122 REPERTORIO AMERICANO Lo vide, abuelo repuso el muchacho. Hay que tener ojo con ese animal, porque malos dimoños me lleven sino le tengo malquerencia a esa bestia. eso por qué vos pasa, abuelo. No sabes que la tía Remedios tie fama de bruja en tó el lugar. eso será verdad, abuelo. Así lo hay dicho el sacristari la otra vegada que estuve en el lugar. Añaden que aoja a las presonas y a las bestias y que da bebedizos. Diz que la veyeron por los aires entre bandadas de culebros.
El pastor siguió contando lo que de la vieja decian en la aldea, y de este modo departiendo con su nieto, bajaron ambos por el monte, de la senda a la vereda, de la vereda al camino, hasta detenerse junto a la puerta de un cercado. Veiase desde aquí hacia abajo la gran hondonada del valle, a lo lejos brillaba la cinta de plata del rio, junto a ella adivinábase la aldea envuelta en neblinas; y a poca distancia, sobre la falda de una montaña, se destacaban las ruinas del antiguo castillo de los señores del pueblo. Abre el zarzo, muchacho gritó el pastor al zagal.
Este retiró los palos de la talanquera, y las cabras comenzaron a pasar por la puerta del cercado, estrujándose unas con otras. Asustose en esto uno de los animales, y apartándose del camino, echó a correr monte abajo velozmente. Recontra! Es el chivo de la tía Remedios dijo el zagal. Corre, corre tras él, muchacho gritó el viejo, y luego azuzó al mastin, para que persiguiera al animal huido. Anda, Lobo. Ves a buscallo.
El mastin lanzó un ladrido sordo, y partió como una flecha. Anda. Alcánzale! siguió gritando el pastor Anda ahi El macho cabrio saltaba de pie.
dra en piedra como una pelota de goma; a veces se volvia a mirar para atrás, alto, erguido, con sus lanas negras y su gran perilla diabólica. Se escondía entre los matorrales de zarza y de retama, e iba haciendo cabriolas y dando saltos.
El perro iba tras él, ganaba terreno con dificultad; el zagal seguía a los dos, comprendiendo que la persecución había de concluir pronto; pues la parte abrupta del monte terminaba a poca distancia en un descampado en cuesta. Al llegar alli, vió el zagal al macho cabrio, que corría desesperadamente perseguido por el perro; luego le vió acercarse sobre un montón de rocas y desaparecer entre ellas. Habia cerca de las rocas una cueva que, según algunos, era muy profunda, y sospechando que el ani.
Cossio. Viene de la pagina 117. Nuestra es, a no dudarlo, la iniciativa de una vida cristiana, en armonia con las ocupaciones de cada estado. en virtud de esa leij de desenvolvimiento progresivo a que se presta el catolicismo, y que tan exactamente supo definir Vicente de Lerins, en su Conmonitorio, el ideal de la virtud para las personas del siglo no fué ya el monaquismo, con sus rigores y austeridades, sino la Iglesia de Dios, como madre, con sus misericordias y consolaciones. Entre los testamentarios de don Fernando de Castro señalamos a don Francisco Giner; lo fueron también Azcárate, Ruiz de Quevedo, Sales y Ferré, Uña, Salmerón, profesores, todos de la Institución Libre. El trabajo citado lleva la fecha de 1806.
La nota de universalidad. Don Julián Sainz del Rio; Sinz del Rio, catedrático de Historia de la filosofia en la Universidad de Madrid; Introductor en España de un sistema filosófico. Un sistema filosóficoesto hizo su fuerza que, más que una filosofia, era una moral. En 1860, Sanz del Mio publica su traducción del libro de Krause, Ideal de la Humanidad para la vida. La traducción ra anotada por el traductor.
Las notas son más interesantes que el texto. Una de ellas se titula; Tribunales superiores históricos. Sanz del Rio, en su noble afin de universalidad, de justicia internacional, se adelanta a la Sociedad de Naciones.
El Tribunal que don Julián pide es el de la Sociedarl de Naciones.
Oigámosle: no olvidemos que estamos en 1860. En la historia humana, escribe el autor se han cometido injusticias mayores, que piden un Tribunal y juicio competente. 11 que por falta de él han caido hasta el dia bajo jueces ilegitimos o interesados.
Si la sociedad politica humana estuviera organizada como un Estado y Tribunal Supremo en la tierra, acudirian a él hombres y pueblos sobre injusticias pasadas y presentes, que hoy están sin reparar, y que influyen con pernicioso ejemplo, atesoran inmoralidad pública e injusticia sobre nuestra historia. Quién reparará competentemente la injusticia de la Inglaterra con Irlanda. La de Rusia con Polonia. La de Europa con el pueblo judío. La de las razas blancas con las negras?
Sin embargo, estas injusticias humanas están vivas, y piden Tribunales superiores a los hoy constituidos para ser competentemente reparadas. La nota sigue; no podemos copiarla toda, basta con lo copiado para nuestro propósito.
Más tarde, esas dos notas de españolismo y universalidad confluyen en la mente de Giner. Giner y su europeismo, aliado al amor por el paisaje de Castilla. Giner, europeo y apasionado del Guadarrama: Su espiritu se continúa en Cossío, en Cossio tan universalista como Giner amante apasionado de Toledo y el Greco. Los dos matices se hacen notar en la breve alocución pronunciada por el maestro al cumplirse, en 1926, los cincuenta años de la Institución. En esa página se señala la caracteristica de esa Sociedad, cada día con más ansias de universalidad humana, y, a la rez, más intima y amorosamente funditla con la madre tierra y la materna raza. B Madrid. Azorin inal se habría caído allí, el muchacho se asomó a mirar por la boca de la caverna. Sobre un rellano, de la pared de ésta, cubierto de matas, estaba el macho cabrio.
El zagal intentó agarrarle por un cuerno, tendiéndose de bruces al borde de la cavidad; pero viendo lo imposible del intento, volvió al lugar donde se hallaba el pas.
tor y le contó lo sucedido. Maldita bestia! murmuró el viejo. Agora volveremos, zagal.
Habemos primero de meter el rebaño en el redil.
Encerraron entre los dos las cabras, y después de hecho esto, el pastor y su nieto bajaron hacia el descampado y se acercaron al borde de la sima. El clivo seguia de pie sobre las matas, el perro le ladraba desde fuera sordamente. Dadme vos la mano, abuelo, Yo me abajaré dijo el zagal. Cuidao, muchacho. Tengo grain miedo de que te vayas a caer. Descuidad vos, abuelo.
El zagal apartó las malezas de la boca de la cueva, se sentó a la orilla, dió a pulso una vuelta, has.
ta sostenerse con las manos en el borde mismo de la oqucdad, y resbalo con los pies por la pared de la misma, hasta afianzarlos en uno de los tajos salientes de su entrada. Empuñó el cuerno de la bestia con una mano, y tiró de él. El animal, al verse agarrado, dio tam tremenda sacudida hacia atrás, que perdió sus pics; cayó, y en su caida, arrastró al muchacho al fondo del abismo. No se oyó ni lu grito, ni una queja, ni el rumor más leve.
El viejo se asomó a la boca de la caverna. Zagal, zagal. grito con desesperación Nada, no se ola nada. Zagal. Zagal!
Parecia oirse mezclado con el murmullo del viento un balido doloroso. que subia desde el fondo de la caveria.
Luco, trastornudo, durante algunos instantes. el pastor vacilaba en tomar una resolucion; luego se le ocurrió pedir socorro a los demás cabreros, y echó a correr hacia el castillo.
Este parecia hallarse a un paso; pero estaba a media hora de camino, aun marchiando a campo traviesa; era il castillo oival derruido, se levantaba sobre el descampado de un monte; la penumbra ocultaba su devastación y su ruina, y en el ambiente del crepúsculo parecia erguirse y tomar propor.
ciones fantásticas.
El viejo caminaba jadeante. Iba avanzando la noche; el cielo se llenaba de estrellas; un lucero brillaba con su luz de plata por encima de um monte, dulce y soñadora pupila que contemplaba el valle.
El viejo, al llegar junto al castillo, subió a él por una estrecha El traje hace al caballero y lo caracteriza La Sastreria La Colombiana de Francisco Gómez le hace el vestido en pagos semanales, meusuales o al contado.
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