342 REPERTORIO AMERICANO Poesías de Joaquim Folguera Ved al perro de aire fiel: si le digo la elegia Del torno Poesias. Prólogo y Versiones de EMILIA BERNAL. Barcelona, 1930. a mis pies se adormiria ino quiere más que ser fiel!
Una mujer que pasa La muerte Clara el agua del torrente Viene el rumor de la avenida Esta noche la muerte venía.
pasa y huye. Si la vía; una vaharada a perfumar; La he sentido en el vaho de silencio mi voz muere en la bravia lleva en el brazo una mujer furiosa voz del torrente.
que al rumor de la noche exhalaba.
de un haz de luz la claridad.
Cerca de ella la gente callaba.
Solo me encuentro y la digo.
La mujer paşa iluminada El silencio ofrendaba al silencio. Con la voz, trémulo, acierte!
por el fulgor de su mirar ¡El callar de la muerte absorbía!
Hay que rendirse a la suerte: y el haz de flores que resbala «Sin amada y sin amigo. sobre su curvo seno, cual El callar poco a poco traia si la flor se le rindiera.
del recuerdo la niebla que hacia con una gracia de mujer fino velo ocultando la muerte. En dónde estás, amor. y toda amor se le ofreciese Uno, entonces, habló de la muerte. En dónde estás, amor, que a mi conjuro llena de suave languidez.
pero nadie en la noche sentia jamás te dejas. ver? Si andas por aquí, Entre el va y ven de la avenida que en la niebla flotaba la muerte. un suspiro de fuego exhala y di la fragancia se diluyó; en dónde estás dentro de este aire oscuro.
la que llevaba el haz de luz La voluptuosidad de la muerte se va alejando con su olor Todos hablan de ti, y el viandante que la seguia La muerte, ahora, con sus bocanadas mas yo nunca te miro aparecer; los párpados entorno me circunda, Señor, y no me toca.
de tan pequeño que eres, puede ser, embriagado por la fragancia Del mundo en la penumbra perdi el límite o porque sólo espíritu hay en ti.
indefinida de la flor.
y de las cosas el contacto fino.
Siento que me despoja a cada embate Pero yo con las sombras puedo también hablar, Queja de un rastro humano y sin embargo, no osa yo que me he vuelto sombra a fuerza de soñar.
en mi pudor acometerme, se echa Puede ser que te hubieras escondido de mi, Cayó, por mi desdicha, enamorada, cansada junto a mí, después me mira. o que en el infinito los otros te han mirado; aquella mujer dulce que tenía con mirada que es hálito muy puro, pero dime, siquiera, qué sabor hay en ti, un aire tan humilde, una mirada graciosa se alza y otra vez se vuelve está dentro de este aire oscuro a mi costado.
que ser la de una hermana parecia.
hasta diluir mi aliento por el aire Por mi desdicha, me será negada cálido del calor que irradia ella.
Desolación la sonrisa tan pura que me abría.
Nunca me abraza, mas me lleva siempre De nuevo el alma irá desconsolada in gironi che la vida, que es ahora Estoy de pena aclolorido; por el fondo de mi melancolia.
débil y pura hasta el instante en que ¿por quién?
bajo su beso dulce, eternamente Tengo el amor dado al olvido Por mi desdicha, me quedé sin, ella.
y desnuda la tenga entre sus brazos.
y duelo fué mi vida ayer.
Escondiendo su anior, y, temerosa, No puede haber, pues, añoranza hasta de su mirar se torna avara.
Sin amada y sin amigo si todo arnor reposa en mi Seré su extraño ya. Ya nunca ella y un tiempo vivo de templanza.
Sin amada y sin amigo ni por consuelo me dará piadosa No sé por qué, mas la bonanza queda oculta la elegia.
un rayo más de su mirada clara.
perdi. Os la digo o no fos la digo?
Toda la luz de la esperanza Canción pálida ¿Entonces, quién la oiría?
se diluyó dentro de mi Es una canción muy pálida, Aqui está una encima dura: y ahora soy todo desesperanza.
la oigo, a menudo, cantar; si le digo mi lamento ¿Por quién la dice una virgen pálida empiezo con voz oscura la pena asi mi vida alcanza?
que es pálida de cantar.
y ella escucha sólo al viento. Por quién?
Es una canción muy bella que causa suave temblor!
Estampas. la canción es la más bella después de la del amor.
Los providenciales Es una canción que exalta, Los pueblos se cansan de la rutina de sus hombres públicos es clara como un anhelo, tibia como un seno, y alta El ostracismo fue en cierta época de agravio. Ninguno. respondió, ni sila historia de los atenienses una forma quiera lo conozco, sino que ya estoy como una estrella del cielo.
de justicia popular. Refiere Plutarco que fastidiado de oír continuamente que le La canción que no se cansa se le aplicaba a todo el que parecía llaman el justo. de aproximarse y huir. sobresalir entre los demás por su fama, Una forma de justicia popular que la canción de la esperanza, por su linaje o por su facundia en el se ejercia contra hombres de preemidulce hasta el fin del vivir.
decir» Tomó su nombre del medio em: nencia repugnante. Este mismo Aristipleado para ejercerlo: la concha. Los des de la anécdota sentía El secreto ciudadanos escribían sobre ella el nom en el destino de su pueblo cuando dijo Tu secreto es mi secreto bre de la persona contra quien iba di que «no podía salvarse la república de que renace cada día.
rigido el castigo de expulsión y luego Atenas si a Temistocles y a él no los Ayer el nos confundía los funcionarios hacían el recuento. De arrojaban en una sima. Los pueblos se y hoy, nos separa el secreto.
Aristides cuentan que fue sometido a este cansan de la rutina de sus hombres púsufragio y que mientras los ciudadanos blicos. Es la rutina de más funestas Con la obsesión de su olvido se ocupaban de escribir sobre las con consecuecias. Todo el prestigio de que nos separa y nos tortura chas, él, enmedio de la muchedumbre, aparecen aureolados es farsa y simulay es el mismo quien procura observaba. De pronto (un hombre del ción. El ateniense expresó con un senno echarnos en el olvido.
campo, que no sabía escribir, dió la con tido admirable su anhelo de renovación.
Ahora se lo digo al viento cha a Aristides, a quien casualmente te La mente y el corazón de Aristides poque me quema a su contacto nía a mano, y le encargó que escribiese dían estar llenos de justicia, pero el y el remolino del viento a Aristides; y como éste se sorprendiese ateniense estaba fastidiado de tanto oír me vuelve el secreto intacto.
y le preguntase si le había hecho algún que se pregonara. Los pregoneros de las que pesaba Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica