REPERTORIO AMERICANO 317 La tempestad se llamó en México, liberación: libertad es vuelo; libertad es ascenso; libertad es crecimiento: libertad es altura y exaltación.
Ir en un solo vuelo a la patria argentina; embriagarse en el esplendor de su cielo; descansar en el Ande nivoso; saludar desde el Ande al sol: poder decirle al Sol: hermano!
Seguir su misma trayectoria; alumbrar como él alumbra: donde el sol pone una aurora, poner Sidar una victoria; escrutar el horizonto vasto; beber luz en una estrella; volar sobre la pampa fecunda como una rosa que cae de un astro.
Ser, un instante, divino, sin por ello dejar de ser hombre: todo este delirio, alma gigante de México, tú confiaste a tu aviador Sidar.
Ya no es el Prometeo que baja de las nubes en un exilio celestial: Sidar es el hombre que va a conquistar el firmawento.
En el hombre hay ya una nueva voluntad. hay un nuevo genio, hay una nueva virtud: escalar la montaña ya no es un fin; poner en la montaña una hoguera, ya no es un rito sagrado de la raza: al hombre lo urge un nuevo deseo: en el hombre está naciendo ya un dios: primero conquistar el espacio, después conquistar lo divino.
El hombre va buscando el camino de la Divinidad.
Oh, Sidar, sobrehumano: Los arcángeles son los mensajeros de Dios; tú, aviador valeroso y audaz, tienes también gran misión espiritual: tú eres el mensajero de una Nación.
En tus alas llevabas su dignidad; en tus alas de luz llevabas una ilusión del pueblo mexicano: ser uno con el pueblo argentino en tu corazón.
Tu corazón era un ánfora para mezclar el vino de las dos naciones.
Tu eras el pájaro raudo que va hacia el mar del Sur: en el Sur te esperan: en cada mano hay una bandera en cada corazón hay un magnífico grito de salutación.
Argentina va a decir, en el mismo acento con que saluda al Sol. Sidar!
Palabra de misterio y de conjuro: bajo su extraña vibración América va a despertar: América se va a sentir unidad; América se va a sentir evocada nuevos destinos: México y Argentina ya no son simplemente hermanos: son un solo pueblo con distinto nombre.
En América no hay más que un solo hombre. qué importa que se llame Juárez o que se llame San Martín?
Es el hombre de América: el destino es igual; el espiritu es el mismo: un solo continente y un solo mar.
Sidar es el conjuro del porvenir: es la exaltación de la raza; no es sólo ascender al Ande, es subir a la Historia.
América va afirmar su derecho a la vida y su derecho a la Gloria.
El mundo esperaba maravillado: suprema hora de ansiedad universal.
En la India un apóstol conquista la patria con una oración: sólo la oración es capaz de conmover al cielo.
En América, un joven también va a exaltar a otra patria del mundo. Esta patria es continental.
México inanda a la Argentina en un vuelo una rosa de fraternidad.
Sidar: Dios ha roto tus alas; el Grande de los Grandes no ha querido que tú termines tu lirica empresa.
El mundo iba a gritar. Victoria!
y Dios ha cortado ese grito de triunfo y, lo ha transformado en grito de dolor.
EI, que hizo la aurora y, que hizo las estrellas.
El, que hizo a Adán luminoso y, a Jesús puro; Él, que da la norma de la suprema vida, cambió tu vuelo en la tierra por un vuelo más grande: por un vuelo en el infinito.
Él no ha querido un triunfo pasajero para tu nombre.
El no quiso que se grabara tu cifra en mármol o en bronce: él quiso recordarte perennalmente en lágrimas. y en compasión.
Oh tú, el vencedor: como todo grande. has conquistado el derecho de ser inmortal en la muerte.
Dios hace esta eleción en el hombre.
E! Eterno te ha tratado con majestuoso designio. El mismo no será tu vencedor?
La Tempestad que te asombra. no será su propia sombra? el mar que te acoge en sus brazos, no será el mismo Dios?
Sidar, el alma de mi patria se estremece de pavor y do orgullo.
Tú eras su amigo: no, tú eras su hijo: ella te había acogido con devoción materna; el eco de tu nombre conmovía su entraña; ella gozaba de tu nueva hazaña.
Ahora tú perteneces de lleno a su corazón; tú formas parte de su dolor de madre; tú integras las hondas tristezas de su Vida: esto la hará más grande en su humildad de patria americana; la hará más digna; la hará más noble; pero tú, Sidar, varón y ángel, con tu martirio excelso has despertado en su alma un nuevo don: el dolor.
Has caído sobre su mar sereno como un lampo de aurora.
Cuando el poeta busque en la inmortalidad tu sombra, la buscará en los cármenes de nuestra patria.
Que las rosas ideales de nuestros ideales jardines ofrezcan eternamente a tu grande alma libre, su fragancia de ensueño y su celestial encanto.
Oh, Señor, gracias: por el magno dolor sufrido la patria mexicana y la patria nativa tendrán un común sentido.
Ya no habrá distancias que las separe; ya no habrá olvidos entre las dos almas: las dos estan unidas por un mismo lazo espiritual; las dos comulgarán en un mismo santuario; las dos vivirán un mismo ideal: el alma de México y el alma de Costa Rica tienen una misma expresión: Sidar.
Rómulo Tovar.
San José, Costa Rica. 15 de Mayo, 1850. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica