REPERTORIO AMERICANO ere cos.
grimas, que es expresión medieval. del ciones que aún tenemos al respecto y Mientras el viejillo Gissing devolvía cual lograr escape en las mejores con nos saturó de ellas.
a los estantes los libros de los que a vediciones. En nuestros propios días esta San Agustín, que había vivido con ces en su discurso parecía leernos párranoción estática de la sociedad cede sólo amplísima libertad cuando en Cartago fos, o glosarlos, el clavel moreno halló a regañadientes. Aún no hemos asimi, y en Roma enseñaba retórica, llegó a valor para lanzar una protesta: lado la noción del cambio vital inevita, creer, cuando luchaba por vencer las Ah. exclamo, pero todo cuanto ble, noción que confesamos con los la tentaciones de su juventud, que el deseo se diga no quitará que hayan sufrido por bios pero a la que, en nuestros corazo sexual era el más diabólico de los ene él!
nes le hacemos constante resistencia. migos del hombre, y la señal más cierta Sí. respondió Gissing. Pero haHemos aprendido a respetar sólo a uma de su degradación. No podía imaginar blamos de pecados, de manchas del clase de innovadores fundamentales, a se que hubiese en el hombre, en su es alma que la confesión podía borrar.
los que se dedican a la ciencia natural y tado perfecto, esto es, en Adán y Eva Sufrimiento hubo mucho. Justo también a sus aplicaciones. Recordemos que ni a cuando habitaban en el Paraíso, ur sufrió.
éstos se les respetaha hace pocos siglos gencia tan irrefrenable. Con la caí Dieron las doce. De lejos nos llegaban sino que se les perseguía y quería abolir da del hombre apareció el deseo se los ruidos de San José, Nos abrazamos a sangre y fuego. Para el innovador so xual, como indicio y sello del reba todos con emoción. El clavel se me quecial somos energúmenos torquemades jamiento humano. En su Ciudad de do prendida: Dios expone de manera, lacerante esa Decime, me dijo, pero decime la El teólogo de la Edad Media creía teoría. El libro XIV de esa obra verdad. aquella noche cuando me besaher que el hombre era, por naturaleza, deben de haberlo leído y releído los mon saste la primera vez, sufriste mucho?
vil. De acuerdo con el poema épico del jes con dolor muy sutil, meditando acer No sé que le iba a. contestar. Frente a cristianismo, el hombre nacía manchado, ca de pecado tan grande por huir del la verja occidental del Cementerio me heredero de la culpa de sus primeros pacual habían buscado refugio en el con sentí solo, solo, solo. Del oricnte, sodres, y, en cuanto tenía uso de razón, a vento.
bre las tumbas, me 1! egaba un viento más esa falta heredada añadía innumerables En verdad se ha dicho que con San frío que el de la ciudad. La Avenida de otras, ennegreciéndose el alma. Para la Agustín se inició una época. No es dero.
palmas hacía en sus banicos un ruido varle la mancha primera y obtenerle per gatorio para tan grande varón confesar, como de crujir de huesos. Había ido a dón para las subsiguientes, la Iglesia quienes esa época hemos wivido, que San José esa noche, pero tan honda trisfabricó intrincado mecanismo. Lavar el ella ha sido de mucho dolor innecesateza se apoderó de mí que, no pudiénpecado original y perdonar los otros pe rio. Frente al nuevo año, amigas y ami dome embriagar ni con mezclados tragos cados era, ostensiblemente, la primor gos. cuál deseo podemos formular me de cognac, de whiskey, de cerveza y de dial ocupación de la Iglesia.
jor que el de librarnos de cuanto es tor ajenjo, que decidi ir a ver a los muertos. No hemos avanzado mucho fuera o tura y prisión en la enseñanza que San En el camino topé con el viejillo Gissing, lejos de esa actitud para que resulte en Agustín representa?
su fiel Maruxa Castro, y el clavel moreteramente ocioso preguntarnos aún si el Demos un paso más hacia la libera ro. Esto es verdad. Andaban los tres hombre es malo por naturaleza. Creo que ción del hombre, que aún cuando nos buscándome. Por cierto que cantaban fue Charron, amigo de Montaigne, el. apartemos de San Agustín nos acercare goliárdico ritmo: primero en decir palabra buena a favor mos así a su Ciudad luminosa y a Uno de la naturaleza humana. Cien años más más grande que él. que para ello nos Meum est propositum in taberna mori; tarde, y es como quien dice ayer. Shaf sirva de ejemplo y guía ese nuestro Vinum sit appositum morientis ori.
tesbury, el amable Shaftesbury, indicó maestro, en cierto modo, que supo moalgunos rasgos nobles de la especie. Pa rir serenamente ne gando la cxistencia Persile.
ra quienes seriamente estudian biología. del pecado y a quien en este instanti y antropología. no, por Dios, lo que se de regocijo he querido elogiar.
Heredia, Enero, 1932 estudia en nuestros malhadados Colegios! el hombre no es ni malo ni bueno. El misterio del mal ha dejado de serlo. Pero la noción medieval del pecado, Fragmentos noción recargada de misticismo, aún nos (Viene do la pàgina 2)
confunde. El impulso humano que ocupó el mano italia:10, comprados con dinero, sino sical, objeto constante, sin embargo, de por lugar en el pensamiento medieval como expresión de su vida interior, como desprecios y persecuciones de lo más inacerca del pecado, fué el impulso sexual.
la casa del caracol, hecha de vida y de re justo que conozco, por parte de los muLas presuposiciones medievales en matecuerdos. Esta misma descripción de mi chachos, sobre todo, sin duda porque no ria de las relaciones sexuales las hecasa colonial, más que una descripción, corre ni muerde. Ese pobre sapo es, comos traído a nuestros días. Son ideas de es toda una doctrina, como se ve: es la mo la cigarra, inofensivo, indefenso, be.
reciente origen, si las comparamos con que informa este libro o sermón carita néfico; su voz de oboe coreada por las otras que hemos derivado del pasado.
tivo, que quiere hacer amable lo propio, castañuelas de plata de las ranas que Los griegos y romanos eran primitivos sin odio a lo ajeno y sin envidia; que piden agua o la agradecen al cielo, y en cuanto a su manera de mirar esas relaciones. Ni siquiera los filósofos se ocuofrece algún bienestar a quien con recto por el trémulo grito de los grillos, es una corazón lo lea.
de las voces respetables de la naturaleza; patan mayor cosa de tales cuestiones.
Algo se dijo en Atenas sobre los derehay un momento en ésta caracterizado chos de la mujer: Aristófanes satirizó Mis árboles por la voz del primer zorzal, y lo hay seel movimiento; a Eurípides, que lo deñalado por la del primer sapo. Son dos notas fundamentales de la grande orfendió, las mismas mujeres le nicieron Pero si mía es la casa, lo son, sobre feroz guerra. Platón, en La República, todo, los árboles que allí he plantado, y questa. La misma enigmática figura del como que quiso atacar las nociones que sapo, aunque lo vemos generalmente en regado, y defendido de las abominables cuclillas, en actitud de ídolo suplicante, entonces prevalecían acerca de la fami hormigas. Sí, muy trabajadoras y ahorrano carece de cierta dignidad. Muy pocos lia y de la posición de la mujer. Perɔ tivas, las hormigas; son pueblos indus le han observado los ojos resignados y con eso y todo, bien poco hallaremos triales y fuertes, los hormigueros; naciocn los escritores clásicos que nos predipacientes; que, a haberlo hecho, no lo nes conquistadoras. Pero no son los culmirarían con tanto desvío y antipatía.
que la pureza sexual tal y cual ahora la tivadores de frutos y legumbres, a huen entendemos. Los filósofos estoicos, lo Bien pudiera ser un ente superior, un seguro, quienes les consagran fábulas mismo que todo vicjo prudente de todo príncipe convertido en fea bestia, en cas.
apologéticas, con menoscato del honor tigo de algún pecado de amor impuro, el ticmpo, se maniſestaban satisfechos con de las cigarras cantantes. La inermc cidesventurado sapo.
sólo juzgar de calidad inferior los goces garra no atesora, efectivamente. viva sósexuales. Fue el cristianismo lo que, lo de sol, sin quitárselo a nadie, como Hay entre esos mis árboles algunos consciente o inconscientemente, toman vive de sombra y de humedad el sapo, de singular mérito; los ombúes que allí do nociones judías, desenvolvió las no criatura también buena, y amable y mu tengo, por ejemplo, ocho o diez, son Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica