REPERTORIO AMERICANO 233 Leamos a Montaigne De Crisol. Madrid se. pobe the hulle hefborrmalarzuying po iler metro Contra la política del odio Leamos a Montaigne; es una.
lectura salubre. Hemos vuelto a leer al maestro, que tanto y tanto repasamos en nuestra lejana adolescencia. Montaigne nos enseña a dar vueltas en torno de los hechos y de las ideas; a examinar el pro y el contra de los hechos y de las ideas; a tener serenidad para juzgar los problemas; a remontarnos por encima de las contingencias políticas (ni el rey, ni la Liga. a escudriñar, por debajo de las apariencias contradictorias, lo que tienen de iguales dos asuntos que parecían antagónicos. nos enseña otras cosas Montaigne; nos enseña, por ejemplo, a considerar la grande y pavorosa cuestión: la cuestión de la muerte. filosofar es aprender a morir. pero para nuestro propósito de hoy nos basta con las saludables reglas de propedéutica que Miguel de Montaigne nos muestra en sus Ensayos o Discursos, como traducía don Francisco de Quevedo, que puso en castellano un fragmento de Montaigne. basta de prólogo; hagamos aplicación de la doctrina.
Debemos acostumbrarnos a las críticas que de la República se hagan; no seamos intolerantes. La crítica era permitida durante la Monarquía; la crítica debe ser permitida durante la República. En 1909 las izquierdas españolas hicieron violentísimas campañas contra los hombres que entonces formaban el Gobierno; ahora las derechas españolas hacen violentísimas campañas contra los hombres que forman este Gobierno.
En 1909 se llegó a pedir el atentado personal contra el eminente repúblico que presidia el Gobierno; ahora no se ha llegado a tanto. entonces se trataba de intereses humanos y ahora de intereses divinos.
Condenemos las violencias de antes y de ahora; condenemos las violencias de derechas y de izquierdas; pero sólo podrán condenarlas con autoridad aquellos hombres que, habiéndose mantenido en un ambiente de serenidad el ambiente del maestro Montaigne, puedan levantar su voz para exhortar con eficacia a unos y a otros. Dejemos el odioso terreno de las violencias; en la esfera de lo lícito y lo permitido no es inoportuno el advertir. que debemos ser tolerantes.
Conocemos un escritor que durante muchos años veinticinco ha colaborado en un gran periódico. De Crisol. Madrid afecto con fervor a la Monarquía, representante autorizado de las clases productoras y conservadoras del país. en es periódico el escritor aludido ha podido expresarse con la mayor libertad en sus críticas contra usos, costumbres, hombres, prácticas,. corruptelas, vicios y lacras de la Monarquía. no hay más que repasar la colección de ese diario para comprobarlo. Ni una vez siquiera, desde el primero al último dia de colaboración, ese escritor ha visto coartada su libertad. Lo que se hacía en el régimen monárquico, no se podrá hacer en el republicano?
Habrá ahora menos libertad que antes. Pero puede darse otro caso más grave. Se puede crear un ambiente tal de coacción que, teniendo el ciudadano libertad en las leyes, no la tenga en la práctica. En Francia, durante la guerra, era peligroso elogiar a Kant, a Goethe, Wágner. No es preciso decir que había en las leyes libertad para la loanza de esos grandes alemanes. Pero ¿qué le ocurría al malaventurado escritor que elogiaba a Kant, a Goethe, a Wágner. No suscitaba el recelo, el rencor, el odio de sus conciudadanos? No se veía acusado de mal patriota? Si un empresario hubiera tenido en esos años la ocurrencia de poner una ópera de Wágner. qué es lo que hubiera sucedido?
Pero no necesitabos argumentar con hipótesis; existe un curioso libro (El caso Wágner; la música durante la guerra, por Juan Marnold. en que se pueden ver las viscisitudes del gran músico en Francia durante los años trágicos.
Hagamos la aplicación a España.
Todo cambio de régimen acusa un recrudecimiento de intolerancia. Es una ley de psicologia social la de que los dogmas nuevos son más intolerantes que los antiguos. En la corriente de los siglos los dogmas viejos han ido perdiendo sus angulosidades como los cantos rodados de los ríos; lo que antes era agrio, se suaviza; lo que repelía, se torna atrayente; las diferencias se van borrando; surge, con la costumbre, la tolerancia, la indulgencia. Con los dogmas nuievos, la cosa varía; no se toleran faltas de respeto; lo que antes cra leve es ahora sumamente peligroso; nacen y pululan las suspicacias; se acusa de falta de fe o de traición al que se permite palaLos apasionados de la lectura saben qué un libro llama a otro libro. Una nota de un libro, en que se hace referencia a otro, suscila nuestra curiosidad y nos lleva a leer ese otro libro; un libro que nos place, nos hace buscar los demás libros del mismo autor. así, insensiblemente, como en un deporte, como en la caza, vamos entretenidos de libro en libro. La biografía de Aristides Briand nos ha hecho leer la biografía de Alejandro Millerand. Este político fue ministro de Fomento en el primer ministerio que formó Briand, en 1909. Quisimos ver cuál había sido la labor de Millerand en el ministerio de Trabajos Públicos; repasamos algunos autores que en ello se ocupan: leimos los discursos de Alejandro Jlillerand durante su actuación en Fomento. en el estudio extenso y documentado que va al frente de esos discursos, encontramos unas líneas que vamos a trascribir. La labor de Alejandro Millerand en Trabajos Públicos fue fecunda y brillante. El ministro, con una gran capacidad, con una admirable resistencia física, recorrió toda Francia, sin aparato, sin solemnidad; se enteró de todo; preguntó a todas las gentes; conferenció con autoridades técnicas; supo, en suma, oir cosa dificil a un gobernante; supo oir y recoger cuidadosamente lo oído. el prologuista de sus discursos, al final, después de haber estudiado la labor del ministro, expone, expone el espíritu del político. dice lo siguiente: Willerand ha combatido todas las políticas sectarias, fundadas en las querellas de creencias, todas las agitaciones que no reposan sino sobre la tiranía de las conciencias, todo ese anticlericalismo obsedante en que se resuelven las fiebres políticas de nuestras provincias. Millerand ha condenado esa política odiosa de individuos a individuos, que no explota sino las ambiciones. Pusa a la página 231. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica