123 REPERTORIO AMERICANO Un libro de viaje de Georges Duhamel (Viene de la página 120)
calvario en los Estados de la Unión. Los negros son rechazados de todas partes y obligados a aislarse como los leprosos.
Les está vedado el contacto con los hom.
bres blancos hasta en los más pequeños menesteres de la vida diaria. Hay hoteles, cines, tranvías, almacenes, sólo para la raza malaita. Los hombres de color no tienen entrada en los recintos que la civilización americana construye para admiración del mundo. Ni siquiera el cementerio, pórtico del más allá, les admite en su seno. No hay muerte niveladora para ellos. Los huesos de éstos infelices son destinados a un cementerio especial, cerrado y amurallado, que es como el símbolo de la soledad eterna de su raza. Los ciudadanos de los Estados Unidos emprenden el viaje sin retorno practicando las supersticiones religiosas de los negros; pero sin perdonarles la afrenta de su piel. Nada hay de común entre las razas, hasta en el aniquilamiento, dice Duhamel. Nada hay de común sino ésta cruz dolorosa, esta cruz impotente que hace, de ambos lados de la calle, a pesar de las murallas, su mismo signo de imposible concordia.
Sin embargo, los antiguos esclavos negros trabajaron esforzadamente para la riqueza de la Ur y han aportado a ella su energía y su espíritu. Por los resquicios de la vida americana se escapa, de vez en cuando, el aliento mistcrioso de estos abuelos y sopla en la música muderna, de ritmo desgarrado, que hace estremecer como un lamento o una amenaza. Los ciudadanos yanquis disfrutan actualmente de la prosperidad acumulada por varias generaciones de hombres de color que llevaron una vida franciscana, de privación y desprendimiento de los goces de la tierra, en los ingenios de azúcar y en las plantaciones de algodón, y se consolaron con la Bi.
blia pozo inagotable para la sed del rebaño humano o con los sencillos cantos metodistas. El orgulloso norteamericano de nuestro tiempo cree que toda esa grandeza que le rodea ha sido creada únicamente con su esfuerzo, sin sospechar que lenguas y sangres diversas han concurrido a la construcción de la moderna Babel y que en cada piedra está gritando una cultura diferente. Los genuinos yanquis han jugado solamente el rol de empresarios en esta edificación ciclópea. El negro, eterno prisionero de su piel es el que más ha arañado la tierra para que brotara ese río de oro que va a desembocar en Wall Street y se esparce luego como inmensa red apresando naciones y pueblos de los cuatro Continentes.
Salavin viajero tor ideológico y psíquico, gusto cxagedos Unidos. Civilización baconiana rado por la pseudo hazaña, son las carac como la define justamente Duhamelterísticas del film yanqui. Los empre porque descansa toda entera sobre las sarios norteamericanos se han preocupa aplicaciones del método inductivo. Las do tan sólo de aumentar la fuciza ex creaciones materiales del honbre, multiterior del cinema, dotándolo de todos plicándose hasta sobrepasar todas las los mecanismos necesarios a su perfecfantasías, amenazan reducir cada vez cionamiento material. El sonido y el co más los dominios del espíritu. Las málor han venido a enriquecer el film mo quinas que al principio se inventaron derno que se conquista gradualmente para la economía del esfuerzo, para la los públicos de todo el mundo. Mas, a ayuda del trabajador manual, ahora son pesar de la policromía y la sincroniza empleadas para producir febrilmente ción, el cine continúa siendo un cspec hasta congestionar los mercados del muntáculo cándido e infantil, como té el gui do. medida que se intensifica esta io. ñol o el teatrito de fantoches is que le cura de la producción, va crecicndo esta falta un gran soplo espiritual que le publicidad que prepara las puertas de anime y le incorpore realmente a la vi escape. La máquina sin la réclame pronda. El film ruso, el alemán y el eslovo to sería inutilizada por su propia obra.
han iniciado ya esta obra de adaptación Los anuncios abren nuevas vias de cir.
humana, que es una segunda creación. culación a esos verdaderos ríos de productos que lanza la máquina sobre la tieEl culto de la máquina y de la publicidad rra. Naturalmente esta propaganda 110 favorece sino al fabricante que, por esSobre los tejados corren alfabetos eléc te medio, obliga a servir a sus intereses tricos. Las fachadas de las casas están a los demás hombres, transformándoles cubiertas de una floración luminosa y en sus compradores, es decir engañánlos altoparlantes gritan, cialogan y car dolos, pues los valores autériticos de las tan sobre la muchedumbre, er todas dicosas resultan falseados por el lento de recciones. Bocinas que aúilan como nas aumento de la publicidad exagerada.
tines, campanillas persistentes y agu las, En las ciudades norteamericanas, los timbres irradiantes como doleres ner grandes anuncios entablan una especie viosos, sirenas de barcos que mugen bovi de duelo para adueñarse del hombre namente, pitos de sonido perforador del comprador y reducirlo a una cifra desgarran el aire de la gran urbe. Pasan en el libro de caja del industrial modersin descanso los automóviles de anteno, señor del mundo. Estados Unidos es nas de luz, los tranvías coa su ombliel único país donde la posesión de la mago de cristal iluminado por dentro. os teria por ruín que sea, concede al homomnibus que son los verdaderos paqui bre una realeza; el Rey del acero, el dermos de la circulación urbana, los tre Rey del azúcar, el Rey del carbón tienen nes elevados que subrayan el cielo con tantos palacios y súbditos como los que su veloz trazo de oro. Debajo del sue. antaño poseían los monarcas de inandalo, ruedan como torrentes de hierro los to divino.
trenes subterráneos. Máquinas y hom Con un tipo de civilización semejante, bres pululan por todas las avenidas y pa asentada sólo en lo temporal, los valores seos, y se precipitan en las plazas for morales quedan postergados y acaban mando la peligrosa ruleta del trálico. Los por desaparecer. La civilización y la anuncios lo cubren todo como una vege cultura libran su batalla en tierras de la tación monstruosa: En el pavimiento o Unión y la ventaja es hasta este momenrecen letreros de colores; por las facha. to de la primera, como no podía ser de das trepan enredaderas de palabras; los otro modo en un pueblo que ha hecho tejados y las cúpulas se coronan de res de la Bolsa su templo y del ring el plandores acrobáticos; en el aire nave altar de un nuevo culto.
gan súbitas claridades; rubrican el cielo con sus iluminaciones los aviones de proHombres de color paganda.
Los hombres ya no se comprenden en Uno de los capítulos más interesantes tre ellos porque han empezado a hablar del libro de Georges Duhamel es el las máquinas. Por tods partes resitenan que trata de la separación de las razas coros de hierro y de acero Máquinas en los Estados Unidos. Toda la piedad, para cortar y para rehacer, para aserrar, toda la ternura del gran escritor francés, moler, pulverizar; máquinas para tejer, apóstol de una humanidad más justicie coser, hilar y deshilar, destruir y com ra, aparecen en esas páginas. Algunas poner; máquinas para destilar, quemar, figuras de negros pasan a través de ellas; fundir; máquinas para mezclar, dilatar, mas se esfuman casi inmediatamente.
reducir, calcular, andar y ver. Máquinas Hubiéramos deseado, es verdad, pinturas para fabricar salchichas y para ajusti. más completas, mayor número de suceciar a los reos. Máquinas para suprimir sos narrados con ese gran temblor hula descendencia y para lactar a los niños. mano que el autor de Confesión de MeMáquinas para conducir otras máquinas díanoche y Vida de los mártires sabe iny para jugar al ajedrez. Solamente no fundir a sus creaciones; pero la intense ha inventado todavía, dice cor suave ción del ilustre viajero era otra y ha ironía el profesor Alfred Siegfried, la preferido ofrecernos un alegato iontra máquina para coger fresas.
ia civilización despiadada que repudia y Este es el espectáculo de la civiliza acosa a los hombres de color.
ción mecánica que nos ofrecen los Esta El coloured people sufre un verdadero nos Nuevamente Luis Salavin deja su casa de la calle Pot de Fer (iyive ahí o en Val de Grace. para medir los caminos del ancho mundo. Ha visto ya casi toda la Europa y varias veces se ha refugiado en Africa, huyendo del maquinismo y de los prejuicios de la civilización occidental. La anterior escapada fue a Rusia que también visitaron Luc Durtain, Blaise Cendras, Barbusse, Panait Istrati y de allí regresó con su corazón liberal sofocado por las pieles, el vodka, los soldados y los campesinos. Otra vez al es Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica