REPERTORIO AMERICANO 233. Poesías de Jorge Sáenz Cordero. Envio del autor Eglógica Vienen por los nostálgicos senderos, con un sonar de rústicas esquilas; oh las dulces y cándidas pupilas de los dulces y cándidos corderos!
soñić que absorlo en su belleza joven desde el busto de mármol sonreia la doliente mirada de Beethoven.
Florecen, al pasar, los limoneros; y entre un efluvio de impalpables lilas, las horas del crepúsculo, Iranquilas, duermen sueños de paz en los linderos.
Mientras silba el pastor su fina caña, la rusticana flauta en que palpita el alma musical de la montaña, Año viejo Don Antonio Médiz Bollo.
El año viejo no se va, nos vamos, los que seguimos una ruta incierta; cada año nuevo es una nueva puerta por donde todos sin querer pasamos.
Lo que en la ardiente juventud soñamos, de nuestra propia juventud despierta; que la vida quizá nunca es más cierta que cuando en la ilusión la conquistamos.
el sol ahoga su postrer alarde; Wasoma como blanca margarita, la temblorosa estrella de la tarde, Los primeros pasos Ya mi chiquillo ha dado algunos pasos. apenas por mi mano retenido, es como el ave que al dejar el nido ensaya sus primeros aletazos.
Buscando el premio fiel de mis abrazos se viene, ya de todo desprendido, como por dos imanes atraído al amante refugio de mis brazos.
Pero pasan los años, y oh mentira, la de la vida y el amor y todo, lo que a nuestru ulma muntanal inspira.
La verdad sólo nuestra fe la advierie, cuando un secreto afán se ofrece a modo de una interrogación hacia la muerte.
Jorge Sáenz Cordero Mientras le da su madre un casto beso, sueña con verle así, toda la vida, entre sus manos amorosas preso.
El padre, en tanto, al pronunciar su nombre, sabe que es por el golpe y la caída, por lo que el niño se convierte en hombre. Este soneto mereció el primer premio, medalla de oro, en el Certamen Literario abierto por el Diario de Costa Rica en 1929. Apreciaciones Las luciérnagas Surgen fosforescertes en la noche callada, dejando vagamente la senda iluminada: En dansas caprichosas de loca fantasia vienen a ser fugaces, pequeñas, rutilantes, como lluvia de chispas escapadas del día o profusos destellos de perdidos diamantes.
Ved como sobre un árbol han prendido ilusorios puntos de viva luz. Brilla todo el ramaje cual si hubiese cuido sobre él un raro encaje, labrado en las linieblas con blancos abalorios.
Son hilas de la noche particulas de estrella, caídas en los campos alguna noche bella, tendidas sobre el césped fingen la fantasía de un lapele bordado con fina pedrería, y ponen sobre el verde vallar de las piñuelas lemblores insinuanles de blancas lentejuelas.
Son hijas de la noche, alumbran mi sendero, tal como los dispersos fragmentos de un lucero; y entre los verdes campos que ertasiados están, se encienden y se apagan, se acercan y se van.
Música de Beethoven En traje blanco dirigióse al piano.
Temblaron los nostálgicos marfiles, bajo los dedos largos y sutiles de si nerviosa y adiestrada mano.
Jorge Sáenz Cordero tiene aún encendida sobre su frente la milagrosa estrella errante de la juventud. Tiene fuerte el corazón, y la fantasia le vuela en el pensamiento como ang mariposa radiante eu un elaro amanecer. Los ojos de su espíritu ven la vida por fuera y por dentro y sorprenden los secretos del pájaro que habla, del árbol que conta y de la fuente de oro. Es, hoy día, un poeta que dominó su obra y le mando que echara a andar. su obra está en marcha.
No se ha perdido, impaciente, por los falsos caminos que en los días actuales salen all paso de los escritores convidándolos a jornada corta y a fingido laurel. Prefirió contar una por una las piedras miliarias de su viaje y llegó, serena y prontamente, a donde ya se oyen las voces nobles y serenas que dicen la verdad al artista, Salvado está, y su gloria, sen la que sea, es buen jornal y moneda de ley. Gaudeat Apolo! lo largo del dia que está ya alambrándonos, este poeta será juzgado cada vez ante mejores testimonios. Uno más es esta página del meritisimo Repertorio de Garcia Monge, que por azar leo y admiro antes de impresa. como, además de poeta real y legitimo, Sáenz (Pasa a la pagina 943)
Mientras el ritmo pasional y arcano faligaba sus lánguidos perfilés, la flor ingenua de sus quince abriles se insinuaba en una hálito pagano. así se fue muriendo la Sonata, en lanto que en la alcoba oscura y fría donde puso la luna luz de plata, Luz de piedras preciosas que alumbráis mi camino; pedacilos de un astro que me hacéis divagar. Quién pudiera en. SK vida conquistarse el destino, de ser algo con alas que comienza a brillar. Moris ca (Oro de leyenda)
Por tu gracia zalamera; por lu mirada gilana a un tiempo cálida y fría; por tu cuerpo que debieras lucir en la Castellana o tras la reja moruna de un palio de Andalucía. por tus labios en que ríe lu sonrisa pecadora; por tu cabellera negra y tu piel morena y fina, yo le sueño una Zoraida, le finjo de sangre mora.
Viérate en una hornacina, lacerada por la pena, y juro que te lomara por la Virgen Macarena.
Te ganó acaso un cristiano de los que en árabe potro fueron por Cristo a luchar ¿De aquellos que abandonando su amor, su patria y su hogar, hasta su misma fortuna, en el nombre de Jesús, vencieron la Media Luna, levantaron la Cruz como un símbolo de gloria para que a su viva luz brillara España en la Historia!
Dime, de dónde has llegado, vienes de un lejano aduar. entre palmeras alzado cabe la orilla del mar! cave en tierra de moros bailando en alguna zambra sedujeras a Boabdil. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica