REPERTORIO AMERICANO 247 es permitido rectificar sus nornias y defenderse La participación en el comercio interna Pero al capital extranjero debe ponérsele con brio contra la explotación extranjera. cional elevará notablemente las normas de vida un limite en su inversión en aquellas formas El problema ds la inversión extranjera tiene, de esos paises y les permitirá desarrollarse de empresa que interesan a las públicas nececomo se ve, sus múltiples lados, coino toda ampliamente aun en actividades que no son sidades y cuya forma de actividad tiene que modalidad de la conducta humana; pero de las estrictamente de concurrencia en el mercado revestir un carácter de monopolio.
reflexiones que anteceden podemos concluir mundial.
De esta manera tomamos un partido medio estas afirmaciones: La inversión del capital extranjero acorta entre el exclusionisino de los nacionalistas cie1. La plusvalia mundial invita constante la jornada de la perfeccción colectiva, porque con gos para quienes el grito de guerra de «afuera mente a los países sin desarrollo a participar ese capital no solamente llega el estimulador el capital extranjero y los internacionalistas en la oferta de las subsistencias y las manu máximo de la actividad de los hombres, sino liberales y espléndidos para quienes no es facturas.
también las tácticas de trabajo de los países criminal ni inhumano entregar a ese capital la Esta participación, dado el estado inte más avanzados.
autonomia de sus propias patrias con concesioJectual y moral de esos países, no se puede Viera Altamirano nes ilimitadas cuyo desarrollo implica la explolograr sino por inedio del capital extranjero (RL enpitulo cuarto Aal.
tación atrot de muchas generaciones de hominvertido alli en formas provechosas.
dro en la entregue proxima)
bres.
La Araña China En medio de la noche, de improviso, Colaboración direch Sou, estos sonecon quijotesco paso temerario, tos, parte de un libro que pronto verk adelantas como ágil dromedario, la laz y que se llamart: Crisopeya.
sobre el dibujo que decora el friso; ya de tu cable pendes, desde el viso que instalas en la cima del armario, o ahorcas al moscón estrafalario entre los hilos de tu paraiso.
Diabólico eremita, que te ocultas en el tibio rincón de ini aposento; bajo mi fantasía te sepultas con la indolencia de mi aburrimiento, y el ritmo de mi sueño dificultas cuando te enredas en mi pensamiento.
La Hormiga Si sobre la tierra sus rayos prodiga, el sol la seduce con su lubre clara. Por el llano trots diminuta hormiga, In nominence como si la vida ya se le acabara.
Corre, corre, corre, no siente fatiga, marcha sin descanso la tenaz avara. y con el mal rio, pero llorando. Cuánta prisa tiene. Para que se obliga. Fué un hidalgo español, lo que entiendo. Parece que nunca de correr parara. que, al ir por el Parnaso caminando, En el frenesi de su aturdimiento a su más alta cima fué ascendiendo, vive fascinada eon su movimiento; y con Homero yace, reposando.
y miden sus pasos el largo camino Dante donde se acrecientá su pingüe tesoro; Sólo por ti la cumbre del Parnaso imientras que en la rama fragante de un pino no fué la sola cumbre ¡oh vagabundo. dice su querella un ave de oro!
Dante, no más por ti, sol sin ocaso, La Abeja profundo bardo y pensa lor profundo!
En la siesta la abeja rumorosa Grecia no supo, en el murrino vaso; hurta el aroma de la flor temprana, como en la copa del Grial fecundo, lo mismo en el jncinto que en la rosa escanciar ese néctar, en que al paso con que el prado risueño se engalana; de Jesucristo, se redime el mundo.
por volur entre fores, codiciosa, En los tercetos de inmortal Comelia repercute la gloria de tu exilio; olvida que la tarde soberana desde feudal montaña la Edad Media ha de hundirse en la noche silenciosa para que brille el sol por la mañana. te columbra que eclipsas a Virgilio, como ante la visión de la Tragedia Pero, al nacer el esplendor del din se ofusca la ternure del Idilio.
será el vuelo nupcial por el espacio; como rubio racino la harmonía Virgilio del enjambre, en el cielo de topacio, Dulce poeta cuya voz de plata y néctares suaves y ambrosia, resuena todavía, indeficiente, para la abeja de oro en su palacio. y a través de los siglos se dilata por la conciencia de la absorta gente; Cervantes un gajo de laurel sobre la grata ¿Quién repartió la humana fantasia placidez soñadora de la frente, en dos mitades llenas de grandeza, semidiós olímpico delata, y en anibns, con la misma gentileza, y reverdece, milagrosamente.
derramó su caudal de poesía. Su acento vibra en imperecedero ¿Quién lanzó por el mundo su hilalguía clamor que acalla al grito del destino en lucha contra el dolo y la bajeza, y exorna a Rona en su esplendor postrero; y suscitó el ingenio en la rudeza, y égloga procer, como don divino, y matizó el amor con la ironia. anticipa el arcano venidero ¿Quién lloró con el bien, pero riendo, y a Cristo evoca en medio del camino.
El Buho Corvo su pico cual segur cortante y la pluma sutil que riza el viento; firme la garra que le da sustento, aterrador el ojo fulgarante.
De la vetusta torre, amenazante con el orgullo de su pensamiento, suele bajar en el arrobamiento de la estrellada noche palpitante.
Inquiere solas is visión que inira alzarse del abismo que le asombra: como el halcón audaz, pero sin ira, al protervo reptil capta en la sombra; por el espacio silencioso gira, y enmudece la boca que le nombra.
Los pavones ¿Cómo logr de Juno los pavones. sn graciosa inajestad afines, si el azul de sus plumas, inillones, rindió ya de la Fama los clarines. Deslumbren con sus claras perfecciones al dilatado mundo en los confines.
y exornen el Olimpo con sus dones ares que son orgullo de jardines.
Pero, si no loar, que está de sobre, diga el soneto, lleno de zozobra, del pavón la triunfal cortesanía, cuando, al erguir su cauda, suma y cobra la pasión de su dama, y la ufania de vencer con su luz la del dia.
El Faisán Dorado Ave fénix que ostentas en la suma claridad de tu porte, la pristina belleza del metal donde consuma.
el mundo si avidez luciferina: tu cuerpo, que el acero damasquina y el rojo bronce cun su peso abruma, de un solo trazo de su fácil pluma lo concibió la fantasia divina; como chispa de oro tu mirada y azulado tu pia que el suelo besa; ave resplandeciente, empenachada de oro que fulge, y arde, y embelesa. Jason fascinaste, cuando airada su hueste por la Colquide atraviesa!
El Gallo Roja la cresta que dice su brío, suave In pluma que el ala abrillanta, hincha su gorjn beligera y canta en el cercado vecino al bohío: nunca le vieron rehusar desafío. sus rivales con furis quebrantn, y, sobre el campo que rinde, levanta claro trofeo de gallo bravio; cruza la vida sin una congoja, recio, nervioso, feliz, altanero; con sus queridas se place y aloja como si fuera Francisco Primero, y, cuando el astro los cielos son ron, lanza el clarin de su canto sincero.
Antonio Caso México. Ortobre del 30. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica