iRepertorio Elmericano SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA.
Tomo XXIII San José, Costa Rica 1931 Sábado 14 de Noviembre Núm. 18 Año XIII, No. 562 Fernando González o el hombre de desnuda La llave.
La Argentina sin libertad La Misa de Oro (y Los viejos escalones.
Canales interocéanicos: Panamá, Nicaragua.
El frato do un buen sembrador.
Una tragedia de Ernest Toller Bibliografla titular SUMARIO Oscar Pino Evpinal Un dia me ballé un sasto Fernando Gonzales El galgo celestial.
Fernando Robles Los seres invisibles Giocami Pascoli El alma de las palabras.
Max Jiménez Directorio de la poesia italiana anterior a Dante.
Max Grillo Comentario estético perpetuo.
Marcelino Domingo La klona de las viboras glosadoras Juan del Camino Oración del hombre de letras.
Addin Guevara Francis Thompson Romulo Tovar CTINO tomus Persiles Oriana Palla is Alberto Nin Frias Fernando González o el hombre de alma desnuda. De Relator. Cali Colombia Medi con la mirada su cuerpo enjuto y sanguíneo y no me resultó muy alto; escruté en los ojos azules, ventanillas iluminadas que denuncian una rica estancia interior, el secreto de su vida, y encontré una penetrante luminosidad que se movía en la órbita limitada por unos párpados ágiles; su boca ancha, guarda una risa franca y unos dientes blanquisimos y parejos que se mueven como si estuviesen triturando ideas, cuando su dueño habla; su voz, de paisa raizal, un poco cavernosa, se modula al compás del pensamiento, resuelta y firme, como que las palabras que pronuncia se han hecho para guardar ideas, cortantes como alfanjes manejados por moriscos, móviles, personalisimas siempre, con un poquillo de arbitrarias; las orejas grandes; la frente amplia, surcada por arrugas, notorias cuando habla, especialmente; el pelo castaño, un poco cano; la nariz recta; la cara perfilada, huesuda, sonrosada; las manos ágiles; el cuerpo móvil.
Este hombre que tiene treinta y siete años, cuatro más que Jesucristo, ha dicho él, nació en Envigado, cerca de Medellín, y por si el lector lo ha olvidado, puedo recordarle, que además de juez de circuito ha sido historiador a su manera, novelista original, poeta rarísimo, literato notable, todo, a pesar de sus cortos años. El vestido que lleva en estos dias sobre su cuerpo, es uno negro, que en Manizales mandó a hacer para él solo, nuevo, personal, porque los de su hermano rico, con los cuales se vestía hasta hace poco, cuenta él, le costaban menos, pero le robaban la personalidad.
II El escenario En la Antioquia empinada y montañosa, minera y comercial, que tiene una presunta o cierta ascendencia judía, en la tierra de los ecónomos y financistas criollos, tipo Esteban Jaramillo o Jesús Marulanda, se ha desenvuelto; con una vitalidad que pasma, dados sus pocos años, el espíritu inquieto, ágil y móvil, profundo y superficial, sarcástico y terrible, alegre y burlón, despreocupado y cínico, de este filósofo colombiano, exaltador de Bolívar, enemigo del mayor Santander, cantador de la vida profunda, inventor del concienciámetro. admirador de Gandhi, de Buda y de Nieztche, literato, original y raro ejemplar humano.
Su Viaje a ie, que luego comentaré brevemente, se realiza al través de la comarca antioqueña, por pueblos, en su mayor parte, antioqueños, con personajes lugareños, en vía hacia el mar Pacifico, por Buenaventura, atravesando el Valle del Cauca, ardiente y bello como la Sulamita.
Asi como Antonio José Restrepo, en su Cancionero Antioqueio, gigante ensayo de laboriosidad, picardía, desembarazo y memoria, no pudo sustraerse al empeño de llamar con el apelativo de su departamento nativo a todas las coplas y canciones de su libro primoroso, así González no ha podido dejar a un lado el paisa que lleva adentro, ocurrente y cínico, y cuando menos se espera, después de haber hablado con mucha seriedad de Gandhi, de Bolívar o Jesús, resulta describiendo a Pancho Pérez, el hombre del paraguas. o al sobrino del padre Marulanda o a Esteban Jaramillo, el tipo de las ideas generales. PaFernando Gonzales La llave Envio del autor ¡He gozado tanto! Tengo débil mi cabeza de tanto gozar! Solo, por calles y plazas, por prados y montes, en mis habitaciones, sumergido en los elementos fisicos. las dos de la tarde venía por la calle entre lus tangible y entornaba los ojos para ver todo ese mar de luz alargarse, percibir a hombres, animales y cerros lejanísimos.¡Yo estoy, Señor, perdido entre los elementos físicos!
Entonces nació en mí un anhelo neto, ululante: Que por este chorro de luz nie vaya, suba mi conciencia al mundo mental!
Aun viro en un plano bajo; mis goces son aun físicos y no intuyo a Dios sino a través de la creación; no me percibo desencarnado; no tengo conciencia de mi eter(Pasa a la página 276)
nidad. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica.