146 REPERTORIO AMERICANO tenía de voluntaria, contribuyó de una vuelto en un manto de profeta y que no de los genios. Su esfuerzo terminal conmanera decisiva a fijar las líneas de la nos dice nada de su alma, que es una de sistió en penetrar, con el segundo Fausto, impasibilidad goetheana, comportaba ne las más complejas y vivientes que le haya en los dominios en que el espíritu so lanza cesariamente cierta dosis de egoísmo y sido ofrecida jamás a la perfección de a la conquista de lo infinito, apareciendo de insensibilidad que los adversarios del los hombres, y otros, como el de Kolbe, su canto, desde ese inomento, depurado poeta no dejaron do hacer esaltar con que se encuentra en el Museo de Weimar, de toda entonación de dolor o de pesar, oportuna y aguzada ironía. bien: con son de una sobrecogedora intensidad. Ah! de tristeza o de terror. Es la luz pura siderando atentamente la recopilación de iQué ardiente gravedad en su bello ros de la vida espiritual, que se armoniza con los señores Amann y Walz, se llega a la tro alumbrado por una mirada embargante el cántico embelesador de la belleza.
conclusión de que dicha modalidad que y cuya serenidad oculta apenas el doloLejos de marchar a tientas, como los Goethe compuso, de una pieza, en la úl roso y áspero esfuerzo de la inquietud!
tima etapa de su vida, esculpiendo su fi Todos los que vieron aquella mirada, se que van con los ojos abiertos por las tinieblas o como los que irán con los ojos gura para la eternidad lejos de estar en sintieron penetrados por ella como por cerrados por la luz, a Goethe se le vé la verdad de su generosa naturaleza, no un afluente de la gracia divina y nincaminar por el fondo inalienable del penfué sino un producto de la vieja ley fisio guno pudo olvidarla. Odyniec, el. poeta lógica de la protección, destinado al me polaco que acompañó a Niesckiewicz en samiento humano, radiante de ideas, con el entendimiento lleno de ciencia y con jor cumplimiento de su obra. Recuérdeso su itinerario a través de la Europa, hala amarga frase recogida por Riemer de blando de la intensidad y del fuego de sus ojos rastos y puros que la comprensión transformaba en luz ávidamente los propios labios del poeta. No es aquel los ojos de Goethe, dice que en sus puque ha sido el más sensible, el que puede pilas creyó percibir un rayo de oro cenposados sobre todo lo que es grande, bello y bueno. como es sólo cuando se ha llegar a ser el más duro y el más frío, telleante, como el anillo de Saturno.
pues, para protegerse de los contactos La vida de Goethe, de la cual el fué sido sorprendido y deslumbrado por la rudos, se necesita una coraza y esa coraza el encarnizado obrero, resta, pues, como realidad, como él lo fué, que se está en concluye por convertirse en un peso abru una larga construcción y como un ejemactitud de penetrar al fondo de las cosas, ningún hombre ha experimentado mador. plo, porque nos muestra todo lo que el Es verdad que, dominando hasta su ge hombre puede realizar en sí mismo a más que Goethe, la intimidad de la nanio, al cual Goethe. no se sintió jamás fuerza de voluntad, ya que no habiendo turaleza y, por encima de la naturaleza, sometido, sino que trató siempre en so una fatalidad de caracteres, el individuo la intimidad del alma humana. Si el Fausto, que es la obra más pura de la poesía berano, nada, ni su sensibilidad excesiva puede rehacerse una idiosincracia, sin logró turbar la robusta serenidad de su encontrar otro obstáculo que tiempo.
moderna, corresponde a un sentimiento espírit bastándole el calor de sus sen «La obra maestra del hombre es durar»
universal, es porque tratando con un pertimientos para animarlo todo, y es ver ha dicho el mismo Goethe, que tenía fecto conocimiento el problema del desdad que él fué el gran enamorado del como nadie la visión de las cosas duratino, hace resaltar los múltiples aspectos orden y la armonía, detestando las emo deras.
del enigma que tan implacable y trágiciones inútiles y avanzando sin fiebre El primer esfuerzo hecho por Goethe camente persigue la apacibilidad de los hombres.
hacia el encuentro de la naturaleza, para para alcanzar su fin, fue el de llegar a que así las cosas, en vez de ser recibi la universalidad, procurando conocerlo Siguiendo la trayectoria ascendente de das con un alma exaltada, fuesen ellas todo y, acaso, ese «más que todo» de que la inteligencia pura hacia la humanidad las que le exaltasen el alma; pero, en habla Mad. de Stael refiriéndose al Fausto. verdadera, en donde sólo tienen derecho cambio ¡cómo durante toda su prolongada. Su segundo esfuerzo, fué escapar a las a nuestra estima, el talento, la bondad, juventud, se nos aparece ávido, fiebroso, solicitaciones sentimentales y ambiciosas, la probidad y el heroísmo, Goethe, sin colérico y cómo se le siente presa de todos a esas solicitaciones que llenaban el co apartar jamás los pies de la tierra. alcanzó los demonios, oscilando, sin cesar, entre razón de Werther y que se atropellan en todas las alturas. De ahí la gran fuerza la exaltación y el abatimiento y coġido el drama tan conmovedor de Clavijo. El de humanidad que se desprende do su tanto por las sugestiones del desorden, tercero, fué la desgermanización de su obra y el escalofrío sagrado que nos procomo por los tormentos de la angustia, espíritu, desprondiéndose, después de años cura su existencia, bien que, en su época, hasta el extremo de pensar seriamento de vigilancia y gracias al soplo divino wiadie pareció comprender el drama desen el suicidio! luego, más tarde, cuando de la Grecia, al orden romano y a la mesurado y prometeano de su alma. Es resuelto a vivir según su genio, según claridad francesa, de los terribles y crue. que, en el fondo, el genio es el único su corazón y según sus sentidos iqué osada les sortilegios de la antigua Germania y sufrimiento que no encuentra ni comprenconcepción de la vida le sugiere el azu conviertiéndose, así, en el más humano sión, ni piedad sobre la tierra.
lado cielo de Italia! El hombre no tiene otro objetivo, ni otro deber, ni otro fin, Leonardo Репа Puris. 1950. Envio del autor. que ser feliz. Es una dulce y flexible moral, que le hace considerar el sufrimiento, una inmoralidad. como debido a su maravilloso equilibrio; Goethe resta, El quid través de sus incesantes transformacio Do El Figaro. La Habana nes, fiel a sí mismo, se adivina la conmovedora tragedia de su espíritu; espíritu Leyendo con detenimiento el amplio y pecto muy interesante de la manera de que, por lo demás, jamás fué compren minucioso estudio de Emil Ludwig sobre, entender las producciones literarias. Codido en la medida que necesitaba ser Goethe, lo que él ha llamado «historia nocemos realmente las obras de la ancomprendido un espíritu como el suyo.
de un hombre. me convenzo de que para tigüedad? Sí y no. Conocemos lo que La leyenda del Goethe frío, egoísta y penetrar en el intimo sentido de una obra, encontramos en ellas; esto es, lo que pone distante, es, pues, falsa. Nadie tuvo un sobre todo de una obra maestra, hay que on nuestro espíritu su experiencia de nuescorazón más amante, ni más ávido de ver muy de cerca la vida del autor. tro mundo y de nuestro arte; lo cual puede ser amado que el suyo. Como los dioses Con ningún otro de los alemanes me. ser, debe ser algo muy distinto de lo que mismos, que si quedan más allá de todas parecía estar tan familiarizado como con concibió y expresó su autor. En realidad, las cosas, quedan más acá del amor, Goethe éste; había leido varias veces el Fausto, en este caso no leemos, traducimos; y no supo inclinarse con una fresca curiosidad y ahora descubro que mi conocimiento, sólo de una lengua a otra; sino de un sobre el sortilegio inagotable de los sen de esta gran obra era puramente exotérico. espíritu a otro. aquí más que nunca timientos humanos y supo sentir su po No había pasado de la superficie. lo cabe decir: traduttore traditore. Aunque la der.
mismo me ocurre con las otras produc traición sea inconsciente e involuntaria.
Con la fisonomía moral del gran poeta, ciones de Goethe. mí, traductor de más En libros, como las vidas de escritores pasa un poco lo que con sus retratos: de un lied, cuya colección constituye algo que abundan en la literatura inglesa del unos, son de una vanalidad desesperante, de lo más personal de un autor que ja siglo dieciocho, pudimos ya advertir. Ia como el de Tischbein, en donde se le vo más ostuvo al margen de su obra. viva luz que proyecta sobre las concep recostado sobre las ruinas romanas y en Esta aseveración me presenta un as ciones de un autor la realidad circuns. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica