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246 REPERTORIO AMERICANO Y todo esto constituye mis verdaderas sido otra cosa. Pero tú tendrás pronto tus el menos respetable por lo zipote) y se fuerzas y mis verdaderas defensas, apesar pasos fuera de la celda.
las iba a poner a su patrono. Tenía cede que las luchas incesantes me han creado Te prometí no volver al médico y lo hago.
los de una vieja que le disputaba la una situación moral de debilidad y cobar Tampoco he de ver a esa gente que nos ayupredilección: La vioja le adelantaba en día, tan agudas a veces como para deses daba con algo para comer.
limosnas. En aquel rincón oscuro se marchitaban hasta las rosas de papel. El perar a un hombre fuerte.
Eso en cuanto a tus celos.
Esas cartas han escogido un camino que llanto de las candelas se había cuajadó Después en lo que se refiere a tus golpes en la mesa do lata. Los rezos habían debieron respetar.
de ayer, te diré que estoy profundamente atraído algunas avispas que pavalcaban Sólo escogieron bien el momento para seria y desencantada.
en las cornisas.
llagarnos. Pero rechazo de plano el espec Mi gran amor por ti quiere salvarte; táculo callejero de la gresca. El amor, ya pero tengo la sensación fría y desagradable. Aquella madrugada gruelio se había sea de una burguesa o de una comunista, que deja un vaso de agua que se cae en la levantado como siempre al impulso de es siempre el mismo, es la pobrecita cosa falda. Tengo la nuca y las rodillas holadas. su presentimierto de gallo que conoce que se escapó de las matemáticas de Carlos.
Si es que dudas de mí, algún día solita la vecindad del sol. Entró a la iglesia Marx. Desclasado. El sentimiento de rio por la incomprensión, trabajado por el con un portazo. Anduvo preparando el esa carta que te llega en tu mala hora de verdadero dolor y la misería volverás a vino para la inisa de cinco. Luego fué encarcelado, no es por cierto el de un cariño creer y me buscarás. Pobre niño mío, te taconeando a encender las candelas. Dejó puro, son calumnias sobre una mujer que beso llorando.
la vara en inn rincón y empezó a subir ella bien sabe que tú respetas y amas tanto, al campanario para dar el primer toque.
Su unano gris agarrada del badajo se insultos y calumnias mientras se enreda 23 de julio. Toda la mañana estuve puso a tirar sobre el pueblo dorinido en la comoda máscara de la legalidad bur pidiéndole mi pase al nuevo director. grandes anillos, sonoros que caían onduguesa, mientras más se enreda en sus pro pero no legré nada; esas fieras son asque lando, ondulando abriéndose, abriéndose testas revolucionarias. Carta sórdida rosamente débiles y asquerosamente fuerhasta llegar a la orilla del cielo donde des tortuosa.
tes. he salido de allí desgarrada vién puntaban ligeros clarores. Luego gruelio Pero mi vida se ha tomado con tu vida dote a través de las rejas paseándote desesbajó: chas, chas, chas, de grada en grada.
una seria responsabilidad, y mis ojos tienen perado y nervioso.
siempre arrastrisco, apoyándose con una mano en la pared del caracol. En la esmarcado a fuego el camino de tu cárcel y Pero te suplico que tengas tranquilidad, curana las candelas pintaban claror con el camino de mi hijito que me espera siem estoy vehementemente junto a ti.
sus brochitas rojas. Los murciegalos en pre con la boquita abierta como los pichones. Te escribré todos los días. Te mandaré traban borrachos huyendo del día; esbuenos libros: Marx, Engels y Lenin, los cupían y se colgaban como tasajos en 21 de julio. Hoy me ha partido el mejores teóricos que encuentre, de litera las vigas; uno que otro rozaba la cara alma tu protesta dolorosa, y lo que es más tura es imposible, no vale la pena ningún del sacristán con su cuerpo de guineyo tremendo, me ha. traído la seguridad de poeta de ser leído en la cárcel, están podri. pasado.
nuestro amor irreconciliable.
dos en las Sacristías; de todos modos te. Estos babosos. She. Yo ya no puedo más. No puedo ofrecer copiaré algo del viejo Whitman.
Queria quitárselos a manotadas, como más de lo que he dado. Claro que puedo a moscas. No le casaba mucho el paPinta y trabaja tus grabados en madera.
îuelo espeluznante de las alas de carne seguir dando. dando. mi vida no ha Te adora tu noviecita de Maldonado. Bían dihacer recogida con estos ratones volantes. Tienen carediablo, dienCuentos de barro, por Salarrué tes, pelos y juman. Papadas. Se fué derecho al crucero. Al llegar Eovio de Gabriela Mistral.
frente al altar de su devoción se arroEl sacristán dilló persignándose, cruzó los brazos y elevando su rostro un poquito ladiado, Se llamaba Agruelio, era casi joven. das todas las velas de esperma con sus lo endulzó humillándolo mientras decasi viejo; su cal a cra rostro. Sonreiba fuegos de San Telmo. En la popa, como jaba caer una plegaria.
beatificamente con la dulzura triste de. un mesana desmantelado iba el crucifijo.
Fué en este momento cuando el teJas bocas sin dientes. Era moreno, de Agruelio era devoto de Santo Domingo.
rremoto que había estado un siglo con pelo gris, de ojos grises, de manos gri Santo Domingo vivía en el rincón más el pelo cortado haciéndose el babieca, ses, de traje gris, de alma gris. Iba olvidado del crucero de la iglesia. entró de golpe en la iglesia, y. como un.
siempre agachado, iba por el corredor Era aquel un rincón arrinconado, osnuevo Sansón, agarró las columnas y del convento, por el suelo de la Iglesia curo. frío. La casa del santo era un altar sacudió.
siempre desierta, arrastrisco como una antiguo de un dorado de kakaseca, orAgruelio tuvo tiempo de ponerse en cuea, como ratón, Tenía quién sabe qué namentado churriguerescamente con espie.
de solterona a pesar de que en aquel pirales, terrosas, guirnaldas de migre. iiŞanto Dios, santo juerte. paradógico hogar donde la falda era gajos de uvas, piñas, granadas, pájaros Era tarde, el patrono había soltado masculina, daba la idea de la esposa muertos, mazorcas de mais y rosas pesu bomba de anarquista. Tambaleó el del cura. Los tacones de sus zapatos trificadas. Tenía en la portada unos pi altar desmoronándose como tina torta burros no podían olvidar el martillo del lares como pirulíes, unas columnitas de seca; se rajó el muro tremendo el zapatero, martillaban constantemente el pau francés, unos capiteles de melcosanto, perdiendo los estribos vino a dar eco in pregnado de incienso de aquella cha; y por las paredes hojas, hojas, been la cabeza de Agruelio con su ladritunba fresca.
jucos, rucditas, chirolas, colas de alacrán llo bíblico.
Agruelio salía de allí muy raras ve y aranas de verdad.
ces. Era una especie de topo parroquial. Do pie en el portal, el santo, todo La repunta De cuando en cuando se aventuraba en vestido de negro y blanco, miraba lánel atrio para ver la hora en el reloj de guidamente tras el vidrio del camarín. Mama, mama, el poyo me quitó la la torre. Miraba a la calle como quien Tenía en una mano una bomba de anar tortiya e la mano.
mira al mar, miraba al reloj como quien quista, y en la otra un libro como un la. Istúpida. consulta los astros. El mirar tan alto le drillo, a sus pies un chuchito de circo. La istúpida tenía doce años, era gormareaba. Frotaba sus cejas felpudas y Su rostro era lampiño a pesar de la dita y natia, su cara amarilla moqueaba breñosas y entraba tambalcante a su barba postiza de madera. Era calvo el y su boca despintada, siempre abrida y pobre y miraba como con hambre. triste mostraba dos dientes anchos e Tak, taſ, tak. los tacones buscadores Agruelio lo amaba; se parecia algo a inexpresivos. Lamiéndole la frente le de tesoros. La nave del templo iba per él de tanto contemplarlo. Se robaba las bajaba el montarrascal del pelo, canche y dida en una tempestad de silencio, iza candelas del Niño de Atocha (que era marchito. Vestía mugre larga y vuelucueva. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica