310 REPERTORIO AMERICANO Poesias de Emilio Ballagas. Del libro: Poemas en menguante. La Habana. 1931 Inicial del sueño ¡Cuánta nada que hacer! Puro resbalar sobre esta nieve que esconde un mundo ignorado. palabras, formas, colores.
Llévame adonde tie quieras tú me ciñes, tú me vences que ahora me rindo dócil a tu voluntad viajera, lus de jugar y de huir.
Llévame, llévame, llévame a secuestrarme en lo eterno ansia, oleaje, grupa, crin Viento de la luz de Junio.
Nieve, no: palomas lentas, secretas palpitaciones que de candidas apenas se les mira el aletear. fuera llaman. Me llaman del mundo real, una mano oprime el pulso de un timbre: suelta bandadas eléctricas de pajaritos metálicos.
Poema de la jicara Jicara.
Qué rico sabor de jícara gritar: Jicara.
Jícara blanca, jícara negra.
Pero yo sigo desnudo de ayer, de hoy, de mañana; puro ligero de anécdota tullido sobre la dalia enhiesta, quieta del ocio.
Jicara, con agua fresca de pozo. con agua fresca de cielo profundo, umbrío y redondo.
Jicara con leche espesa de trébol fraganteurecon cuatro pétalos tibios.
Pero. no, 10. 10 no quiero jícara blanca ni negra.
Sueño burbujas. Las miro tolar, huir, irisarse.
Busco, me pierdo. quisiera vagar en aquel color.
Esconderme.
Ser el eje sereno, inmóvil de una rueda de Neuton en donde viajan los siete donceles a conquistar la luz blanca.
Sino su nombre tan sólo sabor de aire y de rio Inicial angélica. Envio del autor, Ramón Gómez de la Serna, gran cau. boy, ensarta en el hombro en punta de Juan Cocteau la responsabilidad gravísiima de haber traído los ángeles. Los ángeles que Rafael Alberti ha pintado con luces de difícil y previa intimidad. los ángeles la verdad sea dicha. han tragado mucho viento hasta llegar a la poesía. la nuestra, sobre ţodas. Han venido con vuelo tímido, asustadizo, con las alas engrasadas para el vuelo de regreso, con ticket de ida y vuelta. Nos han rondado a distancia hasta saber que no había trampa ni ese lloro de perro perdiguero irresistible que paraliza la sangre de las codornices. Fue en Juan Ramón Jiménez donde empezamos a palpar la presencia angélica que nos anunciaba Enrique González Mar tinez desde su Méjico de ángeles rebeldes.
Pero ahora en este 1931 a media edades que llegan con la pluma tostada del calor excesivo y el ánimo recelando de la policia machadista los ángeles auténticos. Los poetas de anteayer los que daban el ejemplo, el santo y la seña a mi generación lírica no gozaban de la plenitud angélica. No podían gozarla. Todavía los vuelos se hacían de rumores consabidos. AI morir coleaban como las lagartijas que tienen manos de ángel malo los ángeles de la imitación: a los que había que saludar con la puntualidad verbal que nos quedó de Rubén Darío e imaginar. imaginar con las plumas en filas simétricas y: machihembradas, alargándose al acercarse a la punta del ala para dejar escapar mejor el mensaje de Dios en que está la virtud angélica.
Mi generación vió a los ángeles, pero cuando venían al llamado poético componian, muy juntos por el miedo y con las alas cruzadas por detrás tan difíciles de acomodar con elegancia un parlamiento más que un coro. en los ángeles anótese la capacidad coral es la medida de la autenticidad. Juntos en coro es cuando se sacan del pecho ambiguo el habla milagrosa que se les ha encargado trasmitir.
Esa habla de rumores dispersos que sólo los poetas de ahora anotan cabalmente.
Los míos eran ángeles genuinos ¿cómo dudlarlo? Llegaban al amanecer, mojados de neblina. Venían los negros: ángeles de tinieblas, los blancos: ángeles de luz.
Me miraban de frente. largamente, con aquella bobalicona solicitud de los querubes que tienden el mantel junto al San Diego orante de Murillo. Pero sólo los manteles se ponían. El pan de los ángeles no llegaba. Era que viles rumores se levantaban entre los ángeles y mi ansiedad, Los ángeles negros, que viajan con una (l asa a la página 311)
Jicara, y otra ves: JICARA.
Suares alondras del tacto cantan ahora en mis dedos yacentes sobre una rosa imaginaria.
lle fugo en aquella linea larga, inverosimil, sinuosa.
por donde se llega al sueño.
Qué me cierren los ojos con uvasDiáfana, honda plenitud de curtas. Ancho sabor de tierra, lengua húmeda de la noche. Viento de la luz de junio Llévame por donde quieras: viento de la luz de Junio remolino de lo eterno, Que me entuelva un incendio de mansanas.
Que me envuelvanpresagio de pulpaen ciruelas de tacto perfumado. Inundadme en pleamar de pétalos y trinos.
Qué me ciñan ;ceñidme! de eclipticas asules. Adónde?
Si ya he ido, si ya ruelwo.
Si ya nada quiero, nada; ni lo que tengo, ni aquello que estuve soñando ayer.
Poema de la ele Tierno glú glii de la ele, ele espiral del glú glú.
En glorigloro aletear: palma, clarín, ola, abril.
Ahora por no querer y no saber lo que quiero, lo quiero todo.¡Qué jubilo!
Qué beato ahogarme en tu oleajel Soy como un niño que estrena la pura emoción del quiero.
Ay, la espuma, lo lejano y aquellas oces, naranjas lacto, color y fraganciaque se mecen en las frondas.
como sorpresas redondas, Tierno la le li lo lu, verde tierno, glorimar.
balalaika ukelele.
En glorígloro aletcar, libre, suelto, saltarin, tierno glu gló de la ele. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica