238 REPERTORIO AMERICANO curo.
fierro. rado en los ganchos de la ceiba, puja el chadoe y projundos, que daban gusto.
silencio con sus gritos destemplados.
ledades, por ejemplo, o al Martin Fierro.
Pasaron los años y la botija no aparecía. La poesía española contemporánea se nos lashaca se pelcaba las lomas. El patrón. Onde te metés, babosada pensaba el está dispersando en una preciosa jugueteque se asombraba del milagro que hiciera indio sin darse por vencido: téi de to ria; es un busar de pequeñas maravillas, de José el más laborioso colono, dábale con par, aunque no querrás, así: mihaya de cuando lo son acaso insuficiente para jus.
gusto y sin medida luengas tierras, que el tronchar en los surcos. tificar una etapa literaria.
indio soñador de tesoros rascaba con el ojo así fue; no lo del encuentro, sino lo de Creemos que Jorge Carrera Andrade, presto a dąr aviso en el corazón, para que la tronchada.
con pocos más de aquí y allá, ha de salvarse éste cayera sobre la botija como un trapo Un día, a la hora en que se werdeya el del naufragio. Se apoya en las cosas en de amor y ocultamiento. Pashaca sem cielo y en que los ríos se hacen rayas blan es de apoyarse en la irradiación erudita braba, por fuerza, porque el patrón exigia cas en los llanos, José Pashaca se dió cuen de las cosas: así pueden sus poemas resislos censos. Por fucrza también tenía Pasha ta de que ya no había botijas. Se lo avisó tir toda la marca de banalidad, permanecer ca que cosechar, y por fuerza que cobrar un desmayo con calentura; se dobló en duros como bloques en espera de una eļ grano abundante de su cosecha, cuyo la mancera; los bueyes se fiicron parando, más voluminosa arquitectura. Su clara perproducto iba guardando, despreocupada como si la reja se hubiera enredado en el cepción de la realida: circundante ha de mente en un hoyo del rancho, por si caso. raizal de la sombra. Los hallaron negros, completarse con un sentido arquitectural Ninguno de los colonos se sentia con hi contra el cielo claro, zvolviendo a ver al in del arte que hará más valiosa cada piedra al gados suficientes para llevar a cabo una dio embruecado, y resollando el viento es incrustarla en su muesca oportuna.
labor como la de José. Es el hombre de decían. ende: Benjamin Jarnés que le entró asaber José Pashaca se puso malo. No quiso que qué, se propuso hacer pisto. Ya tendrá una naide lo cuidara. Dende quc bia finado buena huaca la Petrona, ciría ingrimo en su rancho.
Port Royal.
Pero José Pashaca no se daba cuenta de Una noche, haciendo juersa de tripas, salió (Viene de la pagina 231)
que, en realidad, tenía una huaca. Lo sigiloso llevando, en un cántaro viejo, su tocado. Felizmente la oportunidad y el que él buscaba sin desmayo era una botija, huaca. Se agachaba detrás de los matochos buen ánimo para leerlo se nie juntaron, y y siendo como se decía que las enterraban cuando óiba ruidos, y así se estuvo haciendo me siento enriquecido en una migaja de en las aradas, allí por fuerza la incontraría un hoyo con la cama. Se quedaba a ratos saber que bien vale la pena de adquirir.
tarde o temprano, rendido, pero luego seguía con brio su ta Es de esos libros de los que razonablemente Se había hecho no sólo trabajador, al rea. Metió en el hoyo el cántaro, lo tapó podemos decir que edifican. Se siente uno ver de los vecinos, sino hasta generoso. En bien tapado, borró todo rastro de tierra mejorado por haber vivido un rato con cuanto tenía un día de no poder arar, por removida. y alzando sus brazos de bejuco Messieurs de Port Royal. Los mejores no tener tierra cedida, les ayudaba a los hacia las estrellas, dejó ir liadas en un sus entre ellos, no estaban, de seguro, lejos del otros, los mandaba descansar y se quedaba piro estas palabras: Reino de los Cielos.
arando por ellos, y lo hacía bien; los sur. Vaya, pá que no se diga que ya nuai No era el suyo, hay que decirlo, el criscos de su reja iban siempre pegaditos, cha botijas en las aradas. tianismo de esta primera época cuyas Salarrué postrimerías asistimos en Alejandría; en su compañía estamos entre teólogos, y la sombra del dogma ha empañado los divinos colores de la mañanita; pero, en su medio, La golosina y el cielo.
va y vuelve, viene y va, un aire de tal fres(Viene de la pagina 232)
cor que bien se ve que no ha soplado sobre menudo, de los detalles que fascina, de ri zados. Precisamente por acusar una roel mundo ordinario de los hombres, pues ñetas que prorocan la coluptuosa caricia busta personalidad poética, para nada pro no acarrea átomo ninguno de mortalidad.
de los ojos, en medio de cualquier folio cura hacer visible su anténtico vigor. Concebid una galeria de respetables y abrumador poco menos que indescifrable. Carrera dudrade escribe Gabriela patéticos retratos. Monsicur de Saint CyrEse poeta soslaya, como otros muchos el Mistral en el prólogo del libro, un moso an, el del alma bien grande, con su visión texto monumental. pero hace de él una indio, pero a lo indio magnifico, no aplas de Cristo restaurado; Monsieur Le Maitre, encantadora edición de bolsillo. Pre lado por el gran ciclo ni por la agachadura quien, de la cima de una brillante carrera fiere ante todo saludar directamente a las para coger la tortuga, un hombraso de dos mundana, bajó, lejos del mundo, para concosas, no a sus reflejos retóricos; por eso, inetros, que lleva su piel socarrada con cier. sagrarse a la meditación y a la penitencia; esta poesia como toda la auténtica es ta bella petulancia de quien muestra co Pascal, con su genio intelectual y con sus un intento de regreso a la infancia del mercio solar hábito de intemperie entre triunfos, con sus conflictos espirituales y mundo. Es la que pone nombres nucios a los pectorales y en la mano de escribir. su martirio de la carne; Lancelot, el bueno las cosas.
Aliento de coloso, ingenuidad de niño. de Lancelot, maestro de escuela ideal, que anse los Microgramas: la nues es lla Jundo interior granado de preciosa ima escribia gramáticas y editaba a los clásicos; muda sabiduría comprimida. dimi ginería, que sólo puede ser resultado de cl vigoroso Arnauld. doctoral más bien que nuta tortuga vegetal. cerebro de duen largas y relosonas contcmplaciones. santo, pero sufridísimo por la fe que había de, paralizado por la eternidad El ca veces concibe el poema como un tema plús. en él; y los nombres pequeños Walon de racol es la mínima cinta métrica con que tico que no acaba de pintar por dejar es Beaupuis, Nicole, Hamon espíritus de exmide el campo Dios.
cuelos los perfiles. Para gozarlo en geo quisitas humildad y dulzura. De la pági. otros muchos animalejos les señala metría.
na en que se lee acerca de ellos brota una hombres que asustarían a un coólogo, pero fragancia.
com placerían a Jules Renard. Toda la tie IV. Pero nos duele un poco ter resuela quien más amo de todos es a Monrra es para Carrera Andrade un mapa de 10 cn miniaturus poéticas lo que podia cons sieur de Tillemont. Envidiaria para mí juguete. un peón que gira ritmicamente rituir un gran cuadro, ese gran cuadro que la vida suya, envuelta en silencio y reposo, con la rehemencia prestada por el mejor todos se empeian hoy en desdeñar. vida de tiernas devociones y de celoso ejzumbel poético. Zumbel de oro y de seda, Los poetas de habla española ne se de tudio. Desde la edad de catorce años, su Travieso y delicado. Porque el verso se so citlen a contemplar el mundo en grandes intelecto se había ocupado de sólo una cosil.
mele dócilmente a la voluntad del poeta masas. Está bicu. Pero no lo está dre la historia eclesiástica. Levantábase a las que prefiere ritmus sencillos, goznes suavi nunciar a la gran construcción a Las Su cuatro de la mañana, leia y escribía hastit Sun Salvador. El Salvador. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica