366 REPERTORIO AMERICANO MARUTHIE UNA WHITRIBUTION desengañarnos, para saldar definitivamente nuestras cuentas con aquellos que la superstición nos hizo apreciar como creadores de la patria. Qué actitud muestran cuando el país está acosado por fuerzas que apuntan al descoyuntamiento general? Le niegan la palabra que asegu.
ran haber alzado siempre que hubo vecesidad de que se oyera la voz de los mejores. Su palabra es de los aparatos de esclavitud que codician tierras, y fuerzas hidráulicas, y comunicaciones radiográficas, y rutas aéreas. Está interpretándoles la ley, sutilizando sobre ella, no en la antecámara donde hace charla el que legisla, sino desde el escenario Conserve esas horas doradas de la niñez. infinitamente con fotografias que nunca crecen.
No espere.
Traiga sus niños hoy al venido a inquietar, a hacer pensar con un criterio moderno, para que sofoque el medio, no hay agente mejor que el personaje.
Pero no los dejemos sofocar. La legislación avanzada tiene que seguir su curso civilizador. Defendámosla. Inspirémonos para la defensa en lo que los espíritus del Norte hacen con sentido previsor por su legislación. El antecamarismo acecha allí como aquí y tenemos que librar la misma lucha. Descubrámoslo en dondequiera que esté. Ya asalte la legislación educacional, o la económica, o la social, cl deber nuestro es combatirlo con la cabeza bien firme sobre los hombros.
STUDIO ARIAS (FOTO SOTILLO)
TELÉFONO 2437 HOT THAT IS RAIDALLIME MiRNATNES UNIDOWIE diseminador de la prensa. Los que imponerse y como ciertas aparatos de conquista tienen ideas nuevas parecen haber Juan del Camino Cartago y junio de 1930.
Poemas de Jorge Carrera Andrade Domingo Iglesia frutera sentada en una esquina de la vida: naranjas de cristal de las ventanas, órgano de cañas de azúcar.
Angeles: polluelos de la Madre María.
La campanilla de ojos azules sale con los pies descalzos a corretear por el campo.
Reloj de Sol.
Biuro angelical con su sexo inocente.
Viento buenmozo del domingo que trae noticias del cerro.
Indias con su carga de legumbres abrazada a la frente.
El cielo pone los ojos en blanco cuando sale corriendo de la iglesia Ja campanilla de los pies descalzos.
De Cuaderno de Poemas Indios, inédito Redobla en las orejas el viento tambor.
Corren en fila india los árboles del cerro.
Echa su lazo de hielo un aullido a la garganta del silencio.
Con su peineta de luminarias la primera casa del pueblo.
Han venido los peones de Santa Prisca con sus ponchos de color de ciruela: borrachos de fuegos artificiales se arriman al hombro de las puertas.
La Rueda chillona! la Rueda de luces! La Rueda!
Nuere acribillada de cohetes la noche de ojos de aguardiente.
Corte de cebada Sierra Ahorcadas en la viga del techo con sus alas de canario las mazorcas.
Conejillos de Indias engañan al Silencio analfabeto con chillidos de pájaro y arrullos de paloma.
Hay en la choza una muda carrera cuando el viento empuja la puerta.
La montaña brava ha abierto si oscuro paraguas de nubes con varillas de rayos.
El Fruncisco, el Martín, el Juan: Trabajando en la hacienda del cerro les habrá cogido el temporal.
Un aguacero de pájaros cae chillando en los sembrados.
Fiesta de San Pedro Alazán Alazán.
Después de la cena ciruela, al carrera tendida hacia el pueblo de sombreros de paja hacia del páramo.
El montado lleva en el ala del poncho un rollo de viento.
Carteles estremecidos de gritos en los estancos del camino.
En un cuerno vacío de toro sopló el Juan el mensaje de la cebada lista.
En sus casas de barro las siete familias echaron un zumo de sol en las morenas vasijas.
La loma estaba sentada en el campo con su poncho a cuadros.
El colorado, el verde, el amarillo, empezaron a subir por el camino.
Entre un motin de colores se abatian sonando las cebadas de luz diezmadas por las hoces.
La Tomasa pesaba la madurez del cielo en la balanza de sus brazos tornasoles.
Le moldeaba sin prisa la cintura el giro lento del campo.
Hombres y mujeres de las siete familias, sentados en lo tierno del oro meridiano, bebieron un zumo de sol en las vasijas de barro.
Levantamiento Tierra vestida a cuadros, mordida por los cercos guardianes: Estás prisionera de cuatro hombres hasta el último azul del horizonte.
Traiamos el pulso de la semilla libre, tierra de pechos vegetales.
Flameaba el harapo de nuestro grito en el palo más alto del aire.
Con su carrera de sangre los soldados despertaron los verdes quietos del campo.
Avanzaban comidos de sombra, y un estribillo de dientes afilados mordía sus hebillas luminosas.
Con los tallos negros de sus fusiles les vieron pasar los ojos franciscanos de las sementeras.
Nosotros caminábamos escoltados de espigas, con un poncho de luz sobre los hombros y en la frente el mandato de la tierra. Soldados Soldados.
Ejercicios de puntoría sobre los colores humildes del campo.
Vagabunila muralla de humo: trampa abierta en el día.
Nos matan desde el horizonte dando a luz estrellas lívidas.
Compañeros: los fusiles nos iniran con sus ojos de muerto.
Golpea el mundo en nuestras sienes.
El miedo de morir grita en nuestra garganta: Hay que salvar a la carrera el silencio listado de mortales bengalas Ochocientos bajamos de los cerros contando nuestros padres, nuestras madres y nuestros tiernos hijos. esta hora casi todos descansan sobre la tierra grande.
Traiainos el pulso de la semilla libre tierra acorralada por los cercos guardianes. la orilla del viento acampó la canción.
El fusil desplumó nuestro mensaje.
Tubados en la vecindad del cielo nuestros muertos duermen manando un cosios dulce del costado y con una corona de sudor en la frente. Envio del autor, que es uno de los mejores poetas nuevos del Ecuador. Iban adelante nuestros padres buscando el vado de la tarde crecida con sus pies cargados de inemoria.
Ochocientas voluntades. Ochocientas.
Para el ancho redoble de nuestras sandalias era un tambor la tierra. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica