REPERTORIO AMERICANS Magia en Tabarca Gabriel Miró Mayia en Tabarca: el título mc parece un trazo azul; azul debajo de azul; azul clabonito. Magia en Tabarca: melodía, cadenDe Crisol. Madrid ro del cielo y azul claro del mar. Depresión cia suave, rapto desde la costa, por encima de la tierra; el automóvil asciende otra vez.
del mar, hasta la isla. Meditar acerca de Un páramo cubierto de tomillos; la torre este titulo, componer el libro futuro de model faro. Nítida, impecable la blancura de do que vaya entremezclado lo crítico con la torre. Ya los tres amigos, sentados frenlo pintoresco; no dar excesiva importancia te al mar, ellos están arriba, el mar se exa lo crítico. Sin que por esto se pierda la tiende abajo. La tierra ha ido subiendo; de personalidad de Gabriel Miró, es lo primepronto, se detiene; se produce un altísimo ro en el libro, la razón de ser del libro. En corte; en lo hondo, se ve la playa dorada. cuanto al argumento, puede ser sencillo: Un huertecito que respalda una casa. casa tres amigos, por ejemplo, salen todas las de los carabineros intercalada entre los tardes a dar un paseo en automóvil; viven dos azules, el del mar y el del cielo; la nota en una reducida y clara ciudad que se halla verde del arbolado. Limpidez en la bóveda cerca de la costa; a unos cuarenta kilómeceleste. Ni una nube. Enfrente la isla.
tros. Van a sentarse a dialogar plácidaMagiá en Tabarca. Prestar atención a mente en un altozano que da vista al mar. la isla. Una isla de azul y de rosa. Una isla Salen a primera hora de la ciudad; los tres como un jirón de sutil cendal sobre el mar, son admiradores ferviente de Gabriel MiGitar un párrafo de la Guía del alicantino ró; los tres charlan todas las tardes de la y del forastero en Alicante, de don José persona y de los libros de Miró. Para ir las Pastor de la Roca. Alicante, 1875. Esdesde la ciudad hasta el mar han de deslite pequeño islote de unos tres kilómetros zarse suavemente desde una altura de sede extensión dice el autor dista una mesenta metros hasta la ribera. El automóvil dia legua del continente, y se compone de es rápido y silencioso. Las tardes son larunos cien edificios, habitados casi en su togas. Conviene, más que en otoño, poner talidad por marineros y pescadores, que la acción en la primavera; para que siendo componen la inmensa mayoría de la poblaPor Gisela Etrieri larga la tarde, puedan con toda co. islena. Sutilidad de la isla vista modidad ir y venir los amigos a desde el elevado altozano de la cosla costa. Durante el viaje se ve toSi cada región tuviera su Gabriel Miró. ta. Como si fuera cosa impalpable. De Crisol. Madrid do el panorama alicantino; se pasa En estas horas de la tarde primaprimero por el valle de Aspe: vasta ¡Si cada región tuviera su Gabriel Miró! Algunas creen tenerveral, envuelta en un suave resllanada verde, cuajada de huer. lo. Acaso lo han tenido en algún tiempo; pero ninguno llegó a plandor áureo, la isla resalta blantas. No olvidar los cerros y las dejarlo todo, a abandonar todas las grandes perspectivas abiertas ca, rosa y azul. Citar la frase de montañitas desnudas. Montes que ante los ojos del artista para limitarse al mundo en que florecieGabriel acerca de la isla: La isla ron su cuerpo y su alma. Limitación aparente. la introspección nos muestran sus grises peñas y. de un Amiel como ejemplo de visión circunscrita. Miró opone de Tabarca, que siempre tiene un sus aceradas laderas. Montes que, la creación intensa, profunda, minuciosa, de un naturalista que misterio de azul de distancias, coen la transparencia del cielo, pa ha elegido para su trabajo un espacio de tierra habitada por hom mo hecha de humo, mostrábase recen relumbrar. Montes en que bres. Luminosa tierra levantina. Colinas radiantes. Huertos, cercana, clara, desnuda y virgin agros llenos de sol y de fuerza vital! El mayor impetu de Gabriel crecen el romero, el tomillo, la alnal. Como de humo, dice Miro; Miró fué el de embridar su entusiasmo para llevarlo al paso del hucema, el cantueso. Ganas viviobservador atento que no quiere dejar atrás una piedra, una hier.
como del humo azulado que asciensiñas de bajar un minuto del au becilla, un regato de agua. Con su color, su perfume y su luz. de de chimenea campesina y que vetomóvil y de sentarnos en la ladera Todos los sentidos alma sensual. Toda el alma en cada sen mos, para que sea azul, a contratido. El caso de Miróúnico en nuestras letras que fué capaz y pasar la mano por estas hierbas luz.
de olor tan penetrante. Las casas de encerrarse para toda la vida con lo más fragante de la infancia y la primera juventud: con la intimidad del suelo nativo, y que Los tres amigos hablan de Mique se ven en el camino son como supo convertirla en la gran floresta variada y colorida por donde ró; todas las tardes dedican casi todas las alicantinas, de paredes viene a nacer, a luchar y a morir una humanidad de gente humilde, la charla entera a Gabriel. lo frágiles, de yeso, que al principio, es el caso del religioso, del monasta sin monasterio, del cenobita largo del viaje han ido acoplando recién hechas las casas, es blanco; sin cenobio. este espíritu singular ha habitado en Madrid, las distintas visiones del panoraEntre nosotros. Hemos podido visitarle. Le hemos visitado en pero que después se pone rojizo, douno de esos pisos sin aislamiento y sin carácter, tan ruines, dentro ma a las visiones de Gabriel en sus rado por el sol.
de la vulgaridad burguesa de los barrios extremos. Lo que, Miró. libros. Pasa ante ellos el sentido El aire a veces va royendo las llevaba consigo en su obra, toda sensibilidad, era el, antídoto de de las cosas que tenía Miró, sentido, paredes; socava la parte blanda, en la vida vulgar. El campo lejano contra la calle demasiado prólleno de voluptuosidad; recapituxima; y por merced de la fantasía el pasado sobre el presente. yesos que son flojos, y deja subquizá, quizá, a través de las cortinillas del balcón, en aquel deslan acerca del estilo del escritor.
sistente lo duro; de modo que todo pachito reducido, modesto, una esperanza suavela luz del creAl igual que, si fueran pasando a lo ancho de estos muros delez púsculo madrileño en el glorioso porvenir.
las páginas de los libros de Ganables se ven millares de piquitos briel, y al mismo tiempo fueran tle cristales que relumbran bajo la viva luz moradores. Una de esas enfermedades echando un vistazo, para comprobar, a los solar. Amor intenso por estas casas; estas que las buenas mujeres del campo soportan paisajes. ante la isla que tienen allí cercasas donde Miró y el autor del libro han años y años con tanta abnegación; pero que ca, al alcance de la mano, la suprema emopasado la infancia y la adolescencia; estas acaban por hacer que se vaya a la ciudad ción; la evocación tangible del amigo casas que semejan quebradizas, y que se van en busca de un supremo remedio? Una querido, inolvidable. Otro párrafo de la deslizando por la pendiente de los siglos palmera a lo lejos; la cinta blanca de la ca Guía del alicantino: Hoy, si bien abandocomo sus hermanas las casas recias, forma rretera que se aleja montaña arriba. El trazo nada a sus pobres recursos, esta isla, con das con sillares, del Norte. Como sus her negro del tronco de la palmera y la viruta sus ruinosas fortificaciones, batidas consmanas; pero sin la solemnidad y el énfasis nevada de la carretera. Como si sintiéra tantemente por las aguas, cuya acción code ellas. Las puertas cerradas de algunas mos ya el mar. La llanada que ya no tiene rrosiva destruye paulatinamente las obras de estas casas; atracción profunda de estas verdes. Barrancadas rojas; terrazgos se de sillería de que muchas de ellas están forpuertas cerradas de las casas campesinas. cos. Extensión de tierra sin una brizna de madas, y lo mismo las emanaciones sali¿Un gran duelo que ha hecho alejarse a los de hierba. lo lejos, cerrando el horizonte, trosas que exhalan, ofrecen, no obstante. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica