreto. secreto sin secreto es simplemente escándalo. El Diario de Amiel es uno de los libros más escandalosos que se hayan escrito nunca. Porque Amiel no lo escribe para una casta profesional como hiciera el autor de la Theologia moralis universa. Amiel no escribe un libro para técnicos ni clinicos, sino para todo el mundo, para los propios penitentes. Libro tremendamente desmoralizador. Gracias a que la mayoria de los penitentes no lo entiende. Como les ha sucedido a todos los grandes curas modernos. Quién recoge los secretos técnicos de un Dostoyieyski, de un Sterdhal, de un Baroja, de un Proust? Contadas almas, al fin y al cabo.
Porque la técnica de cura de almas es resistente a loda democratización, a toda disolución. Es taa aristocrática, que su apice consiste en la santidad. Lástima que España, país de santos, deje sin hábitos a los verdaderos Padres espirituales, que comenzaban a merecerlo! Un Marañón, un Ortega, un Unamuno, un Barujn, un Juan Ramón. Catolicidad de nuestros laicos. No seria el tiempo ahora de recuperar su traicioa de clérigos. De reorganizar la disuelta Compañía con la esencia española de su nueva espiritualidad. No visteis el estremecimiento de disgusto con que esas almas laicas acogieron el decreto disolutor de las otras, tradicionales?
Cuando en casa de Marañon acudo a visitarle, y me veo las salas de espera acumuladas de mujeres, y el criado me avisa, y Marañón viril, casto y sonriente me tiende la mano, nay siempre en mi un conato inconsciente de inclinarme ante esta mano y.
besársela; y, alzando los ojos, llamarle con el más viejo saludo de la débil humanidad. Padre! Giménez Caballero DR. HERDOCIA Enfermedades de los ojos, oídos, nariz y garganta.
HORAS DE OFICINA: 10 a 12 de la mañana y de a de la tarde Marañón en el capitulo publicado en el Tutimo número de la Revista de Occidente ve en Amiel quizá demasiadas cosas. Ve, ante todo, un timido superior. Espero coContiguo al Teatro Variedades Imprenta LA TRIBUNA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica