200 REPERTORIO AMERICANO Emilio Castelar vivió sesenta y siete años. Nació en 1832; murió Castelar en 1899. En el día del próximo septiembre se cumplen los cien años De Luz. Madrid, 15 de agosto de 1932.
de su nacimiento En su silla de la Academia Española se sienta hoy otro preclaro dicente que, con toda seguridad, cuenta con me ios para estimular la celebración del carte.
nario. Castelar ha dejado cincuenta o sesenta volúmenes; ha escrito sobre política y sobre historia; ha compuesto también algunas imaginaciones novelescas. La obra periodística de Castelar, no aperdigada en volúmenes, seguramente que formaría otros tantos tomos. Lo que primero atrae en Castelar es su estilo. En el siglo xvi, un gran espíritu sintciico, como Castelar, Fray Luis de Granada, realiza un formidable esfuerzo de extensión de la lengua castellana. Si hasta entonces, hasta Fray Luis, el idioma era cosa restricta, ahora, con este esfuerzo de dilatación, el idioma se ensancha, abre sus horizontes, tiene perspectivas que antes no tenía. mediados del siglo xix, otro espíritu de poderosa síntesis, el de EmiCastelar, repite en el área del idioma patrio la antigua experiencia de Fray Luis de Granada. Causa asombro a los que nos apasionamos del estilo, a los que tenemos entre las manos los instrumentos del estilo, como un herrero o un carpinEmilio Castelar tero tienen las amadas herramientas que han manejado cuarenta años; causa asombro el contemplar la inmensa área del estilo de Castelar. en Chateaubriand y se ha dado moderPara realizar esta obra de extensa lami namente en Mauricio Barrés. Se da en nación se requiere sentir las palabras José Ortega y Gasset y se da, en for.
como se siente un bello fruto, con la ma más orquestal, en Emilio Castesensualidad con que un niño muerde un lar. Si Ortega y Gasset es un delicioso fruto fragante y sazonado. Sensualidad músico de cámara, a lo Mozart, a lo de las palabras tenía Fray Luis de Grana Schubert, Castelar, más profuso, más ar. da; sensualidad, intensa sensualidad, diente, más impetuoso, nos recuerda a sensualidad análoga a la que tenía Wagner. téngase entendido que sin también Gabriel Miró, tiene Castelar. ese esfuerzo de laminación que Castelar Como riqueza de vocabulario, como co ha realizado, no hubiera sido posible el pia pródiga de voces, Castelar es, sin laboreo del estilo corto, conciso, breve.
disputa, el primero entre todos los es Sin Castelar, los que amamos el estilo critores españoles, tanto antiguos como breve y conciso no hubiéramos podido modernos. Es fácil, cuando se usa del usarlo; debemos a quien dilató el idioma estilo que en tiempos de Castelar se 113 el don de poder, tras su trabajo, escrimaba asiático. es decir, profusamenbir con una concisión que es lo antípoda te florido, caer en la vulgaridad y en la afectación. Castelar repasad bien sus Por encima de todo ponía Castelar la escritos no es jamás ni afectado ni pe inteligencia. Ya nos vamos acercando dante. Nunca en Castelar ni la más li a la política. a inteligencia lo era todo gera falta de gusto. Se dice que la cláu para Castelar; el pecado contra el espí sula larga, amplia, la cláusula que Cas ritu lo abominaba Castelar con todas su: telar usaba, no es la propia del arte lite fuerzas. Ni la guerra entre dos pueblos, rario. No creemos que en literatura se ni las diferencias de religión, ni los anhaya hecho nada tan bello como ciertas tagonismos de raza podían hacer que páginas creadas por Castelar. Los que Castelar dejase de comprender admidicen tal cosa no han leído al gran pro rar a un escritor y a un filósofo. Una sista. Páginas como las dedicadas por curiosa anécdota, que el mismo Castelar Castelar a Galicia en su maravilloso re cuenta con palabras elegantemente irótrato de Rosalía de Castro y páginas nicas, nos mostrará la pasión de Castecomo las dedicadas a Granada no se po lar por la inteligencia. En su Historia drán registrar muchas veces en la litera del año 1883 nos dice el orador: Iba tura castellana. La sensación de la pa yo cierta mañana, en Normandía, por las labra lleva a Castelar a una cadencia, a dunas del austero Etretat, hablando con una concinidad, a una música suave e el célebre filósofo Vacherot de las cosas inefable que pocas veces se habrá dado del alma, y no pude contener mi asom. en una literatura europea. Se ha dado bro al oírle decir que antes de la guerra francoprusiana pertenecía por completo a la escuela de Hegel, y des.
pués de la guerra francoprusiana pertenece a la escuela de Spencer.
Por involuntario movimiento de mi espíritu pedí a Dios que no hubie.
ra bélica ruptura entre Inglaterra y Francia, pues faltaría entonces asilo y refugio en el mundo al pensamiento de un filósofo.
Europeo, curioso de cuantos fenómenos intelectuales se producen en Europa. Emilio Castelar vive constantemente, ante su mesa de trabajo, atento al vibrar universal de la inteligencia. Entramos y no podemos ser extensos en la región de la política. decimos con toda rotundidad, con toda decisión, para que los jóvenes inclinados a la pasional injusticia lo entiendan, que ninguna figura, en todo nuestro siglo xix, se presta más a la injusticia que Castelar. Basta, para la fulminación de Castelar, coger algún texto, abstraerlo de las circunstancias en que se produjo, prescindir del medic social en que Castelar se movió, y dar por conclusa con ello tal o cual cosa. Nadie más que Castelar necesita, con todo cuidado, con todo tacto, ser estudiado, como político, en la atmósfera en que se desenvolvió. Para todos los hombres cultos de la generación de Castelar, los principios consignados en la Constitución de 1869 forman el programa ideal. Se peleó durante años, y ardidamente, para conseguir la proclamación de los Derechos que en esa Constitución se consig.
nan. Se vieron luego, durante la efímera República de 1873, llevados plenamente a la práctica. Fueron más tarde, con la Restauración, anulados. fieles a esos principios permanecieron, durante la Monarquía restaurada, Castelar y sus amigos, Castelar y cuantos amaban la libe Todo en su cunducta y en su actuación en la vida pública dependía del auge o el ocaso de esos principios. Si la Monarquía resturada se apropincuaba un poco a tales principios, Castelar debía celebrar esa aproximación. Su posición dependía de tales aproximaciones o alejamientos. No era Castelar el que claudicaba; Castelar no podía sentir desfallecimiento en su pasión por la libertad.
Era la Monarquía la que a Castelar se aproximaba. la Monarquía tuvo momentos en que parecía haber aceptado, por fin, todo el contenido de la pasada Constitución gloriosa. veces pudo creerse que, tanto en la doctrina como en la conducta, la Monarquía cambiaba ile su secular y funesto rumbo. era, sí, y con razón, Castelar el primero que, con toda lealtad y en honor de España, celebraba el cambio. No pudo ver el orador toda la falacia del régimen. Cuan.
do, por causas principal y esencialmente del régimen, cl imperio colonial se desmoronó, Castclar, en un espasmo de dolor y de angustia, derramó lágrimas. Poco después moría.
Hemos hablado del estilo de Castelar. Pasa a la página 907)
de su prosa. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica