REPERTORIO AMERICANO 19 sus gas piezas de distintas telas de seca, o alabada de esbelta: pero la colina que mi solar de terreno es tanto más amale ponen añadidos irregulares; la luz lo por este lado desciende al mar no es ble cuanto más cultivado por mi mano, siembra de estelas con sus lentejuelas menos armoniosa, con su blanco caserío la patria es tanto más patria cuanto más chispeantes de acero; las olas saltan so que se dijera pintado sobre su espalda, y la hemos servido y honrado con nuestbre su superficie, como salidas del aire. que se desgrana a medida que baja a la amor, o ungido de nuestro dolor. Su hisCreo que yo distinguiría entre, mil el orilla: el cementerio que asoma sus citoria es la de mis árboles; su bandera color de esas aguas, la forma de esar preses detrás de las tapias, una cúpula nos recoge todo el sol que el universo c! as. la temperatura de esos vientos. redonda, corres finas y chimeneas allá produce para nosotros. El resto ahí se Nuestro suntuoso estuario recorta lejos, el horizonte gris azulado, por fin. queda; es de los demás vivientes; para perfiles en la dentellada costa de las otras banderas. no lo necesito paniedras negras, y forma como el relieve La sociedad de las cosas ra ver bien los colores de la mía, y de un mapa continental: las ensenadas.
sentir la vida en su plenitud.
los promontorios, las islas. Cuando el mar baja (nosotros llamamos indistinEs lo contrario de eso, efectivamenEse amor, elevado del rango de sentimiento al de virtud. es lo que se llama tamente mar o río a nuestro Plata. te, lo que yo he sentido y siento habitualmente, cuando el mar baja, las piedras que deja ante el paisaje que miro patriotismo; hecho pasión desordenada o irracional, es el vicio colectivo que en seco alternan con las lagunas salalargas horas desde mi torrecilla: siento la sociedad de las cosas. Ellas tamhemns de extirpar.
das y con los pastos: cuando crece, todo queda en el agua verde ondulante; las bién, las cosas, sin excluir las estrellas, Bien es sabido que algunos innova. dores (Tolstoi es au más sonado intérrocas más salientes aparecen y desapahan nacido, como los hombres, y como recen, como cabezas de náufragos.
las naciones, para vivir en sociedad, no prete) dicen que el patriotismo es sentimiento egoísta, inspirador de guerras, Esas costas, que, en dirección al me cabe duda.
Norts, se extienden hasta perderse en Hermano lobo, hermano sol, hermana y destinado a desaparecer, para ceder su una punta lejana, terminan hacia el Sur, agua, hermano fuego, decía San Franpuesto, al sentimiento de fraternidad universal. pero esos han tomado por muy cerca de mi casa, en el pequeño cisco, el pobrecito de Asis. San Francispromontorio de Punta Brava, casi aislaco de Asis no estaba nunca solo; la patriotismo lo que no es tal cosa; han princinalvisto en él un sentimiento lado, sobre cuyas rocas acantiladas se. obscuridad, como la luz, era su her mente negativo o de exclusión, siendo iergue muy graciosa la redonda torre.
mana.
cilla del faro, con así que es esencialmente positivo, de solo su linterna amiga; Lo que es propiedad en el agua que algunas rocas negras, continuación sub busca su nivel, es instinto en el pájaro amor. La ciencia no tiene patria, le decían una vez al francés Pasteur. No, no marina de la punia, salen del agua a que busca materiales para el nido, y es alguna distancia, y a ellas se llegan las facultad en el hombre que anhela el tiene patria, contestaba él. pero los saespumas. y las gaviotas.
bien. Propiedades, instintos, facultades, bios sí. Quién me diera ser sabio, digo El cuadro es noble y transparente he ahí las potencias de este inmenso yo, ser grande entre los hombres, para por dondequiera que se le mire: una organismo de la creación, sociedad de oue mi patria me tuviera! El mundo enacuarela de tonos ocres y violetas, que cosas visibles e invisibles, hechas por tero no me importa tanto.
pudiera borrarse con una esponja. Una Dios las unas para las otras, y todas No es otra la causa de por qué no gaviota blanca, que se abre sobre el cie para gloria de su nombre.
se es profeta en su patria. Nada más lo azul, basta para animar el aire, como Nada en la naturaleza está aislado, puesto en razón, ni más ocasionado a la virtud del patriotismo. El amor de la si fuera una palabra; el amable pájaro efectivamente, por más que sea la unise acerca silencioso, permanece a pocos dad el manantial de todo: la unidad, lo pronia tierra; el de los hombres que la metros de nuestras hahitan, nuestros próximos hermanos, es cabezas, nos deja entre las cosas. No hay rava negra en ver bien su cuerpo modelado en algolos contornos de los obietos: todo se y debe ser el más precioso, el más caro dón, los movimientos de su cabeza trianauxilia y compenetra en el ambiente de por consiguiente: el que ha de conquisgular terminada en largo pico, amarillo, luces y sombras: los refleios de unas tarse, por lo tanto, con mayor esfuerzo, sus ojos como cuentas de vidrio. Una casas en otras, de las visibles y de las y a costa de mayores contratiempos. No hilera de negros patos marinos, zarainvisibles, forman la armonía de las es.
te irrites, pues, contra tii patria, porque mapullones (bigúas les llamaban los feras, que es la paz. Darse cuenta de te dé ocasión de ser fuerte, es decir, indígenas) pasa de vez en cuando, apreque Dios no ha sido menos bueno 21 virtuoso. Merécela, si la quieres.
suradamente, con rumbo desconocido, darnos la sombra que al darnos el sol como una procesión de cruces de hierro es la sabiduría. Si así como ponemos El Uruguay que agitan los brazos escuetos; con los un poco de agua en nuestro vino, acencuellos de tortuga extendidos, se dijeran tamos un de dolor en nuestra Guiado por las lejanas serranías, siestilizados, escapados de los cuarteles dicha la hacemos más sana, por más en go yo, con el pensamiento, la costa de de un blasón heráldico, La voz de un armonía con el universo, y más soluble la patria. en que resuena la voz de chingolo que hace sus gárgaras sonoras, en la dicha, siempre relativa, de los nuestro pedazo de Atlántico, lleno de terminadas en un quejido, o la de una demás. No desentonamos; no trazamos dioses; adelanto en dirección al Norte, ratonera, especie de juguete mecánico las rayas negras de la tristeza y de la hasta nuestra frontera con el hermano que hace sonar sus pequeños besos en regra envidia. El hombre bueno y geBrasil, y, torciendo entonces, tierra adensemicorcheas, y salta, más que vuela, neroso, cuando es muy feliz, debe senentre los alambres del cercado, bastan, tirse endeudado casi avergonzado ante tro, hacia el Oeste, hasta dar con el río del Uruguay que nos da su nombre, con el grito de algún hornero, para dar los que sufren. El dolor ajeno es el der desciendo por ese nuestro fuerte progesu voz a este paisaje de simplicidad en. leite de los perversos; la suprema dinitor, entre las islas innumerables, en cartadora, tachonado en verano de goversión del hombre pagano fué siempre. busca de mi punto de partida.
londrinas, que persiguen la propia in el espectáculo del dolor y de la muerte de nuevo frente al Río de la Plavisible sombra en el aire.
de su semejante.
ta, al Cerro de Montevideo; de nuevo Con sólo andar doscientos pasos en la casa blanca y chica de que he parhacia el Sur, y despuntar la colina que Terra patrum tido, y que es el centro de mi universo, defiende mi casa de los vientos del me parece que he recogido mi país todo Oeste, se llega a la punta del faro. Ese sentimiento de patria, o terra entero con los dos brazos; que él no es medida que se adelanta, la ciudad, que patrum, o patrimonio colectivo, existe sino un ensanche espléndido del pedazo está detrás de esa primera cuesta, va en el fondo de todo amor humano a la de tierra cultivado por mí, sin nada exósaliendo del extremo de la segunda, naturaleza; radica en él quizá. El univer tico, nada que no sea mío y de mis precedida de su Cerro; la sorprendemos, so se divide para el hombre en dos hermanos: la lengua española adaptada pues, de espaldas, ocupada en mirar ha.
fracciones: la patria de un lade todo lo a nuestro acento; los ríos que alimentan cia ese Cerro o pequeño monte que le demás del otro; pero sin que exista entre al Uruguay; los bosques indígenas que da su nombre, Montevideo, y que a su ambos la raya negra. Ese concepto de beben en esos ríos; las colinas gemelas vez la mira de frente, bahía por inedio. patria, continuación o ensanche de la que ondulan en su divino silencio verNo gozamos del aspecto de anfitea propia casa habitada por los recuerdos, de. y en que los ganados innumerables, tro que distingue a nuestra ciudad, tan es, a mi juicio, el solo verdadero: Como vacas, ovejas, caballos, comparten su pan DOÇO Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica