REPERTORIO AMERICANO para juntar mi sombra con su sombra querida y aguardarle temblando de amores y ternuras del furioso Aqueronte en las playas oscuras. Placia, delirante, se deja caer desde las gradas del atrio. ESCENA Ganimedes, Placia.
Ganimedes entra por la izquierda llevando entre sus manos el celeste cáliz, que resplandece como si tuviera luz propia. Parece como si estuviera poscido todavia del delirio sagrado. Avanza lentamente hacia el centro de la escena. Levanta la copa a lo alto y luego la besa. En ese instante distingue a Placia desmayada y cubierta de sangre. Corre hacia.
ella y la sostiene sobre sus rodillas.
Ganimedes. Pareces una virgen vestida de alborada. semejas una luna sobre el mar recostada, pareces los armiños de una candida pluma, semejas un licero sobre un nido de espuma.
Tu rostro es como crátera de pálido alabastro cuyo esplendor cobija la claridad de un astro.
Tu frente la pintaron aljófares de estrellas; tu boca los rubores de puidicas doucellas; lus grandes ojos glaucos de lumbre misteriosa se duermen bajo el nácar de párpados de rosa; cascadas de oro puro senlejan tus cabellos en donde el sol entiende la luz de sus destellos; y fus eburneas manos irradian en las cosas fulgores inocentes y lumbres amorosas. Qué es esto que mi mano sobre tu cuello toca. Ob Jupiter! Es sangre que mana de tu boca. Qué espiritualevoso con llanto de rubies manchó de tu garganta los suaves alelies. Quién borra de tu rostro la aurora sonrosada. Quién sella de tus labios la fuente perfumada. Placia abre los ojos y distingue a su amado)
Placia. Eres tú, Ganimedes. Mis ojos te confunden.
Por fin muestras dos almas en un amor se funden, como en un mismo valle los vientos del eslio, como en un mismo cáliz las gotas de rocio. Oh contemplar tu frente serena y pensativa. Oh contemplar tus ojos de llama siempre viva!
Sentir entre tus manos mi frente aprisionada. Senlir junto a mi boca tu boca embalsamada. Oir de tus palabras la concha de armonia que vierte en mis oidos celeste melodia. Quién puede de mi alma medir los esplendores?
Quién quede el ombeleso medir de mis amores?
Sólo ti que me brindus e frescor de la palma.
Sólo tú yne me llenas de perfumes el alma.
Ganimedes. TH voz es como el ave que anuncia a las auroras la danza cadenciosa de las divinas Horas, como de las Libétride el unísono canto que derrama en lus cumbres su melódico encanto.
Se parere al susurro de la fuente sagrada, a la flauta Siringa en la seva encantada, a las ar pias eólicas en los bosques umbrios, gorjeos de aves y a rumores de rios.
Tiene ricos y cálidos y amorosos acentos. murmullos y arrullos y suspiros de vientos. Plácida se queja. Ganimedes. Por qué cansa tu canto se transforma en sollozo y en un rictus de pena la sonrisa del gozo. Volviendo a darse cuenta de que Placia está herida)
Ganimedes. Por qué baña tu sangre con sus rojos corales tu cuello?
Placia.
Di sangre?
Ganimedes. tus ropas nupciales de licor escarlata las contemplo fenidas?
Voy a traer ungüento y a curar tus heridas.
Placia. No vayas, si, no ayas. La roz con que me nombras, In alarma y mis dolores revelan que en las sombras del Erebo profundo no moro todavía. yo que por seguirte gozosa me moria. Mirando que apurabas ese cáliz dorado, creyendo que bebias licor em ponzonado, quise entonces contigo en la muerte encontrarme y en las playas eternas con tu sombra juntarme. Oh falaces engaños que la suerte prepara!
Lo que pudo juntarnos nos desine y se para.
Tú vives y yo muero. Misterioso destino.
Jamás podrá mi planta marchar por tu camino.
Ganimedes. No llores, no lamentes tu suerte, dulce Placia; te vas a los jardines de sempiterna gracia.
Abi donde Natura sonriente se extasia ante las claras lumbres del amoroso dia, y los eternos bosques cubiertos de esmeraldas, rennevan los retorns que mecen sus guirnaldas, jy a las risueñas fuentes que corren rumorosas los pájaros responden con arpas melodiosas.
Abi donde los vates on odas celestiales celebran de los béroes los lecbos inmortales, y fluyen del Leteo las linfas silenciosas lamiendo las encinas, los mirtos y las rosas, y donde todo es calma, reposo y armonia, crepúsculos de ensueños y copas de alegría.
No tiembles, compuñera, que si pudiera boy mismo del Tártaro profundo cruzaria el abismo.
Pero voy a otras cumbres de mayor excelencia, de los dioses reinantes gozaré la presencia.
Miraré de sus rostros la belleza riente que perfuma los buertos, la montaña y la fuente, que hace santo, armonioso y radiante este mundo y en el hombre penetra con aliento fecundo.
En sus copas divinas verteré la anibrosia y llenando sus copas er eré la alegría. en mi néctar el gozo de sus almas daréles y en su gozo supremo crecerán los vergeles, tendrán miel las abejas y los rios rumores y cosechas la tierra y las setas terdores.
Ob la máxima ofrenda de ser uno instrumento para dar a los mundos esplendor y sustento. Ob tener en las manos la nutricia bebida; ser Dador de la Vida, ser Dador de la Vida!
La copa que te viste no guardaba veneno; el néclar de los dioses agitase en su seno. Levanta con sus manos la copa para que la vea Placia)
Ganimedes. Contemplala en mis manos. Parece un sol radiante. Pues bien, si no consigue ni ruego suplicante persuadir a mis padres, cuando despunte el dia, beberé de sus oros las gotas de ambrosia.
Placia. Bebe el licor sagrado. Qué importan mis anbelos, mi amor y mis dolores,. mi muerte y mis desvelos. Qué soy ante tu vista sino una débil planta, una boja que vuela, una fuente que canta?
Ya vés, por ti moria creyendo conseguirte yen lazos elernales a mi destino unirte.
Todo fué una demencia. Cuanto más te acercaba, cuanto más te atraia, tanto más te alejaba. Cuán débil soy ahora. Cuán pobre mi constancia!
Que de la Tierra al Orro no media tal distancia como se para. ob dioses! mi vida de tu ciclo.
No tienen ja mis alas poder para ese vuelo.
Ven muerte, sume ahora ni pena en el Averno. 1)
Te amo, Ganimedes, con un amor eterno. Placia expira en los brazos de su amado)
ESCENA VI Ganimedes, Coro de Ninfas y Náyades.
Comienza la alborada. Se escuchan murmullos de pájaros en la selva. El cielo se aclara poco a poco. Ganimedes conduce el cuerpo de Placia al pie de la encina y lo llena de flores. Entran bailando varias grupos de Ninfas, cubiertas de velos blancos, que agitan en el aire como si fueran los vellones de una neblina. medida que va iluminándose la escena, las Ninfas arrojan sus velos y aparecen vestidas de variados colores. 1) La palabra Averno pertenece a la mitologia latina, pero el autor ha hecho uso de ella porque infierno no sugiere la idea que ha querido evocar. Asimismo se excusa de haber empleado la palabra Júpiter en ver de Zeus. forzado por exigencias del verso. Los eruditos encontra.
rán que Placia no aparece en la leyenda de Ganimedes; es creación del autor.
para darle un interés dramático a este poema. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica.