REPERTORIO AMERICANO 247 unos con da, tornasolada de manteca. Se llamaba La niña, sin oír, seguía llenando tran llosos como charcos diagùa en noche do Santios.
quila la tinaja.
relámpagos.
La nana recogió del suelo un olote y. En el momento en que la repunta se lo tiró al poyo con todas sus juerzas coltió en el recodo del río, espumosa y Se quedó allí mientras se curaba. Hade molendera, furibuinda, arrasando a su paso los tronbía pasado una goma feya que le bajó Poyo baboso. Encaramate al baúl cos y las piedras, la altísima muralla con chaparro. Con la sobada que lo dió jepuorca, si tiartan la tortilla no te doy que estaba a las espaldas de la niña. en la pierna, bajó la hinchazón. Podía más!
en la margen opuesta, altísima y solem apenas dar pasitos renqueando y queLa Santios se encaramó en el baúl. ne como un angel de barro, abrió sus jándose. Pasaba todo el día tirada boca ¡Venía lloviendo tieso por los potreros. alas y se arrojó al paso. Su derrumbe. arriba en la cama, descalza su blancura El cerro pelón, parado en medio de los acallando todos los ecos borrachos ha y triste el negror de sus ojos que le llanos, gordo y cobarde no halló donde bía sonado a un NO profundo y rotun. sonreiban agradecidos. Se dormía, se dormeterse y se quedó. Llovió sin pringar, do. La repunta se detuvo. no fué mía, y él la veiya desde el taburete, de golpe, a torrentes, con un viento en sino cuando la Santio había entrado ya medio en vuelta en el perraje con el contrado, que corría atropelladamente en el patio de su rancho, pintando en pelo en la cara, acuchuyada toda ella, en todos los rumbos como si llevara un el barro la flor de su patita, que el río dándole el redondo de su cuerpo con tigre agarrado a la espalda. El hojaras abrío de un puñetazo su paso hacia la un abandono que le hacia temblar quin mísero, de paredes de palma, se. noche.
herver. Cuando estaba projunda, se acertambaleaba chiplante, desplumado, entreZa brusquita caba y se inclinaba. Güelia ansina como gado a la volunta de Dios.
una jlor de no se que,. con un perjume. Istúpida, tapa ligero el hoyo con El rancho de Polo quedaba allá donde que mareya y que da jiebre. Pero Polo el costal!
sabía en su sencilla nobleza de irnoranempieza a trepar el volcán, al pie de La Santíos puso el pedazo de tortiya unos caragos Floridos, al jaz de la verete, que nuay que conjundir la caridá.
en el saliente del horcón y jué a zocoda que lleva onde Meterio Ramos, cerca liarle el costal al juraco. La piel del Usté. diondés?
del cantón Guaruma. Entre pedrencielo tembló ligeramente de térror, y el Yo. de la capital.
cos morados, hecho con paja de arroz y. ayo, con un alarido salvaje. le estan po. Por qué la embolaron y la arropalma, el rancho miraba pa bajo, pa basu jierro caliente que tenia la forma de jo, por encima de los grandes potreros jaron. uu palo seco. Un berrido de dolor lleno. Por bandidos que son. Les pegué del Derrumbadero, hasta el río Gna. los ámbitos obscuros. La istúpida no ta chote quiba haciendo así, asi, hasta peren la cara y les dí de patadas yentonces paba bien el hoyo y la nana la arronjó me aventaron los malditos.
derse en la montaña. Encorralado en un del pelo y lo tapó.
Polo quería decir algo, quería sacar requiebre, entre cocos y platanares es ¡Quitá, endezuela emierda, bis na tabe el pueblo. Eran todas las casitas ajuera el nudo que se le bia hecho en cido para muerta.
blancas y estaban echadas con los ojos la garganta; pero no salía; era como La Santíos sė jué a sentarse en la cuca abiertos. Como ganado arisco en desparuna espina de pescado y no salía más y se quedó mirando, con los ojos y con pajo iban allá los cerros atrompezándose que por los ojos. Ella lo miraba soriente.
la boca. por la puerta. El viento bia Para animarlo le dijo: otros o encaramándose al dir menguado, aplastado, por lagua. En el de brama. Qué no me mira que soy «brusca. patio, y al ras de la corriente, iban salLa seño Manuela, la partera, dejó el El no comprendió aquel término ure tando pa la calle montonal de inanibano. Ah. si lo hubiera dicho con P, guacal do café en la hornilla apagada, tos de huishte, toda virazón, unos detrás sobre el polvito azul de la ceniza, y con qué feliz habría sido!
diotros. De los alainbres del cerco caiban, un palito encendido prendió la cabuya. Qué brusca va ser usté. llenguinilándose, unos miquitos platiados.
Ella respetó aquello que creyó ser de su cigarro. Con un ojo apagado por La Santíos se despertó con la escupida el hnmo le dijo a Polo para cerrar plática: una ilusión do pureza. El sin duda la de una gotera.
Ve vos, yo sé lo que te digo: nuai tomaba por nina. Mama, aquiés onde chingasteya la más dolor que el de parir.
Se separaron en el crucero de los gua, mire.
Polo asintió con sencilla nobleza de Iba gota a gota llenando su manita caminos. Allá en el plan. Se miraron irnorante, acucharada; cuando le, rebalsó, diún aa Se despidió la vieja y se fué, y el fijo un rato mientras cantaban los pijunotazo se la metió en la hoca.
yos. Ella le cogió las manos, y se las indio, que vivía sólo alli, descolgó: la. Istúpida, bien bis oido que tenés besó, y se le atrinquetió en el pecho, y guitarra como quien a pecha la tristeza catarro. No sabés que lagua yovisa es ligerito le dio un beso en la cara y se sin temor y liayudó al cielo a dir pa. alejó renquiando. Él quedó como semmala? Te puede quer al pocho, animala. riendo estrellas en la tarde.
Pasado el aguacero, la Santios salió brado. Rígido como brotón de cerco, mipara el río con la tinaja.
rándola dirse pelona y chula, chiquita y Güelva luego, carajada, si no quiere De allá de la carretera, de bien abajo, blauca. Cuando descruzó, lo coltio a mi.
venía cargando con ella. La bian arronque la tundeye como ayer.
rar parándose un momento y lo dijo La Santios roltis a ver y siguió su jado diun altomovil. Él bia visto el em adiós con los dedos. Él, sin juerzas casi, camino. Iba, humilde y shuca en la pujón y el barquinazo. Iban todos bolos le meció la mano.
frescura dorada de la tarde, dejando y ella lloraba a gritos. Cayó en pingaSentado en la piedra, frente al rancho, pintada en el barro la flor de su pati niyas y dando una güeltereta sembró la ta. El río venía hediondo y colorado, y cara en el lodo y se quedó aletiando. miraba baboso y juido del mundo, como sui muidal llenaba la barranca haciéndola El la pepenó y coino no había donde, se venían por los potreros del Derrumbamás oscura. Humilde y shuca bajó de la llevó cargada al rancho, cuesta arriba, dero, los toros tardíos, cabeceando y mu.
piedra en piedra, sujetando con nano cưesta arriba, sudoso y enlodado. Ella giendo, como si empujaran un trueno.
tomblorosa la tinaja sobre la cabeza sangriaba y se quejaba. Por dos veces En la puerta del rancho la seña Macanche. Llegó al ojo diagua encuevado, la bia apiado para que arrojara. Arrojaba nuela, la partera, cansada de hablar sola, limpido y lloviznoso, y con el huacaun piro espumoso y hediondo y diay se se encumbró el último trago de café hunlito fué llenando, llenando la tinaja de desmayaba.
diendo la cara en el guacal y sentenció aquel amor.
Entró con ella apenas; la puso en la siempre al igual: Un trueno lejano venía arrastrando cama y empezó a lavarlo la cara con Yo sé lo que te digo: nuay más la noche por la barranca. Era como el un trapo mojado. la luz del candil dolor quel de parir.
rugido de una montaña herida de muerrido al ir borrando que tenía la cara Con sencilla amargura de irnorante, te. Desde una altura, un indio de manchula. El pelo lo andaba al jaz de la cl indio dejó de hacer cruces en la areta agitaba los brazos, gritando desesnuca; era blanca y suavecita, suavecita na y de un golpe clavó con furia el perado: como algodón de ceiba. Cuando abrió corro en el tronco del carago. Cayeron. Istúpida, babosa, la repunta, ái los ojos vido que los tenia prietos y bri jlores.
viene la repunta; corra, istúpida, corra. Salarrué.
San Salvador, El Salvador, 20. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica