Carmen Lyra

REPERTORIO AMERICANO 45 el inonL tarde cono una cásLa leva como todos los hombres de cara do naranja se ensu sociedad, repugnantes en Carmen Lyra volvía lentamente perfasul alegre. orgullo de mamando el cielo. Bajaba la chos, y no tienen otro denoche de los cerros y el signio que la explotación horizonte levantaba la cola del prójimo. Mi padre es encendida como una vaca de una alegría campcchana del estero. Naticha y yo delante de la mujer; ah, en recorríamos las calles som cuanto toma confianza las brías que se alargahan en asquea y, les, dice. Vosoel ladrido de los perros.
tras sois unas perras. SeLas casas coloreadas con las guramente no vió jamás vidas de los pobres, nos saeste espectáculo de la vida lían al encuentro mordienen su más cruda realidad donos. En nuestro grito y me mostraba a la musubterráneo identificábamos jer tendida en el piso húlas caras llorosas de los nimedo de la cantina, donde ños obreros, que como nosohabía abierto las piernas tros, en sus ojos reventaban como un puente. Luego siflores de la verdad y de guió diciéndome. La cila justicia.
vilización se pudre. Para Era época de leva, sólo qué el hombre busca a la.
se veían transitar por las mujer, sino para humillarla cuadras, ancianos y niños y su contacto es la muertte.
De este amor indisoluble, hambrientos de ojos miserables, reflejados en los balporque así lo quiere el Dogma Eclesiástico, naceinos des de agua que conducían para la casa, donde a venosotros como hijos del ces nadaban las estrellas.
hombre y de la mujer.
Los jóvenes estaban ausenCuándo seremos solamente tes, irando do hijos del amor!
Los soldados cantaban, te la ciudad triste donde bebidos como unos odres, las chimeneas de las fábricas llueven el grito de las una canción del barrio que máquinas. Los niños tenían empieza. grande el alma, como hijos Mađanita pimpinela despierta en el cuerpo primaveral de los obreros. Aquellos pladera de Amiguetti de esta mujer de canela, fina como el más lindo animal.
únicos hombres que construyen el porvenir de los pueblos, en la civilización capitalista odia a la hu zapateaban sobre el piso como unos las minas, fundiciones, fábricas. La fuer manidad. Esa nujer, esos soldados, los condenados, haciendo sonar los dientes za de ellos irá como un canto marcial obreros, los campesinos, nosotros, somos igual que si estuvieran cortando hierro en el calendario insurgente de estos años hermanos con uu solo destino y un solo o masticando las botellas, hasta que un y los niños, como si comprendieran su enemigo que vencer. Sí, nosotros nos soldado moreno de ojos tártaros se puso porvenir, se erguían como los árboles sentimos hijos de la inujer. Como ama al hombro a una de las mujeres que le ecuatoriales.
mos a nuestras madres, amamos a todas chorreaba un hilo de sangre por las De las casas aplastadas por la noche, las mujeres. La revolución hará de cada piernas, tras de él salieron los demás, salía agriamente un denso olor femeni una de elas una madre y el principio para perderse en la noche, hacia los mano, untándonos el paladar el a zúcar de la vida se dignificará. En sus vien torrales del río. Sólo sentíamos los pa. quemado para el café. En la cantina de tres se fecundará el porvenir, la génesis sos fuertes de los soldados de zapatos don Paco se reían como si estuvieran de una mejor vida, y el hombre será claveteados. La luna se dibujaba en el llorando. Eran los soldados y las solda como la naturaleza que se da a todos. cielo como una gran lentejuela y alboderas que se habían reunido para beber. Los otros no pueden comprender. Bur rotaban cornetas y tambores por el cenLas mujeres, boca abajo, vomitaban mos gueses. Son todos como ni padre, quo tro. Allà corrimos. Eran los conscriptos trando las piernas resecas y los fusta la vida no les da otro, placer que el que traían de los campos. Indios jóvenes con grandes manchas rojas de san sexual. el odio al prójimo es la ne nes, amarrados de los brazos unos congre. Los soldados del Regimiento gación de su propia vida.
tra otros, custodiados por hileras de soltenían fama en nuestro pueblo de ser Nunca supe entender por qué papá dados armados. Los tambores y las hombres malos. Los soldados en la can era como todos los hombres, de una so cornetas despertadoras de las guerras tina lloraban, cayéndoseles los mocos en ciedad corrompida, que cuando sacian el perforaban las ventanas de las casas los bigotes uniformados. Sus cantos eran instinto animal, se convierten en ene donde aparecían hermosas cabezas de de la tierra, y tan hondo les tocaba el migos de ellos mismos y asquean a la mujeres, que al verlas los conscriptos corazón que a cada verso suspiraban. misma mujer con que se han servido. Ma gritaban viva el Perú. y cuando Naticha no comprendía nada de la má tenía una tristeza tan grande que querían levantar las manos sin acordarvida. y miraba con asombro de niño se envejecieron sus ojos, tan brillantes se que las tenían amarradas, se sentía que descubre por primera vez el prin que nos abrazaba en sus miradas, tal un grito sordo de dolor. Tras de los cipio de la vida en el cuerpo de la sol vez comprendiendo que éramos hijos de conscriptos venían las madres, las espo. dadera. Se empalideció y le creció la ese hombre. Cuando papá llegaba de la sas, con grandes atados, la cama y la boca como si quisiera gritar, sus ojos finca reventaba de cariñoso, el bigote le comida para los mozos cazados en el se salaron de lágrimas, y se abrazo de temblaba como si fuera de resorte, abra campo, en los bosques donde se ocultan mí tan fuertemente que senti su cora zaba a mámá y cubriéndola de besos se como los pumas durante los meses de la zón en mis labios, y me dijo en el oído la llevaba a su cuarto. Después. todo leva. Estas mujeres han llorado día y como si tuviera grande experiencia odio era sombrío que ni sus palabras tiernas noche y no pararon de llorar hasta que a los hombres. Por qué las mujeres de mujer dulce, penetraban al corazón el tren rompió con su pito la marcha miserables son despreciadas por la so curtido de este hombre, Así nacemos los hacia la capital el infierno de los conciedad. Todas las mujeres no son hijos. Mi madre como una rosa silves denados haciendo alto en todas las iguales. La sociedad. donde los tre deshojaba su ternura a los años de estaciones del trayecto sin que los conshombres se odian y los pueblos son ene mi padre como si fuera un hijo desola criptos dejen de lanzar voces patrioteras migos entre sí. Ah, el hombre, cartel de do y triste. Pero papá no es triste, es viva el Perú, carajo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica