87 REPERTORIO AMERICANO la Ifigenia de Teresa de la Parra, habrá siempre lectores, como en la vida habrá siempre adoradores para sus encarnaciones opuestas.
amor al Quijote, el primo Juancho, que habia LIBRERIA ESPAÑOLA asistido enfurecido y bondadoso al entierro de «la vieja gracia campechana. se dejó enterrar 10 Rue Gay Lussac, París V, cualquier dia, porque no pudo convencer a la y Mayor Madrid, España muerte de que no debia llevárselo.
Envia libros españoles, franceses, etc. Entre tipos de esa indole discurre la vida de a todos los países en las mejores las niñas. Huele a establo, a yerbabuena, a poleo, condiciones.
se oye el mugir de las vacas, la imploración de Pídase información de novedades.
los terneros, las vociferaciones de los gañanes, el murmullo del agua. Flores y hierba, leche, Depositario del Repertorio americano. caña de azúcar, guarapo: la hacienda esconde esas deidades, que gustan de entregarse, en presiones del Siglo de Oro que se quedaron toda la plenitud de su significación, a las almas en el pueblo, a trabajar y a escupir, cuando infantiles. De la cocina al potrero, del potrero tenia alguna preocupación o necesitaba meditar a la alberca, de la alberca al trapiche, la vida unos minutos, con una punteria admirable. Naes deliciosa. El último especialmente, como die podía saber dónde, como ni cuándo Vicente compendio del club, teatro y ciudad, es el sitio Cochocho había escupido. Era lo mismo que predilecto del ramillete de niñas. Como alli el rayo: pssst. que cruzaba con rapidez el es«no se reunía la gente con el objeto de diverpacio y se perdía en lor. tananza entre las ma tirse, la reunión era agradable. tas. No lo hacia con sus iguales. Escupir de ese respecto hay en el libro una observaese modo era en él una señal de consideración ción encantadora. En el trapiche 110 era iny de respeto.
dispensable, como en los bailes, dar vueltas y Divertia mucho a las niñas. Era él, sin otros vueltas gravemente y a compás sobre tacones conocimientos que los adquiridos sobre los sur altísimos, ni tampoco era de rigor el afirmar, cos, quien les enseñaba filosofia y ciencias na con un sandwich en una mano y una copa de turales. Humildemente, sin aires de don Juan, champaña en la otra, todos esos lugares comuvivía con dos mujeres, que en la mejor armo nes que la mayoria de nuestros interlocutores, nía se afanaban por complacerlo mimarlo. mucho más elocuentes que nosotros, afirman Cuando la madre de las niñas, en desarrollo con tanto ardor y con tanta seguridad, en forde uma obra moralizadora, que «como toda obra ma brillante y arrolladora. El trapiche era la para la cual no se exije dinero, cundía. le dijo: ilusión suprema de las niñas, tanto que cuando «O te casas con una de las dos o te quedas para castigar el empleo de una expresión desviviendo solox, él, escupiendo por el colmillo compuesta, usada por una de ellas, resolvió la previamente, declaró que le diera un tiempito, institutriz supriinirles durante varios dias las mientras llegaba la cosecha de café, para dar visitas a tan amable lugar, las dejó sumidas a les algún dinero y separarse de ambas, lo que todas en la mayor amargura.
continuó repitiendo indefinidaniente a través de Maniá Blanca, llamada Blanca Nieves en la innúmeras cosechas. Cualquier día, en vísperas niñez, era una de ellas. El libro es una evocación de revolución, partió. De él no volvió a de los tiempos cargados de inocencia hecha berse. Destripado en cualquier cumbre por los por una anciana de dulzura inagotable, que buitres, después de ser herido en un combate, quiso poner reflexiones, henchidas de emoción debió morir acaso como un héroe.
y hasta de poder educativo, al margen de los Tipo curiosisimo es también el vaquero, corecuerdos. Al hablar, por ejemplo, del castigo nocido en los contornos de la hacienda como mencionado, dice con donosura. La severidad cantor de voz muy agradable, que contesta al de Evelyn salvó al trapiche de la oscuridad.
patrón, cuando le dice que les cante a las vacas El trapiche vive, titila en mis recuerdos. Al para que no den coces, ni escondan la leche, sembrar prohibiciones sobre los objetos y luni se desamarren. Entienda, don Juan Manuel, gares que nos rodeaban, Evelyn les daba vida. que yo (aquí se puso una mano extendida sobre Acaso sin pensarlo les enseñó el valor de los el pecho) soy hombre para cantar en un baile placeres, de las ilusiones, de las comodidades, mis galerones y mis corridos, y que, en efecto, porque nada se aprecia tánto como lo que deshay muy pocos que me ganen ni en cuanto a pués de formar parte de las alegrías cotidianas la música ni en cuanto a la letra. Pero yo (aqui desaparece o corre algún peligro.
se arrancó la mano del pecho) no soy hombre Les evitó el fastidio de los niños saciados, para cantarles a unas vacas como si fueran de aquellos cuyos caprichos son órdenes y que gente. Eso si que no. eso no me reduce a viven rodeados «de cajas de dulces, de muñemi nadie! Los tiempos de la esclavitud ya se cas, de carros, de caballos de cartón, de todos acabaron. Busque otro vaquero. esos juguetes tenebrosos, que como los pesares El primo Juancho, que «tenía la inocencia vir de la vida adulta tiene por fuerza que sobreginal de los que nunca han trabajado. era un llevar la infancia. Los juguetes preferidos de hombre bueno como el pan, erudito, locuaz, de las niñas eran fabricados por ellas, con hojas, humor cambiante, que gustaba de la discusión, piedras, latas, huesos, tusas, que representaban empujaba sin lógica al interlocutor a los temas lo que el capricho les iba aconsejando y les que mejor conocía, aunque distasen varias le hacia sentir «la fiebre divina de la creación. guas del que contemplaban, conservador y li lo mismo que a los poetas. Por eso en el atarberal, lleno de énfasis, de contratiempos y de decer pudo decir mamá Blanca que la vida haindignaciones, que «llevaba con reserva su po bía imitado a su nodriza. Me dió a probar breza noble y cepillada. Pasaba de un tema todos sus bienes, pero, bondadosa, me los dió al otro como un diccionario, lo que hace de tan tasados y tan a su hora, que jamás la satener a la autora para reconocer que «el dic ciedad vino a apagar en mi alma la fresca cionario es el único libro ameno y reposante, alegria del deseo. cuya amable incoherencia, tan parecida a la de Como el deseo en la niñez es mariposa, que nuestra madre naturaleza, nos hace descansar no se posa sobre el mismo cáliz, para las niñas de la lógica, de las declamaciones y de la li fué un día feliz aquel en que supieron que su teratura. Con sus anécdotas, sus discursos, sus padre había vendido la hacienda de Piedra recuerdos de viaje, sus abundantes y dispara Azul, con ánimos de ir a estublecerse con la tados conocimientos, su espíritu hidalgo y su familia a Caracas. Caracas llegan, ávidas de Como todo autor que de un golpe conquista la celebridad, Teresa de la Parra inspiró el teinor de haber dicho en Ifigenia la totalidad de su mensaje. Era suficiente para su gloria haber escrito ese libro. Acaso nunca llegue a superarlo. Pero en ella continúan. vigentes la capacidad emotiva, el dón de expresión, esa alada inspiración que encuentra poderosas imágenes para decir cosas tan diferentes como la tristeza de llegar, la utilidad de la mentira, la fruición de la seda, la marcha del terror, los milagros divinos y obseisonantes del cuerpo.
Quedan en ella la facultad de observación, esa retina prodigiosa que capta hasta en sus menores detalles cuanto mira, el gusto del paisaje, la ironia disolvente. Sonriendo, jugando, asesta cada golpe a los prejuicios que los desgouza y aplasta. Ve el ladu ridiculo de los seres, de las costumbres, de las cosas, con una nitidez que desconcierta. en un estilo limpio, abundante, com liricas sorpresas en que la contenida emoción suelta sus aguas, va contando los pasos del silencio y probando que en el corazón de la mujer moderna, tan llena de comprensión e inteligencia, aún queda señalado el sitio para el dardo roniántico.
Poniendo a prueba tales condiciones, acaba de publicar un nuevo libro, Las memorias de mamá Blanca, que es un nuevo triunfo. Está presente en él toda la pericia de quien tiene el dón de narrar magistralniente. La misma malicia, la misma agilidad, la misma paleta generosa, de donde toma los colores con que lleva al lienzo figuras de extraordinaria animación y la paz de los campos. Aquí ya no hay problemas, ni conflictos, ni ideas que se presten a disputas. Es un libro diáfano.
Se trata de contar la vida de seis niñas, la tercera de las cuales tiene cinco años. Viven en una hacienda con sus padres y al cuidado de una institutriz de sangre inglesa. Juegan, corren, pelean, sufren castigos, hacen preguntas cuya respuesta es difícil, cuando no imposible, y sin darse cuenta de la felicidad que siembran y cosechan se van desarrollando. Aqui no pasa nada. Todo es idílico, sencillo, con olor a azucena. Son pequeños paisajes de la de la vida, en los que Teresa de la Parra pone su ciencia del matiz, con la presentación de personajes singulares, muy de nuestras tierras, que los alegran y animan, Así como en Ifigenia dejan huella indeleble el tio Pancho, volteriano de infinita bondad, y Gregoria, la sirvienta de color, marrullera, regocijada, sabia de experiencia, de finas intuiciones y de lenguaje picante, a veces atrevido, en Las memorias de mamá Blanca hay un primo Juancho, un Vicente Cochocho y unos rústicos, cantores y poetas, que mezclados en la vida de las niñas la iluminan de comicidad y de gozo.
Afirma el libro que las gentes impresentables son generalmente las más interesantes, lo que demuestra con los retratos de algunos seres, acreedores a ambos calificativos. Cochocho, apodo que significa piojo, se le había puesto, y no por limpio, a un buen trabajador, lleno de cuentos, que en cuanto oia sonar un tiro o sabia de un proyecto de revolución, abandonaba la hacienda para ir a defender sus principios, y que en la paz volvia con el mismo ánimo, el mismo lenguaje sentencioso, sarpullido de asinas, truje, vide, mesmo, dende y otras exsa Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica