12 REPERTORIO AMERICANO MS La Odisea del Istmo Invocación al exámetro Exàmetro, deja que rija tus potentes cuadrigas, conduce mis sueños y dale sonoro ritmo a mi canto: tu, que otro tiempo sentiste correr por tus venas la sangre de Homero y. el rico falerno de Horacio; tú, que vestiste con épica malla la colera aquilea, y que de la. Mitologia en el rojo crepúsculoacompañaste en su fuga a los dioses vencidos. que, a Fidias sumisos, huyeron a refugiarse en el Mármol; Exámetro, escucha: sačude tu sueño de siglos, integro y noble, resurge después de tantos ayeres, y en vez de frágil trirreme, domando aeroplano, o steamer, bajo el cielo moderno torna a tu antiguo ejercicio.
que un aborigen profeta en noches de espanto anunciara, y que en posteros tiempos, en danza a la pálida luna, rememoraba el quiche vinak, triste mitote; el antiguo quetzal de Tecum aguerrido, voló de su vasta floresta, abrió, como escudo de plumas sus alas resplandecientes, contra el Héroe adverso, y herido, dió un grito salvaje, y cayó sobre el tibio cadáver del Indió yacente en el campo. que asi, lo cubrió una mortaja de esperanza y de gloria. Lo que es heroico y es noble, tiene un ritual entendido!
Don Pedro los vio de soslayo, y prosiguió su camino. El futuro ¿Quién, con infame criteriu, podrá decirnos que somos advenedizos del Tiempo, sin heroicidad ni pasado. Quién. observando la historia con su cauda de siglos, no evocará con antiguos estremecimientos de orgullo la gian epopeya aborigen: los trigicos ritos, las rojas contiendas, los impetus libres y la salvaje odisea. El Popol Vuh rememórase y el manuscrito de Arana Xahilah; se incorpora en nuestro espirtu ardiente.
un magnifico trueno de atabales; sentimos que el corazón es como una vida piedra sangrienta en que corre la humana lava de los sacrificios, y vemos alzarse en las cumbre de nuestros viejos volcanes. vértebras por donde arroja su tuetano igneo el planetaa Tohil, que en un gesto de complacencia divina, desgrana sobre los Andes sus mazorcas de pueblos.
Visión de paz. El cielo esplende; el campo brola racimos pudorosos y prosperas espigas; el aire es como un beso, el sol como una gota de miel que se reparte en las eras amigas.
Junto a los valles, donde cantan cosas serenas los rudos Andes alzan firmes arquitecturas, alli los rios abren sus incansables renas, en que corre la clara sangre de las alturas.
Surgen tropeles, sc oven relinchos, y se mira pasar grandes hatajos que van cubriendo leguas, y parece que el suelo tiene una oculta lira, que pulsan con sus cascos los potros y las yeguas. luego las ciudades locas de muchedumbres, doradas por la gloria de las puestas febeas, cuyas siluetas fingen, ristas desde las cumbres, rastos cálices que abren su corola de aldeas. el latir rumoroso del corazón urbano, con sistoles de fábricas y diástoles de ferias, en donde se estremece el gran torrente humano, que viene de las venas y busca las arterias. bien los lindos puertos que erigen su silueta, olorosos a brea, a mantas y a mariscos, propicios a las almas del pintor y el poeta, en éxtasis delante su cinturón de riscos.
La leyenda La leyenda asegura ¿no tenemos acaso leyenda?
que cuando al Istmo le cupo soportar en siis hombros la sacudida del brusco desplazamiento de razas. como nunca fué grande el estupor de las selvas, y que en el choque tremendo del Pedernal contra el Hierro, salió una chispa violenta que dió su luz al Prodigio, Oh, Xelahuh, ciudad magna, tú presenciaste el instante en que jugaron los Héroes su ajedrez de naciones, ti que viste, peinado de flechas y pávido, el Valle, del Pinar, dame ahora, cómo evocar la aventura: Andaz y fuerte era rudo el Conquistador; su coraza sudaba fuego; el recuerdo tadavia comenta el atrevimiento imposible de sus épicos salios, y sobre todo, su lógica estaba audazmente sentada en dos inflexibles premisas: su ambición y su espada.
El Indio era libre y salvaje; tenía los brazos.
constelados de heroicos tatuajes; se erguia en su frente un hirsuto penacho de plumas; comia las frutas del trópico dulces y los sangrientos despojas de los vencidos, y su alma estaba tallada en el bronce que funde la Gloria en el crisol del Martirio.
Tal eran los dos combatientes, los hechos fueron cono ellos: Cuando cayeron las tribus como langostas, y cu rndo, a fuerza de heroicos afanes, quedó agotada la Gloria, y el odio lavaba con sangre la tierra materna, y mezclaba los ecos de un himno a las Sombras en cien distintos dialectos. quedaron suspensos y solos en plena torva llanura, cual dioses de cultos contrarios, el Conquistador y el Cacique.
Lo que es heroico y es noble tiene un ritual entendido, y Dios en el pálido abismo, firma los pactas supremos: que imponen los hados adversos o traen los genios propicios: Los dos Combatientes, a un mismo saludo audaz respondiendo, trabaron la épica lucha. Largo y sombrio fue el lance, triste y bárbaro el duelo; la antigua tierra del Istmo sintióse en plena Iliada, y en la rebusca espantosa, en el reciproco asedio, cada cual fuá inás grande que lo que el destino exigieru. Primero, esfuerzo y bravura, sangre después y cansancio, y luego. lo escrito.
Largo y sombrio fue el lance, triste y bárbaro el duelo!
El roto menhir y la palma tropical, ese dlu, pudieron ver cómo muere, cuando es infle. rible, el Derecho, y la Libertad, cuando es digna. el quetzal milenario, divino nahual de la tribu, sintiendo llegado el momento allí los grandes barcos de contexturas recias, con la indolencia vaga que siempre los anima, cargados de abarrotes, de granos y de especias, y de viajeros pálidos que llegan de otro clima.
Eso serás, oh dulce tierra materna grata, en que el Futuro ofrece tiempos de maravilla. en donde la existencia su prestigio aquilota, y la materia asombra, el espiritu brilla. tú, siendo tan sólo como el glorioso plinto sobre que se reposan los ensueños eternos, sientes colmado el campo de tu imperial recinto, en donde la. Abundancia rolcó profiruos cuernos. Cómo, pues, no cantar tus glorias seculares, que dan viila inmarchita il noble atrevimiento, si para el vuelo brinulus las alas de tus mares, para el canto inicias tu propio pensamiento. Cómo no ser un eco de la roz con que clamas para que el torpe sueño de los siglos ilespierte?
Cómo rio alimentim el fuego lle las mas en que se esta forjando el signo de tu surrle.
Gloria a ti, dulce América Central, gloria al insigne momento en que, abolidas miserias ancestrales, a cumplir te preparas lo que el destino asigne a tus fuerzas civiles y a tus dones rurales.
Gloria a ti en la dirina plenitud de una hora saturada de ensueño y rica de perfume, en que la Unión, sacro resplanılor de tu aurora, aboliendo el pasado, el portenir resume. sobre todo, glória a tus grandes Obreros, canteras angulares del grandioso edificio, que con espada o pluma dos gemelos acerosdieron a la Esperanza su propio sacrificio. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica