REPERTORIO AMERICANO 121 (Envio del autor)
en HABLEMOS del hombre, por El poeta Armando Godoy que desta páramos en Cuba; que en Godoy hay paiGodoy aqui en Paris, aun guarsaje: unos espejuelos de farol da en sus venas jugo de la antiguo, sostenidos en una nacaña de azúcar que crece alla riz tropical, una selva de ca. en la dulce Isla.
bellos que parecen robados a Godoy cuenta con las malla fruta del maiz; agregad dos querencias de todo el que se piernas muy largas en que se eleva; probablemente los his encaja el tronco y habréis forpano americanos no le perdomado a Armando Godoy.
nan el que haya prescindido ¿De su vida privada? Godoy de ellos; dado que tantos hohizo banca, tuvo éxito, el tanores le tributa Francia, bien lento puede tener muchas irrafloja debe irle la camisa de diaciones, y con ello consiguió América. No ha bastado para la libertad del cuerpo y del contrarrestar el pecado de su alma.
gloria la generosidad de que Ante Godoy tenemos siemes dueño, ni su bondad para pre un problema pendiente, con los muchachos que ape¿por qué escribe francés?
nas muestran los primeros retoños.
Sus críticos dicen que se debe a la mayor belleza de la lenHay una cosa que le debe gua francesa sobre la nuestra; y deberá siempre América, y. eso está bien que lo digan los es la de poner en «galo» lo de por aquí, pero marca buen que tan maravillosamente didesacuerdo con nosotros los jeron Marti y José Asunción que usamos la lengua en que Silva; enseña a Francia que Cervantes escribió su Hidalgo no solamente le quitamos sino y Escudero. Más bien creo que que en la lirica, tenemos conel caso de Godoy se debe a diciones para darle, y esto es un fenómeno natural y que en verdad muy halagüeño.
es algo así como si nos preMe dirá el lector que por guntáramos. pero por qué coqué no me ocupo de las obras.
rre este río por aquí? Pues de Godoy, es decir de su pesimplemente porque por allí le dió to del derrotero principal su mano destal; pues bien, no lie de liacerlo, la gana coger, y como en el caso derecha, dejando a la izquierda los porque son sus obras las que me de Godoy, el río en los remansos, otros cuidados.
hacen hablar de él; leed sus prorefleja bellos árboles de las riberas Godoy, no obstante ser poeta de ducciones y veréis todo lo que meen su agobio francés.
Francia, no ha perdido su sabor rece el árbol que da esos frutos.
En Godoy tenemos algo que es tropical; es algo así como el Vichy Armando Godoy escribiendo en fundamental, es nacido poeta, y co Max Jiménez francés le hace un señalado sermo deseara Kipling, nunca aparvicio al castellano.
Armando Godoy Paris, 1929.
y sucia.
EY paraje era severo, de adusta severidad. En el término del horizonte, bajo el cielo inflamado por nubes rojas, fundidas por los últimos rayos del sol, se extendia la cadena de montañas de la sierra, como una muralla azulado plomiza, coronada en la cumbre por ingentes pedruscos y veteada más abajo por blancas estrias de nieve El pastor y su nieto apacentaban su rebaño de cabras en el monte, en la sima del alto de las Pedrizas, donde se yergue como gigante centinela de granito, el pico de la Corneja.
El pastor llevaba anguarina de panto amarillento sobre los hombros, zajonas de cuero en las rodillas, una montera de piel de cabra en la cabeza, y en la mano ne.
gruzca, como la garra de un águila, sostenía un cayado blanco de espino silvestre. Era hombre tosco y primitivo; sus metillas, rugosas como la corteza de una La sima y todos estos rumores, unidos a los murmullos indefinibles del cam.
vieja encina, estaban en parte cu. to al lecho de una torrentera llena po, resonaban en la inmensa debiertas por la barba naciente no de hojas secas, crecian arbolillos solación del paraje como voces afeitada en varios dias, blanquecina de follaje verde negruzco y matas misteriosas nacidas de la soledad de brezo, de carrascas y de roble y del silencio.
El zagal, rubicundo y pecoso, bajo. Volvamos, muchacho dijo el correteaba seguido del mastin, Comenzaba a anochecer, corría pastor. El sol se esconde.
hacia zumbar la honda trazando cir ligera brisa; el sol iba ocultándose El zagal corriis presuroso de um vertiginosos por encima de su ca tras de las crestas de la montaña; lado a otro, agitó sus brazos, enarboló su cayado, golpeo el suelo, beza y contestaba alegre a las vo sierpes y dragones rojizos nada.
dió gritos y arrojó piedras, hasta ces lejanas de los pastores y de ban por los inares de azul nacaque fué reuniendo las cabras en los vaqueros, con un grito estri rado del cielo, y al retirarse el una rinconada del monte. El viejo dente, como un relincho, terminan sol, las nubes blanqueaban y perlas puso en orden; un macho cado en una nota clara, larga, argent dian sus colores, y las sierpes y brío, con un gran cencerro en el tina, carcajada burlona, repetida los dragones se convertian en incuello, se adelantó como guía, y varias veces por el eco de las mon mensos cocodrilos y gigantescos el rebaño comenzó a bajar hacia tañas.
cetáceos. Los montes se arrugaban el llano. Al destacarse el tropel de El pastor y su nieto veían desde. ante la vista, y los valles y las cabras sobre la hierba, parecía la cumbre del monte laderas y co hondonadas parecian ensancharse oleada negruzca, surcando un mar linas sin árboles, prados yermos. y agrandarse a la luz tibia del verdoso. Resonaba igual, acompacon manchas negras, redondas de crepúsculo.
sado, el alegre campanilleo de las los matorrales de retama y maci Se oia a lo lejos el ruido de los. esquilas.
zos violetas y morados de los to cencerros de las vacas, que pa. Has visto, zagal, si el macho millos y de los cantuesos en flor. saban por la canada, y el ladrido cabrio de la tía Remedios va en En la hondonada del monte, jun de los perros, el ulular del aire; el rebaño. preguntó el pastor. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica