212 REPERTORIO AMERICANO Algunas de las más bellas poesías de Sor Juana Tomadas de la obra de Amado Nervo: Juana de Asbaje. Biblioteca Nueva. Madrid, Escribir ver808, no es hacer curidade Amado Nervo.
tú, que Engrandece el hecho de Lucrecia ¡Oh famosa Lucrecia, gentil dama, de cuyo ensangrentado noble pecho salió la sangre que extinguió a despecho del rey injusto la lasciva llama. Oh, con cuánta rasón el mundo aclama tu virtud, pues por premio de tal hecho aun es para tus sienes cerco estrecho la amplísima corona de tu fama!
Pero si el modo de tu fin violento puedes borrar del tiempo y sus anales, quita la punta del puñal sangriento con que pusiste fin a tanto males; que es mengua de tu honrado sentimiento decir que te ayudaste de puñales.
Soneto a la Esperanza (1)
Verde embelcso de la vida humana, loca esperanza, frencsi dorado, sueño de los despiertos, intrincado, como de sueños, de tesoros vana.
Alma del mundo, senectud lozana, decrépito verdor imaginado, el hoy de los dichosos esperado y de los desdichados el mañana: sigan tu sombra en busca de tu dia los que, con verdes vidrios por anteojos, todo lo ven pintado a su deseo; que yo, más cuerda en la fortuna mia, tengo en entrambas manos ambos ojos, y solamente lo que toco veo.
Redondillas Este amoroso tormento que en mi corazón se ve, sé que lo siento, y no sé la causa por qué lo siento Siento una grave agonía por lograr un devaneo, que empieza como deseo y pára en melancolía.
y, cuando con más terneza mi infeliz estado lloro, sé que estoy triste, e ignoro la causa de mi tristeza, Siento un anhelo tirano por la ocasión a que aspiro, y cuando cerca la miro, yo misma aparto la mano.
Con poca causa ofendida, suelo, en mitad de mi amor, negar un leve favor quien le diera la vida.
Ya sufrida, ya irritada, con contraria pena lucho: que por él sufriré mucho, y con él sufriré nada.
No sé en qué lógica cabe el que tal cuestión se prucbe, que por él lo grave es leve y con él lo leve es grave. aunque el desengaño toco, con la misma pena lucho de ver que padezco mucho, padeciendo por tan poco.
En mi ciego devaneo, bien hallada con mi engaño, solicito el desengaño y no encontrarlo deseo.
Si alguno mis quejas oye, más a decirlas me obliga porque me las contradiga, que no porque las apoye.
Porque, si con la pasión algo contra mi amor digo, es mi mayor cnemigo quien me concede razón.
Si acaso me contradigo en este confuso crror, aquel que tuviere amor, entenderá lo que digo.
Soneto Detente, sombra de mi bien esquiro, imagen del hechiso que más quiero, bella ilusión por quien alegre muero, dulce ficción por quicn penoso viro.
Si al imán de tus gracias atractivo sirve mi pecho de obediente acero. para qué me enamoras lisonjero, si has de burlarme luego fugitir:o?
Alas blasonar no pucdes satisfecho de que triunfa de mí tu tiranía; que aunque dejas burlado el lago estrecho que tu forma fantástica ceñia, poco importa burlar brazos y pecho si te labra prisión mi fantasía.
Liras que dan encarecida satisfacción a unos celos Pucs estoy condenada, Fabio, a la muerte por decreto tuyo, y la sentencia airada, ni la apelo, resisto, ni la huyo, óyeme: que no hay rco tan culpado a quien el confesar sea negado.
Porque te han informado, dices, de que mi pecho te ha ofendido, me has, fiero, condenado: iy pueden en tu pecho endurecido más la noticia incierta, que no es ciencia, que de tantas verdades la experiencia!
Si a otros crédito has dado, Fabio. por qué a tus ojos se lo niegas, y el sentido trocado, de la ley, al cordel mi cuello entregas; pues liberal me amplías los rigores y avaro me restringes los fatores?
Si a otros ojos he visto, mátenme, Fabio, tus airados ojos; si a otro cariño asisto, asistanme implacables tus enojos; y si otro amor del tuyo me divierte, has sido mi vida, me des muerte.
Si a otro alegre he mirado, nunca alegre me mires ni te vea; si le hablé con agrado, eterno desagrado en ti posea; y si otro amor inquieta mi sentido, súcame el alma, tú que mi alma has sido.
Jlas supuesto que muero sin resistir a mi infelice sucrie, que me des, sólo quiero, licencia de que escoja yo mi muerte.
Deja la muerte a mi clección medida, pues en la tuya pongo yo la vida.
No muera de rigores, Fabio, cuando morir de amores puedo; pues con morir de amores, tii acreditado, y yo bien puesta quedo. que morir por amor, no de culpada, no es menos muerte, pero es más honrada.
Perdón, en fin, le pido de las muchas ofensas que te he hecho en haberte querido; que ofensas son, pucs son a tu despecho, y con razón te ofendes de mi trato, pues que yo con quererte le hago ingrato.
Redondillas Hombre necios, que acusáis a la mujer sin razón, sin ter que sois la ocasión de lo mismo que culpáis: Si con ansia sin igual solicitais su desdén. por qué queréis que obren bien, si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia, ja luego, con gravedad, decis que fué liviandad lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denucdo de vuestro parecer loco, al niño que pone el coco y luego le tiene miedo.
Queréis con presunción necia hallar a la que buscáis, para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia.
Siento, mal del mismo bien con receloso temor, y me obliga el mismo amor tal vez a mostrar desdén. Este soneto se oncuentra en varios retratos de Sor Juana: en México hay cuando menos uno que lo ostenta, y en el Muséo provincial de Toledo otro, que ilustre por cierto estas páginas. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica