1Repertorio Americano SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1930 Sábado 11 de Enero Tomo XX.
Núm. Año XI. No. 474 SUMARIO Elegia ditirá mbica.
Nota.
Carlos Pellicer Blanco Fombona Gabriela Mistral Juan del Cremind Gabriela Mistral.
Un hombre y un hidalgo: Sánchez Guerra.
No discutamos más sobre la crisis y hagámosle frente.
Dos notas.
Clemencenu ante la historia.
Georges Clemenceau se muere Nieto. ballero Alberto Gerchinorr Lõpcs Pumarejo Marina Sriens y Gastón Fiqueira esar Vallejo Ja Jiménez El Miedecito de la Gacela Otra vez con Rockefeller Primeras letras, gestos de guerra y alguna que otra alusión personal.
Manitiesto. Tablero (1930) Cota José Vasconcelos trar fantasmas. Ha de sentirse a al vértigo. Ha podido oír a media mo el pobre pescador de Puvis de veces bajo el influjo de un mago. noche trece campanadas, y es po Chavannes, en un ambiente gris, Ha de creerse con cadenas espiri. sible que manos de ectoplasma le ha podido doblar la cabeza en una tuales y morales, propensa a caer hayan hecho señales en la som de esas actitudes de renunciaenferma sin motivo, aprisionada bra. El dolor acaso ha querido miento, de entrega, que son la en su angustia como en un tor arrinconarla, para hacerla temblar pérdida definitiva de la ilusión, bellino, que la hace girar siempre, de un dolor nuevo.
la perfecta sensación del desamque la hace desear siempre el es Así ha cantado sus grandes so paro. Pero oyéndose a ella misma, tallido, para que termine la velo ledades, sus grandes amarguras, deseando reaccionar, buscando ali. cidad que la lleva entre sus ondas sus grandes estremecimientos. Co vio, ha pedido a la rima que la ileje apoyar contra ella, sobre ella, como si fuera en un seno o en un nido. Poco a poco el ronco acento de la desolación que iba a volverse protesta, se ha ido debilitando, dulcificando, baciéndose arrullo para sus propias penas, para inecer en ellas al niñito ilusorio, mich tras las lágrimas slescendian por: sus mejillas en tibios alirojuelos.
Esta es una mujer crucificada.
Nació para el dolor, que estaba listo con sus clavos de oro para hendirle las manos. También se ensoinbreció la tierra cuando la torturada, que llevaba un amor y que había soñado un hijo, para transfundirle su inspiración y su ternura, subió al calvario del canto. Fue en Chile, la tierra fuerte y áspera, intensamente amada, donde su alma recibió los cinco mil y más azotes del destino invencible. Allá sintió en las sienes la corona de espinas. Allá sudó sangre. Pero también, en la hora final de su martirio, cuando de los labios sitibundos quería apartar el cáliz, fue en Chile donde el.
cielo se abrió, para escuchar los acentos desgarradores que se volvieton belleza, y que como belleza repiten, en estrofas de acidez tonificante, los pueblos españoles.
Ella misma calificó su vida con la palabra desolación, que le sirvió de título para el primer, volumen en que manos amigas reuniel on sus estrofas. Símbolo del eterno silencio de las cosas y del eterno silencio de su espíritui, frente al interrogante de ventura que su dedo de mujer trazo en la arena!
Se uguzaron en ella a cada golpe las facultates afectivas. Cada dia se hizo más honda, Cada dia anmentó de esa manera su capacidad de sufrir. Descubrió el pecho para que en él se clavaran los garfios de la desesperanza, de fuego, como el dardo de amor que entró hasta el corazón de santa Teresa para transverberarlo, y. aspiró como un perfume el olor de su propia carne, que cedió al contacto igneo. Cala sollozo, cada queja, se transformaron en música.
No hay notas que superen a las que pone el dolor en sus propios pentagramas.
En el tráfago diario, Gabriela Mistral debe tener algo de niña.
Acaso es tímida, miedosa, alena de aprehensiones acerca de lo que el porvenir le reserva. Por los caminos, en la alcoba tenuemente bañada por la lámpara que ilumina sus creaciones, debe enconDifícil es hallar wayor dulzura en un poeta para cantar a un niño.
No únicamente al propio o al descailo; o al de 1:1 imaginació quie, arraigada eti tri temperainento paternal o matern. lo snežu, sino al sér pequeño, inerme, sonriente o lacrimoso, que se ha. lla en cualquier sitio o en cualesquiera brazos, desde el que es tá abrigado de manera lujoså hasta el que está desnudo, cori.
los piecesitos «azulosos de frío y el rostro allolorido, tocado por el hainbre. Enternecida ante todos, para todos hace sus canciones de cuna, que adormecen con delicia a quienes las escuchan. Las palabras se vuelven de algodón, som blancas, leves, cálidas, queridas, permiten adivinar los ojos entrecerrados, el estrechamiento contra el corazón, el beso largo, la enoción indefinible, sagrada, que compensa de toilos los quebrantos, regalada por el hijo que aprieta las manecitas de juguete y rompe en un grito que, se eurosca en el alma. Gabriela Mistral lia.
sido madre centenares. de veces sin haberlo sido nunca. No sintió en las entrañas el desgarra inįento creador, pero aprendió la mirada de las elegidas y se adueñó de su سے خیر به co PBAXENO Gabriela Mistral acento.
Del precioso libro Colinas Inspiradus. Bogotá, 1929. Lo hemos recibido en estos dias, lo hemos releido con mucho gusto y le damos las gracias por el envio a su autor, noble amigo y literato eximio.
Gente impúdică çregó hallar Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica