BakuninEnrique Espinoza

REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA, San José, Costa Rica 1932 Sábado 21 de Mayo Tomo XXIV Núm. 18 Año XIII. No. 586 Antonio Espina Fernando de los Rios Un libro genial Dos poetas checos La guarida de los Insectos.
La enseñanza de la Historia Patria (y 2)
En la agonía.
Bakunin SUMARIO Carlos Pereyra?
La personalidad de Bakunin Hurban Vajansky Discurso: Sobre la obra de la República P. Svoboda Carta del Editor del Rep. Am.
Anastasio Alfaro Bibliografia titular Teodoro Picado Los vengadores Ismael Enrique Arciniegas Ensayos (2) Giménez Caballero La muerte de Ana Maria Benito.
Juan Bosch Viera Altamirano Enrique Espinoza Un libro genial.
Los españoles se quejan de no ser comprendidos. Pero la queja que debieran formular es la de no comprenderse a sí mismos. Frecuentemente su historia, sus monumentos, sus paisajes, sus obras literarias, y hasta sus hombres, les son revelados por los extranjeros.
Tenemos, para demostrarlo, si es que esto necesita demostración, el caso de Gracián. Al escritor aragonés le conocen, por afición y trato, más del otro lado de los Pirineos, que en España. el relativo desconocimiento no se debe sólo a desdén sino a una suerte de inhabilidad que hasta hoy han tenido los españoles para la presentación de lo que producen, ya sean libros o naranjas.
Saben que su fruta es excelente por la aprobación de Inglaterra. lo mismo pasa con algunas obras maestras.
Cuando se piensa en la suerte pósfuma que ha corrido Baltasar Gracián, extraña menos el total olvido de un tiempo, subsiguiente a la boga europea, que la insuficiencia de la rehabilitación.
El autor del Discreto no está hoy desestimado como cuando escribía Quintana, pero ni es un favorito de la erudición, ni vemos que sus libros corran de mano en mano, aun cuando sólo sea dentro del círculo que se asigna a los clásicos. En España se le estudia menos que en cualquiera otro país. Sus obras apenas tienen público. Para encontrar una biografía del portentoso creador, tenemos que acudir a la del francés Coster. Si se quiere dar con apreciaciones críticas de cierta extensión, el curipso necesita buscarlas en Italia, en Alemania, en Inglaterra, en Francia y hasta en Polonia.
Los españoles no han hecho una sola edición de páginas escogidas, como la que publicó en 1925 el Mercure de France. Las reimpresiones de Gracián, todas parciales, no son numerosas. Rodríguez Şerra dió el Héroe y el Discreto en un tomo que tuvo dos ediciones defectuosas y distanciadas. Una es de 1900 y la ptra de 1909. En 1918 sacó a luz Ca.
fleja los mismos tratados, añadiéndoles el Oráculo Manual y la carta sobre la batalla de Lérida. El tomito, notable por su primcr, buen gusto y respeto a los cánones de la crítica, fué obra de don Alfonso Reyes. La empresa Renacimiento había publicado en 1913 el Criticón.
Desgraciadamente el magnífico papel y la buena impresión sólo sirvieron para ro oscuro en el estilo. Fernández de Navarrete, como Coster, admira a Gracián, y cree que cada capítulo, leído de por De Atenea, Concepción, Chile sí, es un encanto.
Tal vez lo que haría falta para popularizar el Criticón, hasta donde puede entrar en la corriente este género de escritos, sería aligerar la materia. aun siendo alegórica, la novela no fatiga. Lejos de ello, cuando el creador se manifiesta, el lector queda subyugado. Los caracteres tienen tanto relieve y las situaciones se dramatizan con tanto ímpetu, que la sucesión de los hechos nos apasiona.
Gracián conmueve. Suprimiendo, pues, o aislando con tipo menor los giros de retórica cultista, los excesos de conceptismo y los pasajes añadidos, aportación desdichada del mal gusto que domina un siglo decadente, la fábula conserva toda la fuerza de su hechizo. Cualquier, lector seguiría con anhelo las cuarenta y ocho Crisis. Sin creer que la segunda parte del Criticón sea superior a la primera, y la tercera a la segunda, pues en todas el vuelo de la fantasía toca las mismas alturas, hay progresión verda.
deramente novelesca en la ficción y se va por lo mismo de sorpresa en sorpresa, desde los primeros pasos de Critilo y Andrenio en el Valle de los Vicios y Oracián cerca de la Fuente del Engaño, hasta la Cueva de la Nada y la Rueda del Tiempo.
No es de extrañar que al hacerse el recibir un vaciadizo de puntuación anár citado tomo de páginas selectas para la quica y de heterografía. El texto puede. biblioteca del Mercure de France, proentenderse con voluntad y a punta de logada por André Rouveyre, y traduci.
lápiz. Aun sin esto, no sería temerario das y anotadas por Víctor Boillier, dieafirmar que parte de la edición estaba ran mayor cspacio al Criticón que al de antemano condenada a quedarse en Héroe, al Discreto, al Oráculo y a la los almacenes, y que la mayoría de los Agudeza. Se trataba de presentar Pages compradores adquirió el libro para ador caractéristiques, y si las hay se hallan nar sus estantes.
en el Criticón.
El Criticón es de poca ventura. Los Ya desde la traducción francesa del gracianistas más convencidos escriben de libro hecha en el siglo xvii, y reconociun modo que asusta al público. Coster, da como clásica, se ve la importancia especialista consagrado, piensa que no dada al Criticón. Su título Homme se puede leer el Criticón desde el prin detrompé expresa con exactitud la pe.
cipio hasta el fin. Le llama novela de regrinación del desengaño. No sorprencajonės. Uno de los prologuistas de la derá que habiendo sido inspirador, y popular colección formada por Rivade aún algo más que inspirador de La Ro neyra, ha contribuído también para man chefoucauld, Gracián entusiasmase tener en su ignorancia a los que huyen Schopenhauer, inducido acaso por Goede libros difíciles. En el tomo segundo the para que estudiara las obras del pende novelistas posteriores a Cervantes, sador aragonés. Schopenhauer concibió dice don Eustaquio Fernández de Nava el proyecto de traducir el Criticón, y rrete, que la lectura del Criticón es obra buscaba cditor que no pudo encontrar.
de paciencia, por la frialdad, compañe Conocía todos los tratados de Gracián y ra de la alegoría, y por la falta de cla. si se fijaba en el Criticón, era no sólo a Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica