Omar Dengo

312 REPERTORIO AMERICANO un.
La del alba sería cuando des Meditaciones de Omar Dengo perté esta mañana de invierno.
Cantaban, de nuevo, los mirlos Do Lecturas Dominicales, Bogotá sobre las chimeneas y en las torres de Nuestra Señora de los Campos. Anunciaba su canción el regreso de la primavera?
Encendi la luz y me pareció la hora propicia para continuar, la lectura de un libro espiritual, las Méditaciones de Omar Dengo. el maestro costarricense, arrebatado por la muerte en medio de sus discípulos en la aurora de la vida.
En el corazón de Omar Dengo cantaban las aves del. Cielo y en su alma nacía el alba todas las mañanas. Así, con palabras de sabor oriental, podría comenzarse la historia de su vida.
Quizá porque se proponía perseguir el sentido esotérico de las cosas, a la manera de un poeta hindú, eligió un nombre que recordase el Oriente. Fue un místico de la acción silenciosa. Se consågró a conducir almas infantiles en una escuela de Heredia, en esa Costa Rica, república modelo, que amenazan las águilas imperiales.
La vida de Omar Dengo se nos parece, a la de ese otro soldado del ideal, Roberto Pizano, perdido para el Arte, para las victorias del espíritu en la hora de las mayores promesas. Como en Pizano, en los ojos de Omar Dengo parecía florecer un ensueño que amenazaba la muerte prematura. En ambos los cabellos se agitaban indómitos, sobre una frente platoniana, mientras sus labios sonreían como desafiando al destino incierto y omnipotente.
Ambos poseían las más claras virtudes. Eran pacientes y huOnar Denon mildes. Su orgullo era uno como Dibajo de Solano pudor de sus almas, que los defendía de las acometidas del desfallecimiento.
Acerca del valor civil Omar Dengo fué un maestro, un escultor de almas. Salía de (Envio de la autora)
su escuela, como la abeja de su colmena, en busca de la sabiduSeñor Director, compañeras, niños del Porfirio Brenes: ría en que luego iniciaba a sus Tengo en estos momentos el alma estremecida de emoción. Sólo a la bondad del culto señor Director y a la ainadiscípulos, los alumnos de la Escuela Normal de Heredia. Por bilidad y paciencia de mis compañeras que me escuchan, me eso peregrinó por tierras extrahe atrevido a llevar la palabra ante este grupo de cuatronas. y se acercó un día a la tumcientos niños, que habrán de ser mañana un fuerte continba de Emerson, ansioso de inte: gente en los destinos del país.
rrogar el espíritu idealista del En mi corazón no se aposenta la más leve sombra de pre maestro de las bellas parábolas.
tención, al haber sido honrada hoy para llevar al espíritu Omar Dengo fue en su patria de estos niños, algunos granos de mis ideas. Después de hael precursor de la escuela activa, berme precedido distinguidas intelectualidades en esta emde la que moldea el alma del presa cultural, sería torpeza de mi parte llamarme a vanidad, niño sin torturarla, de la que Empiezo felicitando calurosamente al señor Director por la forma caracteres dentro de la brillante iniciativa de hacer desfilar por este plantel, las libertad, que es la vida.
personalidades que más valen en las esferas de las ideas, Escribió bien poco Omar Denpara que los niños de hoy, hombres del futuro, reciban de ellas la benéfica luz de sus conocimientos.
go. Pero cuanto salió de su pluma, mejor dicho de su alma, tiene Voy a hablar, sintetizando lo más posible, acerca del valor una densidad de pensamiento, una civil, tema de gran trascendencia para la República, puesto precisión de formas, que hacen inque él nos orienta el alma en los más difíciles trances de la olvidebles sus Meditaciones. Qué, vida. El valor civil es aquella preciada facultad del alma profunda densidad de concepto que nos lleva recto al cumplimiento del deber y la justicia, unida a la hombría de bien, sin demoras ni vacilaciones en su memorandum para la clase (Pasa a la pág 914. de 1915! Allí todo es idea, juicio seguro, magistral toque. Profesores del peripato, maestros que no sois capaces de infundir vida vuestras homilías, leed lo que sigue. Alguien ha dicho del libro que se leyó en clase furtivamente, que fue más útil para nosotros que las lecciones en que nos distrajo. Pensad en ese libro prohibido. No lo arrebatéis nunca de las manos del discípulo rebelde, a quien vuestra sabia lección hastió. Ese libro os presta generosos servicios. Va a un espíritu lo que no pudo darle el vuestro. Es un maestro amigo, invisible, que entra en silencio al aula a trabajar con vosotros en la escultura de las almas y os da la ilusión del triunfo cuando fracasasteis. Es como los enanos de los cuentos, que bordan por la noche la tela de la Princesa enamorada. Este paso de Oinar Dengo me recuerda lo que aconteció a amigo mío en el aula de un Co legio de provincias. Leia el estudiante los Moticos de Proteo cuando acertó a pasar cerca de él un sacerdote que ejercía las funciones de inspector de estudios. El alumno intentó guardar el libro, pero el sacerdote se anticipó a decirle. a Conserve su Rodó Yo también lo leo. Si ama los buenos libros yo tendría mucho gusto en proporcionarle otras obras, entre ellas las de Juan de Dios Uribe. que es nuestro priner prosador. Como el caso se repitió con otros alumnos, el proceder del sacerdote llegó a oídos de sus superiores. hoy ese sabio maestro, al cual hubiera aplaudido Omar Dengo, es víctima de la inquina de su prelado.
El hombre que todos alcanzamos a ver en Costa Rica, García Monge, apóstol de la cul tura hispánica, ha reunido en un volumen las primeras Aledituciones de Omar Dengo, contrariando la voluntad del maestro, el cual declaró a la hora de su muerte: Nada de lo que dejo vale la pena de publicarse de nuevo. Los amigos y los discípulos del maestro han considerado que la páginas escritas por el maestro de la escuela de Heredia, contenían «doctrina constructiva y flor pedurable de belleza y de bien. suficiente razón para conservar en libro los escritos de Omar Dengo, que formarán, probablemente, tres volúmenes.
Decía, pues, al comenzar estas líneas, que mientras cantaban los mirlos sobre las torres de Nuestra Señora de los Campos y parpadeaba el alba, abrí yo el libro de Omar Dengo en la página 143 en donde empieza (Para a la pdg. 319. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica